DELICIAS.- Con una deuda de tres millones de pesos y sin apoyos de ningún ente de gobierno, Jaime Torres, el esposo de Jessica Silva Zamarripa, se recupera lentamente de las lesiones que le dejaron en su cuerpo los impactos de bala aquella noche cuando perdió a su esposa, mientras que sus hijos se restablecen de otro tipo de heridas, las emocionales.
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Justina Zamarripa, la madre de “Yessi”, narró cómo en medio del dolor ella, su yerno y sus tres nietos libran por una parte la batalla para que se haga justicia a diez meses del evento que los enlutó, y por otro lado tratan de retomar sus vidas normales.
Comentó que Jaime va evolucionando lenta pero favorablemente, porque ya recuperó la voz y ahora está recibiendo terapia porque se muerde mucho la lengua. En este proceso, el esposo de Jessica es atendido por especialistas de una clínica particular de la ciudad de Chihuahua.
Sin embargo, el haber sido intervenido y recibir cada día sus terapias, las cuales tardarán un año más en terminar, representan un costo elevado, pues Jaime debe hasta el momento tres millones de pesos. Debido a las secuelas de sus heridas, está incapacitado para trabajar.
Explicó la suegra de Jaime que un disparo recibido en el hombro le provocó inmovilidad de su brazo, y aun con la terapia los médicos no le auguran una recuperación completa. Sólo puede levantar su extremidad hacia adelante, no hacia los lados.
Jaime y su familia no han recibido apoyo de ninguna institución gubernamental. Únicamente la gobernadora electa, Maru Campos Galván, estuvo ayudando a la familia Torres Silva con vales para gasolina para trasladarse a la capital del estado, refirió “la Chatita”, como cariñosamente le dicen a doña Justina sus familiares y amigos.
Los tres hijos adolescentes de Jaime y Jesica también se están recuperando de otras lesiones, más profundas y dolorosas, que les infligió en el alma la muerte violenta de su madre. Ellos han estado acudiendo a terapia psicológica y el cambio, para bien, se ha notado.
“Les está atendiendo un psicólogo, gracias a Dios yo los veo poquito mejor, porque andaban muy mal, emocionalmente andaban muy mal los niños. Sí, demasiado, y se ha visto que van evolucionando bien. En un mes yo los he visto mucho cambio, ya más tranquilitos”, destacó la señora Zamarripa de Silva.
Mencionó en particular al menor de sus nietos, de catorce años de edad, quien mantenía una actitud agresiva, pero con la ayuda brindada por el terapeuta moderó su conducta.
Ahora los tres vástagos del matrimonio Torres Silva tratan de hacer su vida normal, enfocándose en los estudios. La mayor, una joven de dieciocho años, tiene planes de cursar la carrera de química en la ciudad de Chihuahua, y los otros dos están en preparatoria y secundaria con miras a forjarse el porvenir que habría enorgullecido a su madre.