Desde golpizas hasta balazos, los peligros que enfrentan en su diaria labor los policías municipales son muchos. Pero el sentido del deber hacia la comunidad los motiva a salir cada día a las calles para prestar su servicio donde se requiera.
Este fue el caso del agente Rubén Ríos Acosta, quien sirvió durante 34 años en la Policía Municipal hasta que un problema de la vista lo incapacitó de forma permanente para continuar su labor.
“Infinidad de veces estuvimos en peligro de perder la vida… Hubo una balacera en la colonia Terrazas, ahí me tocó suerte, pero gracias a Dios salimos avante. De esas hay muchas anécdotas que podríamos contarles: una golpiza que nos dieron en la colonia Hidalgo, en Loma de Pérez… el policía es el riesgo que corre, de ser lesionado por los ciudadanos y como esas tendríamos algunas que contar”, relata el agente.
Precisamente uno de esos incidentes fue lo que marcó el final de su carrera. Hace tres años, tras ser golpeado en el ojo derecho, empezó a perder la visión y tuvo que ser incapacitado de forma permanente.
Al menos otros cuarenta de sus compañeros de la corporación, quienes ayer recibieron un aumento salarial después de luchar durante casi diez años, se encuentran en la misma situación, ya que por diferentes circunstancias se han visto obligados a dejar de servir a la comunidad como policías.
Sin embargo, la adversidad no le robó a Ríos Acosta la satisfacción de poder cumplir con la ciudadanía y de ser un ejemplo para su familia, por lo que exhortó a los policías más jóvenes a ser entusiastas en su trabajo.
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