San Diego de Alcalá, Aldama.- Las aguas termales de San Diego de Alcalá, localidad del municipio de Aldama, desaparecieron tras una prolongada sequía, que aunada a la prohibición de zonas turísticas por la pandemia del Covid-19 hoy forman parte de un panorama desolador para los habitantes de este lugar, quienes esperan que las recientes lluvias sean el inicio de mejores tiempos.
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De ser un centro de diversión también llamado “medicinal”, San Diego de Alcalá pasó a ser un pueblo desierto, pues al cierre del balneario sobrevino la falta de recursos para alimentar a las reses, por lo que las únicas actividades económicas -turismo y ganadería- desparecieron, y con ellas, muchos de sus habitantes migraron.
"Muchos se fueron, para la ciudad -capital- o de plano al otro lado", afirmó el comisariado ejidal, Mario Antonio Herrera Jurado, quien dijo, actualmente viven unas 150 personas en San Diego de Alcalá, casi las mismas que en 2010, cuando según el Inegi, había poco más de 140 habitantes, como resultado de la migración de varias familias.
"Nos quedamos sin vida, aguantamos unos 150, cuando ya habíamos unas 200 gentes o más", refirió.
En la entrada del balneario principal, una propiedad privada que en la actualidad está cerrada, se pueden observar enormes candados, pues el paso a este centro recreativo se cerró de manera permanente, a raíz de la pandemia del Covid-19, sin que hasta el momento haya planes de una reapertura.
En el lugar se encuentran cabañas con "termas" individuales, albercas, juegos infantiles, y todo lo que hasta hace un par de años era uno de los principales centros con aguas termales del estado.
El área resulta inmensa, cuenta con un pequeño hotel, juegos de lámina, y las piscinas que fueron un punto de diversión que además resultaba accesible para todos los bolsillos.
“Con unos cien pesos entraban, los chamacos entraban con quince, luego los papás un poquito más, pero no es caro, tomando en cuenta que podrían estarse todo el día en familia, por eso también da tristeza que se acabó todo eso”, refirió el comisariado ejidal.
Todo en conjunto era una fuente de ingresos para las familias que habitaban el poblado hasta hace un año, pero poco a poco tuvieron que buscar otras opciones, y mientras que algunas permanecen por temporadas para trabajar en otros puntos del estado, muchos partieron de manera definitiva.
“La pérdida es mucha, porque mire, todas estas casitas ya están solas, muchas no se han vendido porque ya no es negocio aquí, nomás nos queda esperar a que la lluvia nos bendiga”, dijo Manuel.
*Cementerio de reses
Decenas de cadáveres de reses, yacen en la brecha que conduce a San Diego de Alcalá, a partir del entronque ubicado en el kilómetro 179 de la autopista Chihuahua-Delicias,
El camino da idea de lo poco que queda de una comunidad que años atrás recibía a cientos de turistas al año, unos 500 o más, cuentan habitantes del lugar.
La brecha se convirtió en un cementerio de bovinos que son alimento para aves carroñeras, pues la falta de pastizales y encarecimiento del forraje ante la ausencia de lluvias ha provocado la muerte del ganado; incluso, algunos pobladores optaron por dejar libres a los bovinos para que por sí solos buscaran alimento, sin éxito alguno.
Las pocas vacas que se observan en el camino a San Diego de Alcalá lucen desnutridas, mientras que los buitres han tenido suficiente comida desde que la sequía comenzó, y más aún a partir de la pandemia que ha terminado por quebrar la economía.
*Manantiales secos
Durante décadas, las aguas termales de este lugar fueron centro de atención para visitantes de distintas partes del estado, del país e incluso de Estados Unidos, pues de tres manantiales que hoy están secos, emergía agua a unos 30 a 40 grados centígrados, con propiedades curativas por sus minerales.
Pero no sólo el balneario principal de este lugar quedó sin operar, pues hay otras áreas llamadas “baños” que pertenecen a unos 75 ejidatarios del lugar que ofrecen el servicio de aguas termales, y que al igual que el área principal, ofreció durante años este atractivo al que cientos de personas acudían para aliviar males musculares, incluso enfermedades como artritis.
“Aquí venían hasta para ponerse guapas las muchachas, el barro se lo ponían en la cara, ya estando aquí aprovechaban de todo”, relató con nostalgia don Manuel, quien señala, en su caso se encuentran en espera de que el agua emerja lo suficiente y que Protección Civil autorice la reapertura de este servicio.
La esperanza de quienes aún viven en este lugar es que la sequía termine, y que los baños puedan abrirse al público como en antaño, incluso, se habla de la posibilidad de que el complejo principal opere como balneario, y no como aguas termales, pero sea como sea, los pobladores de San Diego de Alcalá no pierden la fe en que volverán a ser parte de los atractivos turísticos del estado.