"Como mexicanos, como cristianos y católicos, tenemos mucho que aportar y recibir en un México democrático y laico, respetuoso de cada persona, empezando por los no nacidos y ya concebidos, por los bebés, por niños, jóvenes, adultos y ancianos. Cada vida es sagrada", manifestó el vocero de la Arquidiócesis de Chihuahua, Pbro. Gustavo Sánchez Prieto sobre la información publicada por la SEP acerca de la determinación emitida sobre el uso de falda o pantalón, por varones y mujeres, en las escuelas públicas de la Ciudad de México.
Sobre el tema, destacó que llama la atención de la premura de la medida que inicia a partir de mañana.
"Es curioso un cambio de uniforme cuando está por concluir el año escolar. Al inicio de cada ciclo, ordinariamente los padres de familia, por economía, prefieren mantener los mismos uniformes, dijo.
Así mismo señaló que no hubo consulta con los padres de familia para esta determinación.
"Ignoro si solamente en la CDMX o si se pretende hacer extensiva la medida para toda la República, de cualquier forma se ignora que el Estado presta un servicio a la responsabilidad de los padres, que ni pueden ser sustituidos por el Estado, menos sometidos al pensamiento de unos cuantos que, como responsables de la Educación, están al servicio de la comunidad, de sus valores y principios, no por encima de ella", afirmó.
En ese sentido, señaló que no es cuestión de moda, de clima, de efectos prácticos o de economía, y que invita a la cuestión de cuál es el motivo.
"No siendo de Escocia, ignoro el motivo por el que los varones allá están acostumbrados a la posibilidad de usar falda, y viviendo en México, en el siglo XXI, no estamos acostumbrados al maquillaje de los faraones de Egipto de hace miles de años, ni a las mallas del Renacimiento. Con frecuencia se argumenta la defensa de las mujeres y la consabida equidad de género, que responde más a un presupuesto ideológico que una realidad natural".
Aunque reconoció que se debe trabajar por la igual dignidad de varones y mujeres, subrayó que es cierto que hay que educar a los niños y las niñas en el respeto de unos a otros, sin ignorar la diferencia natural que hay en su propia anatomía y en la vida de cada matrimonio y de cada familia.
"Al igual dignidad y el respeto que debemos a cada persona, va más allá de la ropa que trae. En el proceso educativo de niños y jóvenes, tenemos que respetar su identidad y formarlos para el respeto, que es más que tolerancia", finalizó.
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