/ lunes 15 de julio de 2019

Estafa el 90% de pedigüeños

Han encontrado la forma fácil y cómoda para obtener buenos ingresos

Vestidos de indocumentados o de deportados, con presuntas lesiones o padecimientos, son algunas de las formas en las que más de una centena de personas utiliza los cruceros para obtener recursos para subsistir, donde llegan a recabar entre 500 a 800 pesos por día en este negocio informal que algunos ciudadanos lo consideran como estafa, al engañar a las personas para recibir dinero, utilizando la tristeza y lástima para enganchar a las víctimas.

Se trata de las personas que piden dinero en los cruceros en la ciudad, donde según un estimado de las autoridades de seguridad, el 90% de éstas no padece ningún tipo de enfermedad, o tiene problemas económicos, simplemente que encontraron la vía fácil y cómoda para obtener ingresos.

Piden para operaciones “fantasma”, recetas de medicinas caras, para regresar a su país, para comer o para cualquier cosa que los ayude a recibir una moneda de los conductores, pero en realidad la mayoría de estas personas utilizan el dinero para seguir consumiendo droga, principalmente inhalantes y otras sustancias de bajo costo y calidad como el cristal.

Un sujeto que decidió reservar su identidad dice que en promedio al día llega a ganar de 500 a 800 pesos si le va “chido” o le invierte las suficientes horas por día; que cambia las monedas en una tienda de conveniencia y se retira a las 4:00 p.m. del crucero, a donde llega a las nueve de la mañana.

Reconoce que el dinero que gana es mucho, pero también sabe que la droga no puede esperar y que tiene que invertir por lo menos el 80% de las ganancias para comprar algunas sustancias, como pegamento o thinner, que lo ayuden a perder el conocimiento, para lo cual necesita comprar varias porciones en el día.

De lo que le sobra del dinero lo utiliza para comprar algún alimento en la noche, ya que cuando anda drogado no necesita comer o ni siquiera tiene hambre, porque no anda en sus cinco sentidos; cada día vuelve la misma rutina, porque la gente lo sigue apoyando en cada crucero que se llega a poner.

Desde hace más de cinco años, a un costado de la Catedral de Chihuahua está una señora de aproximadamente 55 años de edad, quien desde las ocho de la mañana y hasta las cuatro de la tarde pide “cooperación para comprar mis medicinas”, mostrando una receta falsa y sin visible padecimiento físico o interno.

En diferentes puntos de la ciudad hay decenas de casos, donde engañadores se visten de personas lesionadas de piernas o brazos, para caminar entre los vehículos y pedir una moneda; algunos conductores les entregan uno o tres pesos, y otros más dadivosos llegan a darles de 10 a 50 pesos, que hace que al final del día lleguen casi a los mil pesos diarios, supurando el salario mínimo establecido en el país.

Los ingresos que están obteniendo estas personas que dedican su vida a la limosna en las calles son entre 9 mil y 20 mil pesos mensuales, sólo con pedir una moneda “para una operación” o para regresar a su país de origen “porque los acaban de deportar de los Estados Unidos”, ahora que se dio el tema de la crisis migratoria en la frontera.

“¿Tienes tres pesos para el camión?”, “cinco pesos para una llamada...”, “una ayuda para comer”, “una moneda para mis medicinas”, “un apoyo para regresar a mi país”, “no somos de aquí y acabamos de llegar”, esta y otras frases son las que utilizan las personas mientras pasan de vehículo en vehículo, donde algunos regalan de uno a cinco pesos, alimentos y otras cuestiones.

Comúnmente estas personas optan por tomar puntos estratégicos donde hay alto flujo vehicular, como son los cruces con el bulevar Ortiz Mena, avenida Pacheco, bulevar Juan Pablo II, avenida Tecnológico y puntos aledaños al periférico de la Juventud, donde hay mayor concentración de riqueza, ya que hay mayor plusvalía en la zona y por ende blancos para su engaño.

A decir de uno de uno de los entrevistados, sus principales víctimas son adultos mayores y mujeres jóvenes, quienes se solidarizan con ellos y les entregan una moneda al conocer la supuesta difícil situación económica por la que están pasando, o les creen la historia aunque muchos de ellos pasan con botes de plástico donde guardan parte de sus inhalantes.

Aunque no todas las personas que piden en los cruceros tienen las mismas condiciones y necesidades como los que dedican su vida a estafar, pues sí hay un reducido grupo que hace bailes o acrobacias, y hasta son payasos, que buscan una moneda para poder salir adelante.

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Se trata de las personas que piden dinero en los cruceros en la ciudad, donde según un estimado de las autoridades de seguridad, el 90% de éstas no padece ningún tipo de enfermedad, o tiene problemas económicos, simplemente que encontraron la vía fácil y cómoda para obtener ingresos.

Piden para operaciones “fantasma”, recetas de medicinas caras, para regresar a su país, para comer o para cualquier cosa que los ayude a recibir una moneda de los conductores, pero en realidad la mayoría de estas personas utilizan el dinero para seguir consumiendo droga, principalmente inhalantes y otras sustancias de bajo costo y calidad como el cristal.

Un sujeto que decidió reservar su identidad dice que en promedio al día llega a ganar de 500 a 800 pesos si le va “chido” o le invierte las suficientes horas por día; que cambia las monedas en una tienda de conveniencia y se retira a las 4:00 p.m. del crucero, a donde llega a las nueve de la mañana.

Reconoce que el dinero que gana es mucho, pero también sabe que la droga no puede esperar y que tiene que invertir por lo menos el 80% de las ganancias para comprar algunas sustancias, como pegamento o thinner, que lo ayuden a perder el conocimiento, para lo cual necesita comprar varias porciones en el día.

De lo que le sobra del dinero lo utiliza para comprar algún alimento en la noche, ya que cuando anda drogado no necesita comer o ni siquiera tiene hambre, porque no anda en sus cinco sentidos; cada día vuelve la misma rutina, porque la gente lo sigue apoyando en cada crucero que se llega a poner.

Desde hace más de cinco años, a un costado de la Catedral de Chihuahua está una señora de aproximadamente 55 años de edad, quien desde las ocho de la mañana y hasta las cuatro de la tarde pide “cooperación para comprar mis medicinas”, mostrando una receta falsa y sin visible padecimiento físico o interno.

En diferentes puntos de la ciudad hay decenas de casos, donde engañadores se visten de personas lesionadas de piernas o brazos, para caminar entre los vehículos y pedir una moneda; algunos conductores les entregan uno o tres pesos, y otros más dadivosos llegan a darles de 10 a 50 pesos, que hace que al final del día lleguen casi a los mil pesos diarios, supurando el salario mínimo establecido en el país.

Los ingresos que están obteniendo estas personas que dedican su vida a la limosna en las calles son entre 9 mil y 20 mil pesos mensuales, sólo con pedir una moneda “para una operación” o para regresar a su país de origen “porque los acaban de deportar de los Estados Unidos”, ahora que se dio el tema de la crisis migratoria en la frontera.

“¿Tienes tres pesos para el camión?”, “cinco pesos para una llamada...”, “una ayuda para comer”, “una moneda para mis medicinas”, “un apoyo para regresar a mi país”, “no somos de aquí y acabamos de llegar”, esta y otras frases son las que utilizan las personas mientras pasan de vehículo en vehículo, donde algunos regalan de uno a cinco pesos, alimentos y otras cuestiones.

Comúnmente estas personas optan por tomar puntos estratégicos donde hay alto flujo vehicular, como son los cruces con el bulevar Ortiz Mena, avenida Pacheco, bulevar Juan Pablo II, avenida Tecnológico y puntos aledaños al periférico de la Juventud, donde hay mayor concentración de riqueza, ya que hay mayor plusvalía en la zona y por ende blancos para su engaño.

A decir de uno de uno de los entrevistados, sus principales víctimas son adultos mayores y mujeres jóvenes, quienes se solidarizan con ellos y les entregan una moneda al conocer la supuesta difícil situación económica por la que están pasando, o les creen la historia aunque muchos de ellos pasan con botes de plástico donde guardan parte de sus inhalantes.

Aunque no todas las personas que piden en los cruceros tienen las mismas condiciones y necesidades como los que dedican su vida a estafar, pues sí hay un reducido grupo que hace bailes o acrobacias, y hasta son payasos, que buscan una moneda para poder salir adelante.

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