/ jueves 11 de marzo de 2021

Fraseario | El 8M y el muro de la 4T

En vísperas del Día Internacional de la Mujer, el gobierno de la 4T, liderado por el presidente Andrés Manuel López Obrador, instaló -entre otros- un muro metálico en el perímetro de Palacio Nacional. Muro que, según la 4T, era instrumento y símbolo de paz.

El detalle es que, si de instrumentos y simbolismos hablamos, es necesario recordar, analizar, entender y comprender lo que históricamente ha implicado el uso de muros (vallas, murallas o barricadas) como el que fue instalado en Palacio Nacional. Es decir, que los muros de ese tipo han sido (son y serán) un instrumento y símbolo de división, un instrumento y símbolo de protección frente a una invasión enemiga, pero nunca un instrumento o símbolo de paz.

Que el muro no era para reprimir, era para proteger, argumentó la 4T y compañía, luego de la enorme ola de críticas. Y bueno, lo cierto es que su barricada no funcionó del todo como instrumento de represión, porque el muro fue convertido (por el “enemigo”) en un memorial para las víctimas de feminicidio.

Que quede claro que estoy en contra del vandalismo y a favor de que las autoridades correspondientes cumplan con su obligación de proteger la integridad física del patrimonio cultural y a las personas que están cerca de una manifestación que no es pacífica. Sin embargo, también debe quedar claro que no es posible estar en contra de las manifestaciones legítimas y pacíficas que se han visto forzadas que recurrir a acciones extremas porque “por las buenas” no ha llegado la justicia, y que es inaceptable estar a favor de quien tiene que instalar un muro para poder garantizar la tranquilidad, la seguridad y la libertad de las personas.

Según la 4T y compañía, el muro metálico fue instalado para evitar provocaciones (del “enemigo”) y garantizar la seguridad de las mujeres. El asunto es que, como bien lo dijo James G. Stavridis, “En el siglo XXI, no podemos crear seguridad construyendo muros” porque “Cuando uno levanta muros, está volviendo a la Edad Media. Si no encuentras ninguna otra forma de resolver los problemas humanos, estás dando marcha atrás en el tiempo”, agregaría José Saramago.

El caso es que el pasado 8 de marzo no solo quedó evidenciado que las ideas y soluciones provenientes del autoproclamado “gobierno de la cuarta transformación” son mediocres, deficientes y retrógradas; sino también que el muro que levantaron no era un instrumento de paz, sino una fiel representación de la profunda división y polarización social que fría y calculadoramente ha provocado el presidente López Obrador, y que ese muro que la 4T (y compañía) instaló para evitar provocaciones, fue en realidad un instrumento de provocación cuyos efectos serán -sin duda alguna- utilizados, a modo y conveniencia, por su líder “moral”.

En esta ocasión, finalizo parafraseando lo dicho alguna vez por la escritora inglesa Virginia Woolf: Amuralla y cierra tu palacio si quieres; pero no hay muro ni puerta ni cerradura ni cerrojo que puedas imponer a la libertad de nuestra mente.

laecita@gmail.com

En vísperas del Día Internacional de la Mujer, el gobierno de la 4T, liderado por el presidente Andrés Manuel López Obrador, instaló -entre otros- un muro metálico en el perímetro de Palacio Nacional. Muro que, según la 4T, era instrumento y símbolo de paz.

El detalle es que, si de instrumentos y simbolismos hablamos, es necesario recordar, analizar, entender y comprender lo que históricamente ha implicado el uso de muros (vallas, murallas o barricadas) como el que fue instalado en Palacio Nacional. Es decir, que los muros de ese tipo han sido (son y serán) un instrumento y símbolo de división, un instrumento y símbolo de protección frente a una invasión enemiga, pero nunca un instrumento o símbolo de paz.

Que el muro no era para reprimir, era para proteger, argumentó la 4T y compañía, luego de la enorme ola de críticas. Y bueno, lo cierto es que su barricada no funcionó del todo como instrumento de represión, porque el muro fue convertido (por el “enemigo”) en un memorial para las víctimas de feminicidio.

Que quede claro que estoy en contra del vandalismo y a favor de que las autoridades correspondientes cumplan con su obligación de proteger la integridad física del patrimonio cultural y a las personas que están cerca de una manifestación que no es pacífica. Sin embargo, también debe quedar claro que no es posible estar en contra de las manifestaciones legítimas y pacíficas que se han visto forzadas que recurrir a acciones extremas porque “por las buenas” no ha llegado la justicia, y que es inaceptable estar a favor de quien tiene que instalar un muro para poder garantizar la tranquilidad, la seguridad y la libertad de las personas.

Según la 4T y compañía, el muro metálico fue instalado para evitar provocaciones (del “enemigo”) y garantizar la seguridad de las mujeres. El asunto es que, como bien lo dijo James G. Stavridis, “En el siglo XXI, no podemos crear seguridad construyendo muros” porque “Cuando uno levanta muros, está volviendo a la Edad Media. Si no encuentras ninguna otra forma de resolver los problemas humanos, estás dando marcha atrás en el tiempo”, agregaría José Saramago.

El caso es que el pasado 8 de marzo no solo quedó evidenciado que las ideas y soluciones provenientes del autoproclamado “gobierno de la cuarta transformación” son mediocres, deficientes y retrógradas; sino también que el muro que levantaron no era un instrumento de paz, sino una fiel representación de la profunda división y polarización social que fría y calculadoramente ha provocado el presidente López Obrador, y que ese muro que la 4T (y compañía) instaló para evitar provocaciones, fue en realidad un instrumento de provocación cuyos efectos serán -sin duda alguna- utilizados, a modo y conveniencia, por su líder “moral”.

En esta ocasión, finalizo parafraseando lo dicho alguna vez por la escritora inglesa Virginia Woolf: Amuralla y cierra tu palacio si quieres; pero no hay muro ni puerta ni cerradura ni cerrojo que puedas imponer a la libertad de nuestra mente.

laecita@gmail.com