Las declaraciones de la viuda y los hijastros de Leopoldo Eduardo Soto Cortez, hundieron a los agentes que participaron en su detención arbitraria y posterior fallecimiento, según se ventiló por parte del Ministerio Público de la causa penal.
Durante la audiencia se dio lectura también a 11 testimoniales de agentes policiacos que participaron directa e indirectamente en la detención, aunque en las mismas argumentaciones se asienta que a su llegada Leopoldo Eduardo Soto amenazó con matar a uno de sus hijastros; incluso lo tomó del cuello a manera de rehén para evitar que se lo llevaran, los menores declararon abusos desmedidos contra el fallecido y ellos.
También los hijastros declararon que tuvieron enfrentamientos a golpes con los uniformados al ver que el padrastro era salvajemente golpeado, ellos declararon que Leopoldo nunca atacó a los policías, sólo no dejaba que se lo llevaran.
“Agarraron a mi padrastro a golpes y chicharrazos en los testículos”, declararon los familiares de la víctima ante la juez del caso.
Unos 40 minutos antes de dicha intervención se había presentado un conato de riña en el bar de la avenida 16 y Fuentes Mares, la cual fue iniciada al calor de la copas y en la que Leopoldo había intervenido para defender a su mujer, quien peleó con otra fémina, sin embargo, también otros hombres se metieron en la riña.
Al reclamarle que lo habían golpeado por su culpa, la discusión subió de tono. Por lo que la mujer decide irse aparte del bar.
Al anticipar que Leopoldo se iba a poner violento, la ahora viuda decide pedir el apoyo de un primo hermano, el cual había llegado para mediar un conflicto, que es policía municipal.
Minutos después, una vez en el domicilio, al disponerse a dormir inicia la discusión en la cual Leopoldo le reclamó por qué había dejado el carro con una hermana, ya que ese día (18), iban a irse a Sonora de vacaciones.
La viuda de Leopoldo asienta en su declaración que apoyaba que se lo llevaran “para que se le bajara la peda”, sin embargo, cambia de parecer cuando todos se le abalanzan para golpearlo y someterlo.
Los hijastros del fallecido al ver que estaban golpeando, le gritaban que lo dejaran en paz, tanto la mujer como los hijos documentaron el uso desmedido de la fuerza, además que los uniformados no permitieron grabar la acción.
Los menores expusieron que ambos ejercían violencia y se golpeaban el uno al otro, sin embargo, ese día Soto no quería agredir a su pareja, y era ella quien lo golpeaba.
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