Con la esperanza de poder pasar la Navidad en el vecino país, migrantes siguen entregándose a las autoridades norteamericanas, en su mayoría haitianos.
Tal es la historia de Joseph, quien ha decidió cruzar a las 10:49 de la mañana por el Río Bravo, antes de hacerlo, se quita los zapatos, esto mientras sostiene a su pequeña de 2 años con un brazo para que no la alcancen las aguas negras que corren por el río.
A la mitad del camino, se detienen para decir adiós con la mano que ha quedado cubierta de tierra y que se aprecia, están resecas por el frío y descuido. Sus rostros, se han perdido con el reflejo de la sonrisa que han soltado al pensar que ya están del lado americano y que quizá, pronto podrán dejar de vivir en suspenso para vivir el sueño americano.
Al cruzar de lado americano, Joseph y su esposa, logran pisar el concreto que ha quedado cubierto de ropa y zapatos de migrantes que han cruzado a la misma altura, se quitan los calcetines, sacan unas chanclas de la mochila y comienzan a caminar entre la loma de tierra para entregarse a las autoridades norteamericanas, quienes decidirán si son retornados bajo los Protocolos de Protección a Migrantes (MPP) o bajo el Título 42.
A los cinco minutos, se acerca otra familia de tres integrantes acompañados por dos personas, quienes esperaron en el límite mientras ellos cruzaban.
“Suerte, todo va a salir bien”, fueron las últimas palabras que cruzó Jean con su familia, pues él se quedaría del lado mexicano mientras la situación mejoraba.
“Nosotros somos de Haití, pero ahorita decidimos salir de Chile, hicimos cuatro meses de camino, llegamos a Tapachula y ahí nos quedamos unas semanas, fue ya que nos venimos a Juárez”, expresó Jean.
Mencionó que el trayecto ha sido muy cansado, sin embargo mantiene su fe, en que pronto podrán estar del otro lado y comenzar a vivir, ya que para ellos, esto no es vida.