Una nueva Belén se ha instalado en la sala de la familia de Erika Diez y su esposo José Martínez, quien han dedicado cuatro meses a la creación que ha requerido más de 300 figuras, 60 metros de papel estraza, 15 kilogramos de musgo, y un corazón devoto a la escena del pesebre con la Natividad del Niño Dios.
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“Empezamos a planearlo desde agosto, luego lo montamos en septiembre, nos ha tomado muchísimo esfuerzo y tiempo para hacer las montañas y el escenario, nos tomó como un mes. Todo está hecho de manera artesanal, las montañas son de papel estraza, alrededor de 60 metros y 15 kilos de musgo”, compartió Erika.
Entre las muchas escenas de la aldea de Belén, están las del panadero, los romanos, los campesinos, los establos, la laguna, las señoras que lavan la ropa, con los pañales de sus hijos, y de las embarazadas que preparan todo para cuando nazcan. Todo en una escena detenida en el tiempo, de la historia más bonita de la humanidad, en un espacio de 2.70 metros de ancho por 2 metros de longitud y 2.60 metros de alto.
“Cada escena que formamos, es una oración. Para mí, esto es como invitar a la gente a volver a nuestras tradiciones. Esta tradición nos viene de nuestra herencia cristiana, pero llegó un momento en que el árbol de navidad empezó a conquistar las casas, y en algunos casos, dejaron un pequeño pesebre, como para no dejar. Yo no pongo árbol de navidad, para mí la navidad es esto, es honrar a Jesús, invitarlo a mi casa, que sus vivencias, su vida, lo que tuvieron que pasar María y José de pedir donde quedarse, de los Reyes Magos, es lo más lindo para mí. La esencia y la realidad de la navidad”, compartió Erika.
Suman más de 300 figuras, de las que algunas, han trascendido generaciones –unas de más de cien años-, desde las bisabuelas de Erika; otras han llegado al ser obsequiadas, otras eran del nacimiento de la casa de sus padres, que fueron sustituidas por piezas más modernas. Este año se agregaron figuritas de niños y de un canastero. Agregó un árbol de higos y un pastor dormilón descansando bajo él.
Tiene figuras artesanales mexicanas de barro, y otras también artesanales italianas, con un bello trabajo de resina. También ha construido casas de material reciclable, José, que es restaurador, ha colaborado con el mantenimiento de las figuras, manteniéndolas como nuevas.
También hay animales, entre los que sobresalen las ovejas de los pastorcillos, pero también hay gallinas, gatos, perros, patos, cisnes que se han ido agregando a la composición. Así mismo, está la florería, el mercado, donde se vendían las especies, y los aceites. La carpintería de San José fue hecha con madera, y la cascada es el área donde se colocaron a los pescadores y a las mujeres que lavan ropa. En la parte superior viven los ermitaños, que eran los sabios de su tiempo.
“Este año tenemos una petición muy grande. Pienso, que al igual que todos, pedimos por la salud, por la paz. Hemos sido tocados por esta situación, y sufrimos mucho; pero gracias a Dios que se curara un hermano que tuvimos muy enfermo. Este nacimiento de Dios debe ser una representación para todos, de que Dios está aquí. Y celebrar esta navidad, abriendo nuestros corazones, y saber que Dios va a nacer en nosotros, y que viene a curar esos corazones que no han podido aceptar lo que está pasando, y aceptar que es una nueva normalidad, y seguir viviendo y disfrutando la vida”, finalizó.
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