/ domingo 17 de diciembre de 2017

Obras abandonadas por desinterés de los Gobiernos

Decoración Sexenal

¿Qué tienen en común el Mirador del centro, el Monumento al Policía Caído y las Fuentes Danzarinas? Aparte de encontrarse casi en el mismo espacio, son clarísimo ejemplo de un fenómeno que se podría llamar “decoración sexenal”.

En el cuadro conformado por las avenidas Niños Héroes, Carranza y Juárez, así como la calle Neri Santos, desde hace varios sexenios se ha ido “construyendo” un monumento al olvido de las administraciones anteriores, porque cada gobierno en turno parece cumplir sus proyectos (¿caprichos?) relegando los de quien les precedió.

Desde Patricio Martínez hasta César Duarte transcurrieron 18 años en los que uno quitó y puso; el otro llegó y quitó lo que el primero puso para poner lo que un tercero quitaría en aras de hacer su voluntad con los espacios públicos.

Como lo anterior puede sonar más a “trabalenguas mental” , lo mejor en este caso es explicarlo, pero no con las manzanitas que se acostumbraban en primaria, sino con las manzanas que, poco a poco fueron cayendo demolidas para dar paso a una “modernidad” que, en buena parte, hoy es motivo de vergüenza para la ciudadanía y auténtico espanto para el turismo y nadie parece mover un dedo para remediarlo.

Una alberca olímpica… mente ignorada

 

 

Podría decirse que la “primera piedra” de este “Monumento al olvido de las administraciones anteriores” la puso Patricio Martínez García, quien en sus épocas de gobernador no dejó piedra sobre piedra en el cuadro anteriormente mencionado, con la idea de hacer una Macroplaza similar a la de Monterrey con estacionamiento subterráneo incluido.

Con bombo y platillos se presentó una maqueta con el proyecto que convertiría parte de la avenida Venustiano Carranza en un túnel (similar al de la actual Independencia) y permitiría el paso libre de los peatones en la superficie de la enorme plaza.

Sin embargo, ese proyecto jamás se cristalizó, y casi desde entonces los terrenos que quedaron a ambos costados de la Carranza fungieron como estacionamientos. Al menos, la demolición de esas cuadras sirvió para ponerle un curita a la herida que representa el enorme parque vehicular de esta ciudad… aunque aquello no dejaba de verse “medio feo”.

La fealdad pareció acabarse en 2011, cuando (ya en la administración duartista) se contempló construir un nuevo edificio que fungiera como sede del Congreso Local que estaría ubicado entre las calles Juárez, Niños Héroes, 13 y Venustiano Carranza, frente a la “Plaza de la Grandeza”.

Se anunció una inversión que, según versiones, osciló entre los 500 y los 900 millones de pesos. Las obras comenzaron, se aplanó y preparó el terreno de Niños Héroes y Carranza, se construyeron algunos cimientos y muros… y ya.

No se puede decir que la construcción quedó suspendida sin decir “agua va”, porque el agua “fue” y sigue yendo desde entonces. Los muros a medio construir han servido de contenedor a agua potable que lleva años filtrándose cada vez que la presión sube en el área, convirtiendo al frustrado inmueble en una alberca.

Y si esa piscina merece el adjetivo de olímpica, es porque ha sido olímpicamente ignorada por las autoridades correspondientes. La gente ha tenido que acostumbrarse a los fétidos olores que desprende el agua estancada en tiempo de calor, a la lama y al inevitable foco de infecciones que tanto se esmera en combatir el Gobierno en sus campañas de salud.

El edificio que no fue también es hotel, pues en un recorrido breve por las zonas a donde las aguas no pueden subir, se pudieron apreciar colchones y cobijas seguramente utilizadas por gente que se ve en la necesidad de pasar la noche a la intemperie, con la esperanza de sobrevivir a las heladas de madrugada en algún resquicio de ese abandonado terreno.

Hablando de callejones, el que se conforma por la calle Novena y que “choca” con la Doblado está de pensarse por las noches, debido a la pésima iluminación y a la escasa vigilancia que tiene este desastroso rincón que comenzó a gestarse hace tres sexenios.

 

Un mirador que no sirve para mirar

 

 

Durante la administración de José Reyes Baeza se construyó la Torre Mirador donde años atrás se ubicara el edificio de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT). Sin embargo, fue un proyecto que, como suele decirse, nació muerto.

No obstante se derrumbó el edifico que albergaba las instalaciones de la citada dependencia federal y se modernizó por el mirador, este último hubo de clausurarse casi de inmediato, dada la altura y poca accesibilidad por la cantidad de escaleras que lo componían.

En 2015 se realizaron algunos trabajos de modernización en el lugar con el objeto de realizar ahí un complejo cultural que tendría puestas en escena, exposiciones pictóricas y presentaciones musicales. Pero todo se quedó como la obra, como castillo en el aire.

En su lugar, el ex gobernador César Duarte intentó poner su toque sexenal (perdón, personal) y darle un poco de vida a la estructura con la polémica “Galería de la memoria y recuperación de la paz”, pero debido a las imágenes ahí presentadas, tan llenas de sangre y violencia, ocurrió todo lo contrario y al lugar no volvieron a pararse ni las moscas.

La exposición fue cerrada en mayo pasado… cuando ya era otra la administración estatal, y el mirador volvió a sus épocas de clausura, frustrando así a decenas de turistas que, al pasar por ahí, se dan cuenta que hay un mirador… del cual nada se puede mirar.

Quién sabe hasta qué sexenio (perdón, oootra vez). Quién sabe hasta cuándo.

 

Ni fuentes, ni danzarinas

 

 

Herencia también del reyesbaecismo son las fuentes danzarinas, a las que sólo el nombre les quedó. Siguiendo con la costumbre de los gobernantes, a José Reyes le pareció buena idea convertir el terreno dejado por Patricio Martínez en un espectáculo que sirviera para que los chihuahuenses pasaran tardes y noches entretenidas.

Y en sus primeros años, así fue. Durante casi todo su sexenio, el lugar fue delicia de chicos y grandes, incluso de eloteros que desde entonces sentaron sus reales. Las fuentes llegaron a ser un atractivo turístico que incluso alcanzó fama internacional.

Pero todo terminó con la llegada de una nueva administración. Las tradicionales funciones comenzaron a realizarse, primero a veces, luego a capricho de los “responsables” y finalmente, junto con el agua, que ya comenzaba a enlamarse y a oler mal, la diversión se fue por un tubo.

Desde entonces, las complejas tuberías del lugar parecen más bien una escultura  que asemeja al nudo gordiando, imposible de desenredar por la administración pasada, y al parecer por la actual, porque, después de todo, fue “capricho de Reyes”.

Entre tanto, donde antes el vital líquido bailaba alegremente, hoy se remolinea la basura y el polvo, y único baile que se puede inferir es el de los ratones sabedores de que el gato está fuera de casa, literal.

La gente se sigue sentando en las descuidadas gradas del lugar. Algunos para descansar, otros para esperar el regreso del espectáculo de los bailes, que, de acuerdo a fuentes muy confiables, regresarán más pronto que los malos olores. Sin embargo, se toman esa información con las reservas del caso, porque así como hay de bailes a bailes, también hay de fuentes a fuentes.

Desde Carlos, hasta aquellas de que fidedignas (y de danzarinas) no tienen nada.

 

Pista de basura

 

 

Ciertamente, no todos los olvidos son imputables a los gobiernos actuales. Gran parte de la responsabilidad corresponde a la ciudadanía, y para muestra, la pista de patinaje sobre hielo recientemente instalada.

En sí, la pista no es problema, sino las gradas, y más propiamente hablando, el grotesco espectáculo que existe debajo de ella: kilos y kilos de basura, residuos de comida que se vende en los alrededores, dan un pésimo aspecto al espectáculo y son muestra de que las autoridades no todo lo pueden: hace falta el granito de arena de cada uno.

 

¿Qué tienen en común el Mirador del centro, el Monumento al Policía Caído y las Fuentes Danzarinas? Aparte de encontrarse casi en el mismo espacio, son clarísimo ejemplo de un fenómeno que se podría llamar “decoración sexenal”.

En el cuadro conformado por las avenidas Niños Héroes, Carranza y Juárez, así como la calle Neri Santos, desde hace varios sexenios se ha ido “construyendo” un monumento al olvido de las administraciones anteriores, porque cada gobierno en turno parece cumplir sus proyectos (¿caprichos?) relegando los de quien les precedió.

Desde Patricio Martínez hasta César Duarte transcurrieron 18 años en los que uno quitó y puso; el otro llegó y quitó lo que el primero puso para poner lo que un tercero quitaría en aras de hacer su voluntad con los espacios públicos.

Como lo anterior puede sonar más a “trabalenguas mental” , lo mejor en este caso es explicarlo, pero no con las manzanitas que se acostumbraban en primaria, sino con las manzanas que, poco a poco fueron cayendo demolidas para dar paso a una “modernidad” que, en buena parte, hoy es motivo de vergüenza para la ciudadanía y auténtico espanto para el turismo y nadie parece mover un dedo para remediarlo.

Una alberca olímpica… mente ignorada

 

 

Podría decirse que la “primera piedra” de este “Monumento al olvido de las administraciones anteriores” la puso Patricio Martínez García, quien en sus épocas de gobernador no dejó piedra sobre piedra en el cuadro anteriormente mencionado, con la idea de hacer una Macroplaza similar a la de Monterrey con estacionamiento subterráneo incluido.

Con bombo y platillos se presentó una maqueta con el proyecto que convertiría parte de la avenida Venustiano Carranza en un túnel (similar al de la actual Independencia) y permitiría el paso libre de los peatones en la superficie de la enorme plaza.

Sin embargo, ese proyecto jamás se cristalizó, y casi desde entonces los terrenos que quedaron a ambos costados de la Carranza fungieron como estacionamientos. Al menos, la demolición de esas cuadras sirvió para ponerle un curita a la herida que representa el enorme parque vehicular de esta ciudad… aunque aquello no dejaba de verse “medio feo”.

La fealdad pareció acabarse en 2011, cuando (ya en la administración duartista) se contempló construir un nuevo edificio que fungiera como sede del Congreso Local que estaría ubicado entre las calles Juárez, Niños Héroes, 13 y Venustiano Carranza, frente a la “Plaza de la Grandeza”.

Se anunció una inversión que, según versiones, osciló entre los 500 y los 900 millones de pesos. Las obras comenzaron, se aplanó y preparó el terreno de Niños Héroes y Carranza, se construyeron algunos cimientos y muros… y ya.

No se puede decir que la construcción quedó suspendida sin decir “agua va”, porque el agua “fue” y sigue yendo desde entonces. Los muros a medio construir han servido de contenedor a agua potable que lleva años filtrándose cada vez que la presión sube en el área, convirtiendo al frustrado inmueble en una alberca.

Y si esa piscina merece el adjetivo de olímpica, es porque ha sido olímpicamente ignorada por las autoridades correspondientes. La gente ha tenido que acostumbrarse a los fétidos olores que desprende el agua estancada en tiempo de calor, a la lama y al inevitable foco de infecciones que tanto se esmera en combatir el Gobierno en sus campañas de salud.

El edificio que no fue también es hotel, pues en un recorrido breve por las zonas a donde las aguas no pueden subir, se pudieron apreciar colchones y cobijas seguramente utilizadas por gente que se ve en la necesidad de pasar la noche a la intemperie, con la esperanza de sobrevivir a las heladas de madrugada en algún resquicio de ese abandonado terreno.

Hablando de callejones, el que se conforma por la calle Novena y que “choca” con la Doblado está de pensarse por las noches, debido a la pésima iluminación y a la escasa vigilancia que tiene este desastroso rincón que comenzó a gestarse hace tres sexenios.

 

Un mirador que no sirve para mirar

 

 

Durante la administración de José Reyes Baeza se construyó la Torre Mirador donde años atrás se ubicara el edificio de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT). Sin embargo, fue un proyecto que, como suele decirse, nació muerto.

No obstante se derrumbó el edifico que albergaba las instalaciones de la citada dependencia federal y se modernizó por el mirador, este último hubo de clausurarse casi de inmediato, dada la altura y poca accesibilidad por la cantidad de escaleras que lo componían.

En 2015 se realizaron algunos trabajos de modernización en el lugar con el objeto de realizar ahí un complejo cultural que tendría puestas en escena, exposiciones pictóricas y presentaciones musicales. Pero todo se quedó como la obra, como castillo en el aire.

En su lugar, el ex gobernador César Duarte intentó poner su toque sexenal (perdón, personal) y darle un poco de vida a la estructura con la polémica “Galería de la memoria y recuperación de la paz”, pero debido a las imágenes ahí presentadas, tan llenas de sangre y violencia, ocurrió todo lo contrario y al lugar no volvieron a pararse ni las moscas.

La exposición fue cerrada en mayo pasado… cuando ya era otra la administración estatal, y el mirador volvió a sus épocas de clausura, frustrando así a decenas de turistas que, al pasar por ahí, se dan cuenta que hay un mirador… del cual nada se puede mirar.

Quién sabe hasta qué sexenio (perdón, oootra vez). Quién sabe hasta cuándo.

 

Ni fuentes, ni danzarinas

 

 

Herencia también del reyesbaecismo son las fuentes danzarinas, a las que sólo el nombre les quedó. Siguiendo con la costumbre de los gobernantes, a José Reyes le pareció buena idea convertir el terreno dejado por Patricio Martínez en un espectáculo que sirviera para que los chihuahuenses pasaran tardes y noches entretenidas.

Y en sus primeros años, así fue. Durante casi todo su sexenio, el lugar fue delicia de chicos y grandes, incluso de eloteros que desde entonces sentaron sus reales. Las fuentes llegaron a ser un atractivo turístico que incluso alcanzó fama internacional.

Pero todo terminó con la llegada de una nueva administración. Las tradicionales funciones comenzaron a realizarse, primero a veces, luego a capricho de los “responsables” y finalmente, junto con el agua, que ya comenzaba a enlamarse y a oler mal, la diversión se fue por un tubo.

Desde entonces, las complejas tuberías del lugar parecen más bien una escultura  que asemeja al nudo gordiando, imposible de desenredar por la administración pasada, y al parecer por la actual, porque, después de todo, fue “capricho de Reyes”.

Entre tanto, donde antes el vital líquido bailaba alegremente, hoy se remolinea la basura y el polvo, y único baile que se puede inferir es el de los ratones sabedores de que el gato está fuera de casa, literal.

La gente se sigue sentando en las descuidadas gradas del lugar. Algunos para descansar, otros para esperar el regreso del espectáculo de los bailes, que, de acuerdo a fuentes muy confiables, regresarán más pronto que los malos olores. Sin embargo, se toman esa información con las reservas del caso, porque así como hay de bailes a bailes, también hay de fuentes a fuentes.

Desde Carlos, hasta aquellas de que fidedignas (y de danzarinas) no tienen nada.

 

Pista de basura

 

 

Ciertamente, no todos los olvidos son imputables a los gobiernos actuales. Gran parte de la responsabilidad corresponde a la ciudadanía, y para muestra, la pista de patinaje sobre hielo recientemente instalada.

En sí, la pista no es problema, sino las gradas, y más propiamente hablando, el grotesco espectáculo que existe debajo de ella: kilos y kilos de basura, residuos de comida que se vende en los alrededores, dan un pésimo aspecto al espectáculo y son muestra de que las autoridades no todo lo pueden: hace falta el granito de arena de cada uno.

 

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