/ martes 18 de mayo de 2021

Hijos de jornaleros: aprender a leer en medio de la siembra

En el estado de Chihuahua existen 30 de estos centros educativos, de los cuales, 16 se encuentran en albergues, el resto, en aulas móviles cerca de los campos agrícolas

Jiménez, Chih.- Ahí donde no hay classroom ni google meet, donde el zoom ni siquiera suena a algo parecido en su dialecto, es donde la educación a distancia se ha convertido en un verdadero reto, donde obstáculos como el rezago escolar forzado, por la vida nómada de los jornaleros migrantes, en su mayoría indígenas, que cada temporada viajan de un lugar a otro en búsqueda de trabajo, al punto que es difícil priorizar la educación de sus hijos.

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Mucho se ha hablado de la transición que el sector educativo tuvo que dar a los medios digitales y adentrarse a la ya generalizada educación a distancia, donde la brecha digital y de acceso a las redes y tecnologías, han dificultado la labor del docente.

Sin embargo, hay lugares donde esas brechas y retos, se convierten en grandes obstáculos que se combinan con barreras lingüísticas, culturales, económicas y sociales, obligando al maestro a buscar formas adicionales a las ya inventadas durante esta pandemia, para poder seguir llevando el conocimiento a los párvulos.

Tal es el caso de los centros educativos para la niñez migrante, los cuales se localizan principalmente en albergues para jornaleros agrícolas, o en comunidades donde la labor del campo concentra mano de obra migrante, y hace necesario contar con una escuela para los hijos de los trabajadores del campo.

¿CÓMO SURGEN ESTOS CENTROS EDUCATIVOS?

Flor Vargas, quien funge como enlace de educación migrante y menonita, de la dirección de atención a la diversidad, y acciones transversales de los Servicios Educativos del Estado de Chihuahua (Seech), explicó que en su momento, la Secretaría de Desarrollo Social de la República (Sedesol), se dio a la tarea de construir los albergues para los trabajadores del campo, migrantes.

Ante la necesidad de brindar educación a los hijos de los jornaleros, se firmó un acuerdo con la Secretaría de Educación Pública, por lo que en cada albergue se edificó o se habilitó un aula, para albergar una escuela para los hijos de los jornaleros.

En el estado de Chihuahua existen 30 de estos centros educativos, de los cuales, 16 se encuentran en albergues, el resto, en aulas móviles cerca de los campos agrícolas, o en escuelas que fueron construidas por agricultores.

Estos 30 centros educativos se localizan en los municipios de López, Jiménez, Camargo, Saucillo, Delicias, Rosales, Meoqui, Ojinaga, Ahumada, Aldama, Cuauhtémoc, Namiquipa, Guerrero, Carichí, Galeana, Buenaventura, Casas Grandes, Nuevo Casas Grandes, Janos y Ascensión.

El impacto o alcance de estos espacios de instrucción, es tal, que en los últimos años el Programa de Educación Para Niñas, Niños y Adolescentes, hijos de familias de jornaleros agrícolas, ha atendido un promedio de mil 500 alumnos en toda la entidad, en varias modalidades.

Además, se calcula que en años buenos, como dice la gente del campo, se llegan a registrar hasta 80 mil jornaleros migrantes, entre los cuales, se estima que al menos el diez por ciento, son menores de edad que no rebasan los 15 años.

Desde su creación y hasta el año pasado, aún entre carencias, se había podido ofrecer educación a estos pequeños, en su gran mayoría, pertenecientes a alguna etnia indígena, donde el rezago y la marginación, superan la estadística que uno pudiera imaginar.

LA BRECHA DIGITAL Y TECNOLÓGICA

Pero la pandemia además de enseñarnos nuestra fragilidad y a familiarizarnos con la tecnología, al punto de que la educación experimental a distancia, hoy por hoy, es una constante en los diferentes niveles.

Pero, ¿qué se hace cuando el sector meta para ser educado no cuenta siquiera con un radio, una televisión, y mucho menos con un ordenador o algún dispositivo que le permita acceder a la red y a las plataformas de moda como classroom, google meet o zoom, o incluso, WhatsApp?

Es ahí cuando el dicho de “cada maestro tiene su librito”, toma mayor significado, maestros como el profesor José Luis Calzadía Maurilio, catedrático en el centro educativo para la niñez migrante, en el albergue del jornalero, en ciudad Jiménez, tuvo que optar por la modalidad de entregar cuadernillos con actividades y lecciones para los 20 alumnos con los que cuenta.

Puerta por puerta, acude a cada una de las diferentes áreas del albergue donde viven sus alumnos, para hacer entrega de este material. Además, en ocasiones los cita por turnos en el aula, para despejar dudas o clarificar las lecciones.

EL DESINTERÉS Y LA FALTA DE APOYO DE LOS PADRES

No obstante, los esfuerzos en ocasiones llegan a ser en vano, hay veces en que los cuadernillos son devueltos igual que como los entregó el maestro, en blanco, a los niños no siempre les interesa aprender, o no pueden hacerlo en la modalidad a distancia.

Ello aunado a que los padres no pueden ayudarlos, ya sea porque hay padres de familia en condiciones de analfabetismo, o simplemente porque trabajan todo el día en la labor, y al llegar a casa están muy cansados, o es tarde para preocuparse por la escuela.

Incluso, son contados aquellos padres que realizan la aportación simbólica que se llega a solicitar en ocasiones para dotarles de cuadernillos de trabajo a sus hijos, ya que la gran mayoría de las veces, son costeados por el mismo profesor Calzadía Maurilio.

“Es poco el apoyo y el interés que hay, pero con una mentalidad que se logre cambiar, o un pequeño pueda superarse, ya es una gran satisfacción”, manifestó el entrevistado, mientras revisaba los pocos cuadernillos que habían sido contestados, y mientras una pequeña que acudió a recoger una pantalonera, que le entregaría el maestro, con alegría dijo al que escribe, “yo ya sé leer y escribir”.

Y es que el mismo maestro es un ejemplo de superación, de 32 años y orgulloso hijo de rarámuris, desde muy joven trabajó en el campo, en la construcción y en lo que se podía, por lo que tras largas jornadas de sol a sol, en su mente se forjó la idea de que eso no era para él, y que no quería ser uno más de los miles de hermanos indígenas que hay. A base de esfuerzos y sacrificios, terminó su licenciatura.

“Aun así estoy orgulloso de mis raíces, de mis costumbres y mi cultura, lo único que me avergüenza, es que no domino al cien por ciento mi lengua”, puntualizó el catedrático, quien precisó que aunque haya un solo rarámuri, hay variantes de lengua, conocida como alta y baja, el solo domina la baja.

EL OBSTÁCULO LINGÜÍSTICO

Como él, hay otros 49 maestros que laboran en estos centros educativos, y aunque en su mayoría, dominan en mayor o menor porcentaje la lengua indígena, no siempre se atiende a pequeños de la tarahumara o etnia rarámuri.

Según las cifras proporcionadas por la enlace de educación migrante y menonita, de la dirección de atención a la diversidad, y acciones transversales de los Seech, sólo el 50 por ciento de los pequeños que son atendidos en estos centros, son rarámuris que provienen de lugares como Guachochi, Guadalupe y Calvo, Balleza, Urique y Bocoyna, entre otros.

La otra mitad, proviene de entidades del sur de la república, y pertenecen a etnias cuyas lenguas son el mixteco alto, tlapaneco, náhuatl de Oaxaca, Zapoteco y Triqui, entre otras lenguas, de aquellas regiones, donde por lo regular los padres de familia son monolingües.

Es ahí donde el obstáculo lingüístico se amplifica, pero al ser niños, y que están acostumbrados a viajar con sus padres a las diferentes regiones, están familiarizados con el idioma de los “chabochis”, por lo que rápidamente aprenden el español.

LA FALTA DE GUARDERÍAS Y ALGUNAS COSTUMBRES DE LOS JORNALEROS MIGRANTES

Pese a la noble labor y los esfuerzos que se hacen para impartir educación a los niños migrantes, hay otros muros que impiden la adecuada formación de los pequeños, y es la falta de guarderías, y aunque en algunos centros, se cuenta con inmuebles para dicha finalidad, no se tiene el personal que la atienda.

Es por ello que antes del Coronavirus en que las clases eran presenciales, las niñas cargando en brazos a sus pequeños hermanitos, mientras tomaban apuntes, eran una constante en las aulas, cuyos pisos en ocasiones fungían de camas para los niños que los brazos del docente no alcanzaron a cargar.

“A veces las niñas tenían que dejar la clase para ir a cambiar el pañal de su hermanito y hasta para ir a preparar la comida, para que esta estuviera lista a la hora en que los padres llegan de las labores”, señaló el profesor José Luís Calzadía.

REZAGO OBLIGADO

El rezago escolar es otra realidad, la cualidad de migrantes de estos pequeños, los obliga a interrumpir la formación, ya que las familias deben trasladarse a otras regiones en cada temporada de cultivos.

“Apenas está el niño aprendiendo a leer y escribir, cuando se tiene que ir, y pues, hasta ahí llega, queda la esperanza de que en el asentamiento al que lleguen, haya un centro educativo como estos, y pueda continuar su aprendizaje”, expresó el profesor.

POCOS APOYOS PARA LOS CENTROS EDUCATIVOS PARA LA NIÑEZ MIGRANTE

Muchas son las necesidades que imperan en estos centros educativos y pocos los apoyos que llegan, no hace tanto que el municipio hizo entrega de uniformes y calzado en todas las escuelas de la cabecera de Jiménez, pero para este centro educativo, sólo llegaron las sobras.

Tres pares de zapatos y una que otra prenda fueron las que se entregaron, “esta también es una escuela, pero vemos cómo los apoyos solo son para las escuelas regulares, aquí la necesidad es mayor”, aseveró el entrevistado.

Y es que el material didáctico también es una necesidad apremiante para el centro educativo, no obstante los SEECH, han mitigado un poco ese faltante. De momento urge un multifuncional para la impresión de los cuadernillos que se entregan a los niños

“Lo que sí agradezco de todo corazón al municipio es que los desayunos calientes siempre han llegado de manera puntual para los niños, al igual que los desayunos fríos que les entrega el DIF”, expresó el docente.

FALTA DE RECONOCIMIENTO A LA FIGURA DEL MAESTRO DE CENTROS EDUCATIVOS

Si bien es cierto, la labor del maestro ha tomado mayor importancia a lo largo de los años y más en estos tiempos de contingencia sanitaria, pero luego de estas líneas, se puede dimensionar que la demanda de esfuerzo es mayor en los centros educativos para la niñez migrante.

Sin embargo, falta ese reconocimiento y no sólo de la sociedad, sino de las autoridades educativas, los catedráticos que laboran en estos lugares no cuentan con una plaza magisterial, el cambio, su contrato es por interinatos que se renuevan cada tres meses, haciendo una utopía el generar antigüedad.

Ni soñar con prestaciones como el poder acceder a un crédito para vivienda, préstamos sindicales, bonos por el día del maestro, primas vacacionales o compensaciones salariales por los excedentes que se pagan en las zonas fronterizas.

A regañadientes se les ha otorgado un aguinaldo de 90 días como a los maestros regulares, aunque eso sí, la remuneración por su trabajo, es inferior en comparación con la de estos últimos. También cuentan con servicio médico.

EL TRABAJO INFANTIL EN EL CAMPO; OTRA CONSECUENCIA DE LA PANDEMIA

Por otra parte, Flor Vargas, enlace de educación migrante y menonita, de la dirección de atención a la diversidad, y acciones transversales de los SEECH, abordó otro tema de vital importancia en este rubro, y es precisamente, el trabajo infantil.

Señaló que, si bien, México es punta de lanza en legislación para la erradicación del trabajo infantil, desgraciadamente sigue siendo una realidad en los campos agrícolas, y más con esta situación en la que por el tema de la salud, no hay escuelas, ni regulares, ni para niños migrantes.

Los padres optan por llevarse a los niños a las labores y entran a trabajar, y aunque también hay quienes solo los llevan para no dejarlos solos, se han presentado accidentes que han terminado en el trágico deceso de los menores.

Cabe recordar que el pasado tres de septiembre, una niña de apenas seis años perdió la vida tras ser arrollada por un camión, en un campo agrícola, en el lugar conocido como laguna de vacas, en Camargo.

Exactamente un mes después, también en Camargo, un niño de la etnia tarahumara, y originario de la ciudad de Parral, murió luego de que un alambre lo atrapara y lo jalara a una maquinaria agrícola, cuando este jugaba mientras sus padres trabajaban.

Durante el 2019 fueron detectados seis casos de trabajo infantil forzado en campos agrícolas de Chihuahua, principalmente en la región centro-sur, además de que un niño falleció en el municipio de Meoqui debido a la larga jornada laboral en un rancho de dicha localidad.

Lo anterior lo informó en su momento, la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, Ana Luisa Herrera, quien destacó que durante las inspecciones se localizaron a seis menores de edad laborando en los campos agrícolas, principalmente en los municipios de Delicias, Camargo, Ojinaga y Nuevo Casas Grandes.

Jiménez, Chih.- Ahí donde no hay classroom ni google meet, donde el zoom ni siquiera suena a algo parecido en su dialecto, es donde la educación a distancia se ha convertido en un verdadero reto, donde obstáculos como el rezago escolar forzado, por la vida nómada de los jornaleros migrantes, en su mayoría indígenas, que cada temporada viajan de un lugar a otro en búsqueda de trabajo, al punto que es difícil priorizar la educación de sus hijos.

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Mucho se ha hablado de la transición que el sector educativo tuvo que dar a los medios digitales y adentrarse a la ya generalizada educación a distancia, donde la brecha digital y de acceso a las redes y tecnologías, han dificultado la labor del docente.

Sin embargo, hay lugares donde esas brechas y retos, se convierten en grandes obstáculos que se combinan con barreras lingüísticas, culturales, económicas y sociales, obligando al maestro a buscar formas adicionales a las ya inventadas durante esta pandemia, para poder seguir llevando el conocimiento a los párvulos.

Tal es el caso de los centros educativos para la niñez migrante, los cuales se localizan principalmente en albergues para jornaleros agrícolas, o en comunidades donde la labor del campo concentra mano de obra migrante, y hace necesario contar con una escuela para los hijos de los trabajadores del campo.

¿CÓMO SURGEN ESTOS CENTROS EDUCATIVOS?

Flor Vargas, quien funge como enlace de educación migrante y menonita, de la dirección de atención a la diversidad, y acciones transversales de los Servicios Educativos del Estado de Chihuahua (Seech), explicó que en su momento, la Secretaría de Desarrollo Social de la República (Sedesol), se dio a la tarea de construir los albergues para los trabajadores del campo, migrantes.

Ante la necesidad de brindar educación a los hijos de los jornaleros, se firmó un acuerdo con la Secretaría de Educación Pública, por lo que en cada albergue se edificó o se habilitó un aula, para albergar una escuela para los hijos de los jornaleros.

En el estado de Chihuahua existen 30 de estos centros educativos, de los cuales, 16 se encuentran en albergues, el resto, en aulas móviles cerca de los campos agrícolas, o en escuelas que fueron construidas por agricultores.

Estos 30 centros educativos se localizan en los municipios de López, Jiménez, Camargo, Saucillo, Delicias, Rosales, Meoqui, Ojinaga, Ahumada, Aldama, Cuauhtémoc, Namiquipa, Guerrero, Carichí, Galeana, Buenaventura, Casas Grandes, Nuevo Casas Grandes, Janos y Ascensión.

El impacto o alcance de estos espacios de instrucción, es tal, que en los últimos años el Programa de Educación Para Niñas, Niños y Adolescentes, hijos de familias de jornaleros agrícolas, ha atendido un promedio de mil 500 alumnos en toda la entidad, en varias modalidades.

Además, se calcula que en años buenos, como dice la gente del campo, se llegan a registrar hasta 80 mil jornaleros migrantes, entre los cuales, se estima que al menos el diez por ciento, son menores de edad que no rebasan los 15 años.

Desde su creación y hasta el año pasado, aún entre carencias, se había podido ofrecer educación a estos pequeños, en su gran mayoría, pertenecientes a alguna etnia indígena, donde el rezago y la marginación, superan la estadística que uno pudiera imaginar.

LA BRECHA DIGITAL Y TECNOLÓGICA

Pero la pandemia además de enseñarnos nuestra fragilidad y a familiarizarnos con la tecnología, al punto de que la educación experimental a distancia, hoy por hoy, es una constante en los diferentes niveles.

Pero, ¿qué se hace cuando el sector meta para ser educado no cuenta siquiera con un radio, una televisión, y mucho menos con un ordenador o algún dispositivo que le permita acceder a la red y a las plataformas de moda como classroom, google meet o zoom, o incluso, WhatsApp?

Es ahí cuando el dicho de “cada maestro tiene su librito”, toma mayor significado, maestros como el profesor José Luis Calzadía Maurilio, catedrático en el centro educativo para la niñez migrante, en el albergue del jornalero, en ciudad Jiménez, tuvo que optar por la modalidad de entregar cuadernillos con actividades y lecciones para los 20 alumnos con los que cuenta.

Puerta por puerta, acude a cada una de las diferentes áreas del albergue donde viven sus alumnos, para hacer entrega de este material. Además, en ocasiones los cita por turnos en el aula, para despejar dudas o clarificar las lecciones.

EL DESINTERÉS Y LA FALTA DE APOYO DE LOS PADRES

No obstante, los esfuerzos en ocasiones llegan a ser en vano, hay veces en que los cuadernillos son devueltos igual que como los entregó el maestro, en blanco, a los niños no siempre les interesa aprender, o no pueden hacerlo en la modalidad a distancia.

Ello aunado a que los padres no pueden ayudarlos, ya sea porque hay padres de familia en condiciones de analfabetismo, o simplemente porque trabajan todo el día en la labor, y al llegar a casa están muy cansados, o es tarde para preocuparse por la escuela.

Incluso, son contados aquellos padres que realizan la aportación simbólica que se llega a solicitar en ocasiones para dotarles de cuadernillos de trabajo a sus hijos, ya que la gran mayoría de las veces, son costeados por el mismo profesor Calzadía Maurilio.

“Es poco el apoyo y el interés que hay, pero con una mentalidad que se logre cambiar, o un pequeño pueda superarse, ya es una gran satisfacción”, manifestó el entrevistado, mientras revisaba los pocos cuadernillos que habían sido contestados, y mientras una pequeña que acudió a recoger una pantalonera, que le entregaría el maestro, con alegría dijo al que escribe, “yo ya sé leer y escribir”.

Y es que el mismo maestro es un ejemplo de superación, de 32 años y orgulloso hijo de rarámuris, desde muy joven trabajó en el campo, en la construcción y en lo que se podía, por lo que tras largas jornadas de sol a sol, en su mente se forjó la idea de que eso no era para él, y que no quería ser uno más de los miles de hermanos indígenas que hay. A base de esfuerzos y sacrificios, terminó su licenciatura.

“Aun así estoy orgulloso de mis raíces, de mis costumbres y mi cultura, lo único que me avergüenza, es que no domino al cien por ciento mi lengua”, puntualizó el catedrático, quien precisó que aunque haya un solo rarámuri, hay variantes de lengua, conocida como alta y baja, el solo domina la baja.

EL OBSTÁCULO LINGÜÍSTICO

Como él, hay otros 49 maestros que laboran en estos centros educativos, y aunque en su mayoría, dominan en mayor o menor porcentaje la lengua indígena, no siempre se atiende a pequeños de la tarahumara o etnia rarámuri.

Según las cifras proporcionadas por la enlace de educación migrante y menonita, de la dirección de atención a la diversidad, y acciones transversales de los Seech, sólo el 50 por ciento de los pequeños que son atendidos en estos centros, son rarámuris que provienen de lugares como Guachochi, Guadalupe y Calvo, Balleza, Urique y Bocoyna, entre otros.

La otra mitad, proviene de entidades del sur de la república, y pertenecen a etnias cuyas lenguas son el mixteco alto, tlapaneco, náhuatl de Oaxaca, Zapoteco y Triqui, entre otras lenguas, de aquellas regiones, donde por lo regular los padres de familia son monolingües.

Es ahí donde el obstáculo lingüístico se amplifica, pero al ser niños, y que están acostumbrados a viajar con sus padres a las diferentes regiones, están familiarizados con el idioma de los “chabochis”, por lo que rápidamente aprenden el español.

LA FALTA DE GUARDERÍAS Y ALGUNAS COSTUMBRES DE LOS JORNALEROS MIGRANTES

Pese a la noble labor y los esfuerzos que se hacen para impartir educación a los niños migrantes, hay otros muros que impiden la adecuada formación de los pequeños, y es la falta de guarderías, y aunque en algunos centros, se cuenta con inmuebles para dicha finalidad, no se tiene el personal que la atienda.

Es por ello que antes del Coronavirus en que las clases eran presenciales, las niñas cargando en brazos a sus pequeños hermanitos, mientras tomaban apuntes, eran una constante en las aulas, cuyos pisos en ocasiones fungían de camas para los niños que los brazos del docente no alcanzaron a cargar.

“A veces las niñas tenían que dejar la clase para ir a cambiar el pañal de su hermanito y hasta para ir a preparar la comida, para que esta estuviera lista a la hora en que los padres llegan de las labores”, señaló el profesor José Luís Calzadía.

REZAGO OBLIGADO

El rezago escolar es otra realidad, la cualidad de migrantes de estos pequeños, los obliga a interrumpir la formación, ya que las familias deben trasladarse a otras regiones en cada temporada de cultivos.

“Apenas está el niño aprendiendo a leer y escribir, cuando se tiene que ir, y pues, hasta ahí llega, queda la esperanza de que en el asentamiento al que lleguen, haya un centro educativo como estos, y pueda continuar su aprendizaje”, expresó el profesor.

POCOS APOYOS PARA LOS CENTROS EDUCATIVOS PARA LA NIÑEZ MIGRANTE

Muchas son las necesidades que imperan en estos centros educativos y pocos los apoyos que llegan, no hace tanto que el municipio hizo entrega de uniformes y calzado en todas las escuelas de la cabecera de Jiménez, pero para este centro educativo, sólo llegaron las sobras.

Tres pares de zapatos y una que otra prenda fueron las que se entregaron, “esta también es una escuela, pero vemos cómo los apoyos solo son para las escuelas regulares, aquí la necesidad es mayor”, aseveró el entrevistado.

Y es que el material didáctico también es una necesidad apremiante para el centro educativo, no obstante los SEECH, han mitigado un poco ese faltante. De momento urge un multifuncional para la impresión de los cuadernillos que se entregan a los niños

“Lo que sí agradezco de todo corazón al municipio es que los desayunos calientes siempre han llegado de manera puntual para los niños, al igual que los desayunos fríos que les entrega el DIF”, expresó el docente.

FALTA DE RECONOCIMIENTO A LA FIGURA DEL MAESTRO DE CENTROS EDUCATIVOS

Si bien es cierto, la labor del maestro ha tomado mayor importancia a lo largo de los años y más en estos tiempos de contingencia sanitaria, pero luego de estas líneas, se puede dimensionar que la demanda de esfuerzo es mayor en los centros educativos para la niñez migrante.

Sin embargo, falta ese reconocimiento y no sólo de la sociedad, sino de las autoridades educativas, los catedráticos que laboran en estos lugares no cuentan con una plaza magisterial, el cambio, su contrato es por interinatos que se renuevan cada tres meses, haciendo una utopía el generar antigüedad.

Ni soñar con prestaciones como el poder acceder a un crédito para vivienda, préstamos sindicales, bonos por el día del maestro, primas vacacionales o compensaciones salariales por los excedentes que se pagan en las zonas fronterizas.

A regañadientes se les ha otorgado un aguinaldo de 90 días como a los maestros regulares, aunque eso sí, la remuneración por su trabajo, es inferior en comparación con la de estos últimos. También cuentan con servicio médico.

EL TRABAJO INFANTIL EN EL CAMPO; OTRA CONSECUENCIA DE LA PANDEMIA

Por otra parte, Flor Vargas, enlace de educación migrante y menonita, de la dirección de atención a la diversidad, y acciones transversales de los SEECH, abordó otro tema de vital importancia en este rubro, y es precisamente, el trabajo infantil.

Señaló que, si bien, México es punta de lanza en legislación para la erradicación del trabajo infantil, desgraciadamente sigue siendo una realidad en los campos agrícolas, y más con esta situación en la que por el tema de la salud, no hay escuelas, ni regulares, ni para niños migrantes.

Los padres optan por llevarse a los niños a las labores y entran a trabajar, y aunque también hay quienes solo los llevan para no dejarlos solos, se han presentado accidentes que han terminado en el trágico deceso de los menores.

Cabe recordar que el pasado tres de septiembre, una niña de apenas seis años perdió la vida tras ser arrollada por un camión, en un campo agrícola, en el lugar conocido como laguna de vacas, en Camargo.

Exactamente un mes después, también en Camargo, un niño de la etnia tarahumara, y originario de la ciudad de Parral, murió luego de que un alambre lo atrapara y lo jalara a una maquinaria agrícola, cuando este jugaba mientras sus padres trabajaban.

Durante el 2019 fueron detectados seis casos de trabajo infantil forzado en campos agrícolas de Chihuahua, principalmente en la región centro-sur, además de que un niño falleció en el municipio de Meoqui debido a la larga jornada laboral en un rancho de dicha localidad.

Lo anterior lo informó en su momento, la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, Ana Luisa Herrera, quien destacó que durante las inspecciones se localizaron a seis menores de edad laborando en los campos agrícolas, principalmente en los municipios de Delicias, Camargo, Ojinaga y Nuevo Casas Grandes.

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