/ jueves 19 de julio de 2018

Preserva Coyame extracción de cera de la candelilla

Pasa de generación a generación

El desierto de Chihuahua, al noreste del estado, es rico en el nacimiento de la candelilla, una planta capaz de desarrollar cera para proteger del clima extremo sus más de cien tallos rectos, largos, erectos.


Para su formación es necesaria una elevación de 800 a mil 200 metros sobre el nivel del mar, altura en la que se encuentra ubicado el municipio de Coyame del Sotol, cuyos habitantes han orientado su economía en la producción de la cera de la candelilla desde finales del siglo XIX.


El proceso de extracción de cera ha pasado de generación en generación, ocasionando que en la actualidad las familias productoras continúen exponiéndose a los riesgos del procedimiento.


Para que la extracción de la cera sea exitosa es necesario que la planta candelilla sea depositada en cajas de latón enterradas en el desierto. Estas cajas, de 1.5 metros de largo y 80 centímetros de ancho, son conocidas como pailas y deben de ser llenadas con agua que se pone a hervir gracias al fuego constante ubicado debajo de ellas.

Cuando la temperatura del agua es suficiente, la candelilla es compactada por los pies de los productores y la ayuda de dos rendijas de metal; una vez que la ebullición del agua sea notoria, se agrega ácido sulfúrico que permite separar la cera de los tallos de la candelilla y ésta comienza a flotar en forma de espuma.


La espuma es retirada con palas modificadas como coladeras y se somete al calor en otro recipiente para que el agua restante termine de evaporarse y la cera se purifique. Finalmente se deja enfriar y se saca para formar un bloque que se colará en un pequeño hoyo de tierra compactada.

La cera de la candelilla contiene muchas propiedades y es utilizada en la industria cosmética, alimenticia, farmacéutica, eléctrica, naval, en la minería y para la conservación de la madera gracias a su resistencia e impermeabilidad, lo que genera un mercado nacional e internacional en países como Canadá, China, Japón, Inglaterra y Estados Unidos, a través de empresas intermediarias que continúan la refinación de la cera. Un productor local de cera obtiene una ganancia de 75 pesos por kilo entregado a las intermediarias.


Debido a que esta actividad se ha desarrollado desde hace más de un siglo, el suelo desértico de la zona de Coyame ha sumado los daños causados por la deforestación necesaria para que los habitantes logren subsistir.


A raíz de esto, la región obtuvo la ayuda de la Comisión Nacional Forestal con el propósito de realizar una restauración del suelo a través de la reforestación proporcional a la erosión ocasionada por la producción anual, lo que asegura que futuras generaciones hagan de esta producción su actividad económica principal.





UNA NECESIDAD DE CONTINUIDAD.

Durante las últimas décadas del siglo XX, algunas de las familias productoras de cera se vieron en la necesidad de emigrar a los Estados Unidos, atraídas por el famoso sueño americano y presionadas por las demandas del grupo armado que se encontraba en la región de Coyame en los años cincuenta, quienes destruían el lugar de producción y los plantíos si los productores no cumplían con la cuota. Este traslado poblacional ocasionó que la actividad económica del municipio decayera y la práctica estuvo a punto de perderse.


“La generación pasada, nuestros padres y abuelos, abandonó la tierra en busca de promesas lejanas. Dejaron atrás sus raíces y con ello las raíces de la candelilla, esto derivó que los locales trataran de continuar con la producción pero en forma poco amigable con la tierra, es algo que queremos revertir y solucionar”, expresó don Enrique Nieto Olivas, presidente del Ejido la Paz de México, donde se lleva a cabo la mayor producción de la cera.


Para los habitantes que han permanecido en la zona y para aquellos que regresaron, continuar con la producción representa un orgullo y una responsabilidad por cuidar el ecosistema, a la par que se cuida del futuro de las familias: “Es muy muy bonito y orgulloso el decir que pertenecemos a este lugar, porque esto no nos pertenece, nosotros nos debemos a esta tierra, a este desierto y a sus frutos. Esas joyas nos brindan la oportunidad de subsistir económicamente, por lo que ahora debemos de retribuirlo con una restauración y reforestación”, declaró don Enrique al referirse al programa que la Comisión Nacional Forestal ha emprendido en la región para sanar el desgaste del suelo.


“Queremos que nuestros hijos, nietos y bisnietos valoren esta tierra, aprendan a cuidarla, a vivir de ella y para ella. Esta es una práctica que ha pasado de generación en generación y debe de seguir así para lograr terminar este camino tan largo que nos queda por recorrer”, expresó el presidente del ejido La Paz de México.


Enrique Nieto proviene de los primeros asentados en la tierras con esta riqueza y por ello conoce “como la palma de la mano” los beneficios y los riesgos de la candelilla: “La planta se da de manera silvestre, lo que la ha preservado ha sido el fenómeno eólico y pluvial.


Estas plantas son tan resistentes que puede no llover en dos años y sigue viva, pero el proceso para extraer la cera siempre ha sido complicado y con el paso de los años se ha convertido en algo amenazante para la salud de quienes están directamente en el proceso de quema.


El estar expuestos al ácido sulfúrico es algo grave, preocupante y alarmante, algo en lo que queremos remediar”, expresó Enrique Nieto y explicó que actualmente un proyecto innovador para facilitar la extracción está en pruebas de laboratorio.


“Queremos que las futuras generaciones continúen esta producción, pero sin estar sujetos a los riesgos de salud que se presentan. Estamos en la fase experimental de un proyecto innovador que busca realizar la extracción a través del vapor”, explicó que el ahora productor sólo tendría que llevar los tallos de la candelilla y la máquina, que aún está en periodo de prueba, se encargará de extraer la cera gracias al efecto del vapor.


Al productor se le pagará el kilogramo tal como le pagan las empresas intermediarias y aparte obtendrá una utilidad derivada de las ganancias comerciales, porque también se planea dejar de triangular el producto para crear un trato directo entre productor y comerciante.


“Es algo que se logrará a largo plazo. El comercio es muy cerrado, las empresas a las que les vendemos actualmente tienen mucho control sobre los productos y será necesario contar con los recursos monetarios suficientes para abrirnos mercado local, después nacional y seguramente internacional en un futuro no muy lejano, pero tampoco tan cercano”, declaró Enrique Nieto.


El desierto de Chihuahua, al noreste del estado, es rico en el nacimiento de la candelilla, una planta capaz de desarrollar cera para proteger del clima extremo sus más de cien tallos rectos, largos, erectos.


Para su formación es necesaria una elevación de 800 a mil 200 metros sobre el nivel del mar, altura en la que se encuentra ubicado el municipio de Coyame del Sotol, cuyos habitantes han orientado su economía en la producción de la cera de la candelilla desde finales del siglo XIX.


El proceso de extracción de cera ha pasado de generación en generación, ocasionando que en la actualidad las familias productoras continúen exponiéndose a los riesgos del procedimiento.


Para que la extracción de la cera sea exitosa es necesario que la planta candelilla sea depositada en cajas de latón enterradas en el desierto. Estas cajas, de 1.5 metros de largo y 80 centímetros de ancho, son conocidas como pailas y deben de ser llenadas con agua que se pone a hervir gracias al fuego constante ubicado debajo de ellas.

Cuando la temperatura del agua es suficiente, la candelilla es compactada por los pies de los productores y la ayuda de dos rendijas de metal; una vez que la ebullición del agua sea notoria, se agrega ácido sulfúrico que permite separar la cera de los tallos de la candelilla y ésta comienza a flotar en forma de espuma.


La espuma es retirada con palas modificadas como coladeras y se somete al calor en otro recipiente para que el agua restante termine de evaporarse y la cera se purifique. Finalmente se deja enfriar y se saca para formar un bloque que se colará en un pequeño hoyo de tierra compactada.

La cera de la candelilla contiene muchas propiedades y es utilizada en la industria cosmética, alimenticia, farmacéutica, eléctrica, naval, en la minería y para la conservación de la madera gracias a su resistencia e impermeabilidad, lo que genera un mercado nacional e internacional en países como Canadá, China, Japón, Inglaterra y Estados Unidos, a través de empresas intermediarias que continúan la refinación de la cera. Un productor local de cera obtiene una ganancia de 75 pesos por kilo entregado a las intermediarias.


Debido a que esta actividad se ha desarrollado desde hace más de un siglo, el suelo desértico de la zona de Coyame ha sumado los daños causados por la deforestación necesaria para que los habitantes logren subsistir.


A raíz de esto, la región obtuvo la ayuda de la Comisión Nacional Forestal con el propósito de realizar una restauración del suelo a través de la reforestación proporcional a la erosión ocasionada por la producción anual, lo que asegura que futuras generaciones hagan de esta producción su actividad económica principal.





UNA NECESIDAD DE CONTINUIDAD.

Durante las últimas décadas del siglo XX, algunas de las familias productoras de cera se vieron en la necesidad de emigrar a los Estados Unidos, atraídas por el famoso sueño americano y presionadas por las demandas del grupo armado que se encontraba en la región de Coyame en los años cincuenta, quienes destruían el lugar de producción y los plantíos si los productores no cumplían con la cuota. Este traslado poblacional ocasionó que la actividad económica del municipio decayera y la práctica estuvo a punto de perderse.


“La generación pasada, nuestros padres y abuelos, abandonó la tierra en busca de promesas lejanas. Dejaron atrás sus raíces y con ello las raíces de la candelilla, esto derivó que los locales trataran de continuar con la producción pero en forma poco amigable con la tierra, es algo que queremos revertir y solucionar”, expresó don Enrique Nieto Olivas, presidente del Ejido la Paz de México, donde se lleva a cabo la mayor producción de la cera.


Para los habitantes que han permanecido en la zona y para aquellos que regresaron, continuar con la producción representa un orgullo y una responsabilidad por cuidar el ecosistema, a la par que se cuida del futuro de las familias: “Es muy muy bonito y orgulloso el decir que pertenecemos a este lugar, porque esto no nos pertenece, nosotros nos debemos a esta tierra, a este desierto y a sus frutos. Esas joyas nos brindan la oportunidad de subsistir económicamente, por lo que ahora debemos de retribuirlo con una restauración y reforestación”, declaró don Enrique al referirse al programa que la Comisión Nacional Forestal ha emprendido en la región para sanar el desgaste del suelo.


“Queremos que nuestros hijos, nietos y bisnietos valoren esta tierra, aprendan a cuidarla, a vivir de ella y para ella. Esta es una práctica que ha pasado de generación en generación y debe de seguir así para lograr terminar este camino tan largo que nos queda por recorrer”, expresó el presidente del ejido La Paz de México.


Enrique Nieto proviene de los primeros asentados en la tierras con esta riqueza y por ello conoce “como la palma de la mano” los beneficios y los riesgos de la candelilla: “La planta se da de manera silvestre, lo que la ha preservado ha sido el fenómeno eólico y pluvial.


Estas plantas son tan resistentes que puede no llover en dos años y sigue viva, pero el proceso para extraer la cera siempre ha sido complicado y con el paso de los años se ha convertido en algo amenazante para la salud de quienes están directamente en el proceso de quema.


El estar expuestos al ácido sulfúrico es algo grave, preocupante y alarmante, algo en lo que queremos remediar”, expresó Enrique Nieto y explicó que actualmente un proyecto innovador para facilitar la extracción está en pruebas de laboratorio.


“Queremos que las futuras generaciones continúen esta producción, pero sin estar sujetos a los riesgos de salud que se presentan. Estamos en la fase experimental de un proyecto innovador que busca realizar la extracción a través del vapor”, explicó que el ahora productor sólo tendría que llevar los tallos de la candelilla y la máquina, que aún está en periodo de prueba, se encargará de extraer la cera gracias al efecto del vapor.


Al productor se le pagará el kilogramo tal como le pagan las empresas intermediarias y aparte obtendrá una utilidad derivada de las ganancias comerciales, porque también se planea dejar de triangular el producto para crear un trato directo entre productor y comerciante.


“Es algo que se logrará a largo plazo. El comercio es muy cerrado, las empresas a las que les vendemos actualmente tienen mucho control sobre los productos y será necesario contar con los recursos monetarios suficientes para abrirnos mercado local, después nacional y seguramente internacional en un futuro no muy lejano, pero tampoco tan cercano”, declaró Enrique Nieto.


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