“El evangelio de este quinto domingo de pascua nos invita a estar siempre jubiloso a Dios, y a nuestros hermanos. La forma en que se nota en nosotros el amor de Dios y a los hermanos, es guardar sus mandamientos, que son precisamente el camino hacia su voluntad”, manifestó el Arzobispo Don Constancio Miranda Weckmann.
El evangelio de hoy presentó a Jesús que dijo: “Yo soy la vid, ustedes son las ramas. Al que permanece en mí y yo en él, da fruto abundante porque sin mi nada pueden hacer”.
Ante esto, el obispo indicó que la imagen de la vid, insiste en la relación vital que debe existir entre Cristo y la iglesia, entre Cristo y sus discípulos. “En nuestra vida de debemos dejar de lado lo más importante, mejor dicho al importante que es Jesús”.
“En el evangelio se nos dice con insistencia que la condición para dar fruto es permanecer unidos a Él. Nadie puede dar frutos de vida de salvación, ni ayudar a que se salven los demás, sino está unido a Jesús, al Señor”, expuso durante la misa transmitida de manera virtual, donde destacó que entonces el secreto de la vida está en permanecer en Jesús.
Fue claro al señalar que unidos a Cristo participamos de su savia, de su gracia, de su vida, aunque se tengan altibajos estamos participando de su vida. “Nuestra vida tiene por una parte la fuerza de Dios, la fuerza del tronco, la fuerza de la vida en plenitud; pero por otro lado existe el lastre de nuestras debilidades que nos hacen estar siempre en riesgo de ser cortados de la vida”, dijo.
Ante esto, explicó que la condición del triunfo, la condición en que demos fruto en plenitud, está el intercambio de la permanencia de vida en el Señor, y la permanencia en todo lo que Él es: su palabra, su sacramento, su amor, su entrega, su presencia.
“Si sabemos renunciar a los superfluo, y todo lo que se opone al plan de Dios, hacemos esa poda que se necesita para que demos fruto. Para ser discípulo de Jesús no basta estar informado -el demonio también está informado-, no basta tener la cabeza llena de teología o de conocimientos, oraciones o deseos, ni basta el propósito de ser buen cristiano; sino hay que permanecer, estar unidos, y lo que nos une es la palabra de Dios, su sacramento, el amor entre nosotros”, añadió.