Solo instalaciones cayéndose a pedazos queda de lo que fue El Jardín Corona, lugar con concepto de Drive Inn que llego para hacer competencia de la otra marca de cerveza, pero que poco le duro el gusto a los dueños pues a pesar de reunir a miles de chihuahuenses cada semana, hoy está en completo abandono y disponible para su venta.
El Drive Inn Jardín Corona estaba ubicado en la calle Ejercito Nacional y Cristóbal Colon muy cerca del corazón de la ciudad, que por su ubicación era fácil llegar y sobre todo bien colocado a la hora de salir sus clientes y tomar rumbo a sus casas.
Actualmente destruido, ya no es nada de lo que fue hace 15 años conocido inicialmente como La Alameda, donde familias, parejas y grupos de amigos solían acudir pues ahí podían comer, tomar alguna bebida, y escuchar música tanto en vivo como de algún sonido estereofónico.
Pero lo que más trasciende de este emblemático lugar es que sus grandes Álamos entraron en la historia de la Revolución, debido a que fueron utilizados por el General Murguía como patíbulos donde ahorco a soldados del general Francisco Villa en la toma de Chihuahua en septiembre de 1917.
No fue hasta el cambio de nombre y propósito que estos árboles fueron cambiados al paso del tiempo por palmeras “disque” para darle un toque más “fifí” al sitio y atraer a la comunidad de Chihuahua a un nuevo concepto.
Una vez siendo Jardín Corona, atrajo la atención de muchos jóvenes de la clase media y alta pues además de vender la otra marca de bebidas, albergaba a clubes de motociclistas, amigos de trabajo, escuelas y demás, en donde llegaban a estacionar sus autos, comer algo y “echarse” unas heladas.
Ahora este que fuera en un tiempo el segundo Drive Inn más importante de la ciudad, se fragmenta, pues tan solo basta recorrer las instalaciones para ver su restaurante bar deteriorado por el tiempo y el clima.
Paso a que sus sombras tipo tejaban se estén consumiendo por el sol, incluso sus jardineras que le adornaban se deshacen por el tiempo, sanitarios que estaban a distancia de igual manera se desmoronan.
La huella más clara de abandono además de lo despintado y ruinas, es la hierba crecida en todos los rincones del lugar, donde antes el poderoso ruido de la música, los gritos y carcajadas, y hasta el rugir de motores invitaban a visitarlo.
Del sitio solo los recuerdos quedan, pues además de constantes clausuras por permisos no autorizados para eventos, peleas y ventas fuera de horario, llevaron a los dueños a la quiebra y hoy luce un enorme letrero de esos que le dicen espectacular ofreciéndola al mejor postor.