Ojinaga, Chih.- A raíz de la publicación que se realizó a través de este medio en la cual damos a conocer la manera en la que vivía Don Carlos y el estado de abandono en la que se encontraba, personas de buen corazón acudieron de nueva cuenta a nosotros para que diéramos a conocer de igual forma la triste historia de Don David, un señor de 77 años de edad y que vive solo y abandonado y en paupérrimas condiciones.
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Don David Lozoya Carrasco, en un adulto mayor que vive solo en una pequeña casa de block pero reforzada con retazos de madera en las ventanas y puertas y el techo cubierto de láminas viejas y usadas por donde entran los rayos del Sol y mucha agua en temporada de lluvia.
Platica Don David, que es originario de esta ciudad, que contrajo nupcias con Doña María, la cual ya hace cerca de 10 años falleció, quedando solo él y su hijo José Lozoya, de quien solo comenta que se sale a la calle y que regresa de vez en cuando, sin embargo él desconoce que su hijo ya hace algunos años falleció, se trataba de un personaje al que llamaban el “gualulo” o “ el quema tierra”, el cual deambulaba por las calles haciendo mandados y limpiando vidrios para llevar algo de comida a su casa, pero desgraciadamente fue atropellado una noche que circulaba por la carretera a Camargo cuando se dirigía a su domicilio allá a espaldas de la 3a Cine.
Desde esas fechas Don David vive solo, se hace comida cuando tiene y según platica se hace lentejas, frijolitos y cuando no hay más harina guisada, para lo cual utiliza un fogón de ladrillo y block y una parrilla de refrigerador que hace las veces de estufa, por lo que la casa está con las paredes llenas de hollín así como las láminas del techo.
La pequeña casa que consta de un solo cuarto mide como 3 x 7 metros, en ella están una cama donde dormía su hijo y un catre, donde duerme el, un viejo refrigerador que hace las veces de alacena está lleno de bolsas de frijol y lentejas agorgojadas así como de ratones, una vieja y destartalada mesa de madera que está cubierta de trastos sucios y llenos de grasa así como una pequeña parrilla de dos quemadores a gas que le acaban de regalar y en el fondo una torre de garras viejas y cobijas llenas de hollín.
Sobre su cabecera está un medio barra llena de latas de comida, muchas de ellas ya caducadas y que seguramente así se las come cuando no hay más, también está una pequeña vela que lo alumbra en las noches puesto que en su domicilio no hay luz ni agua y mucho menos drenaje y señala Don David que cuando le dan ganas de hacer sus necesidades sale a las orillas de la casa o detrás de un mezquite, dice hasta donde puedo caminar, ya que no puede hacerlo mucho.
De igual forma señala Don David que salía a recorrer los arroyos para juntar leña, pero se le fue dificultando caminar y hoy solo recorre los alrededores de su casa.
Don David, al igual que Don Carlos son prueba viviente de qué hay muchas autoridades que siguen creyendo que detrás del escritorio está su trabajo, que tienen que llegar estas personas hasta sus oficinas para que sean atendidos y aún así en muchas de las ocasiones les niegan el apoyo, vaya pues un llamado enérgico a las autoridades correspondientes para que se ensucien los zapatos, bajen de sus vehículos con calentón y aire acondicionado y busquen en cada rincón del municipio a personas como Don David y Don Carlos quienes son los que verdaderamente necesitan el apoyo y muy seguramente nunca podrán llegar hasta sus oficinas a suplicar los apoyen.
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