/ martes 4 de diciembre de 2018

Sin fe por vacío de las redes

II Parte

Internet tiene memoria y siempre recuerda, pero nosotros nos hemos convertido en seres fugaces y vacíos, inmersos en la inmediatez, sin profundidad ni reflexivos. Nos entretienen con aplicaciones como Snapchat e Instagram, donde subimos textos, fotos o videos, pero en cuestión de minutos u horas desaparecen en una desmemoria total.

La principal aportación de Snapchat a las redes sociales fue la difusión de fotos o videos que a los pocos minutos desaparecen. Desde el 2016 Facebook lanzó la aplicación Instagram Stories, con la idea de hacerle competencia a Snapchat, después de que pretendió adquirir esa aplicación y no se la vendieron, pero también con el concepto de difundir contenidos efímeros.

Eso ha generado una cultura en los adolescentes que les gusta mucho publicar en las redes, subir fotos de ellos mismos, con sus amigos, con su pareja del momento, pero también les encanta eliminar constantemente, casi con la misma obsesión con que suben sus materiales. Lo inmediato y lo efímero de la mano en las redes sociales.

El vacío al que hace referencia Gilles Lipovetsky lo identifica también con el individualismo a ultranza. Dice que “hoy surge inevitablemente el sentimiento de ser distinto, de no ser como los demás. Es una de las marcas del individualismo. Ahora las personas compensan su soledad con los animales de compañía. Con los animales no hay decepción, pero los seres humanos siempre decepcionan porque son libres”[1].

En otra de sus expresiones para dar a conocer su pensamiento, Gilles Lipovetsky, en una entrevista periodística, fue más claro aún al describir al hombre actual como una persona sin fe, escéptico en la política y formado en las redes[2].

La disección que hace del hombre moderno es muy clara y certera: “El ciudadano hipermoderno es un ser digital que cada vez lee menos; es una persona que se informa en las redes sociales, donde proliferan los discursos y la información sin control y sin verificar, donde los ciudadanos reciben los mensajes que quieren escuchar y no información reflexiva que los invite a pensar, lo que propicia la proliferación de las ‘fake news’”.

Insiste en que el fin de las grandes ideologías fue creando un gran hueco en la humanidad, y desafortunadamente hoy intenta llenarse con el uso y abuso de las redes sociales, donde queremos resolver la soledad. Las redes sociales ni son una ideología ni cultura o conocimiento, sino sólo entretenimiento y comunicación horizontal, lo que nos lleva a un estado de soledad individual, o sea, aislados de los demás y ausentes de nosotros mismos.

Y este “exacerbado individualismo del hombre contemporáneo”, como lo califica, “ha afectado a todos los sectores de la vida social, desde la familia, la religión, el entretenimiento, las relaciones entre hombres y hasta la vida política, al punto en que se ha acentuado la desconfianza en torno al funcionamiento de las instituciones”.

Su descripción del hombre actual, como una persona sin fe, con un gran escepticismo político y formado y adicto por las redes sociales, viene a confirmar lo que otros filósofos contemporáneos habían señalado. Desde el español Enrique Rojas con su teoría del hombre light, que lo caracteriza principalmente por un hedonismo y materialismo, principalmente, hasta Zygmunt Bauman, creador del concepto de “modernidad líquida”, que pone sobre el tapete de la reflexión y el autoanálisis varias actividades humanas en un desplazamiento veloz, como el líquido que se va por todas las rendijas.

Para Bauman, el amor líquido se podría caracterizar como las relaciones “fogosas, fugaces y frágiles”. Catherine Jarvie, del periódico The Guardian, para identificar ese “amor líquido” lo había descrito como relaciones de bolsillo: breves, agradables y fáciles.

Lo que fácil viene, fácil se va

El éxito de muchos productos es lo efímero y por lo tanto se ha desarrollado una cultura de lo desechable.

Por ejemplo, nuestras relaciones personales han ido por esa ruta. Existe la convicción –o comodidad- en muchos jóvenes de no comprometerse con la responsabilidad de establecer una unión legal del matrimonio y optan por “vivir un tiempo juntos” para ver si logran adaptarse. De no lograrlo, se convierte en una unión desechable.

Lo efímero funciona ya en nuestras relaciones. Lo cambiante viene desde la gran variedad que nos ofrece el consumismo que en la televisión podemos tener a nuestra disposición en 500 o más canales, lo que nos ha convertido en unos “saltimbanquis” de entretenimiento.

Con el control inalámbrico en nuestras manos, cambiamos compulsiva y obsesivamente de canales, sin lograr tener paz en nuestro gusto o fijar la atención en uno solo. Son tantas las posibilidades, que queremos consumirlas rápido, y vemos de todo un poco y nada de todo.

En una computadora podemos estar viendo varias cosas de manera simultánea y brincamos de un portal a otro extendiendo los contenidos y entrelazando con ligas de un lado a otro en lo que llamamos hipertexto. Con los celulares mantenemos conversaciones con varios grupos o varias personas, casi al mismo tiempo. Le contestamos a uno, abrimos otro con un tema totalmente diferente y respondemos, volvemos con el anterior. Abrimos otro, y así se van las horas.

Al final terminamos un día muy ajetreado con nuestros contactos, después de haber estado horas enchufados a un aparato, con la vista fijada en una pantalla, y con los dedos cansados de “textear”, sin lograr retener nada porque la tecnología digital es así: efímera, fugitiva o líquida.

“Una de las razones por las que el contenido efímero se está volviendo tan popular en las redes sociales está ligado con la sociedad moderna. Existe un cansancio visual a causa del sobrecargo de publicidad e información en general. El formato efímero es un contenido que aparece durante un periodo de tiempo corto, para luego desaparecer, por índole, no cansa al consumidor”, dice Francisco Bocanelli[3], director general en Latamclick.


Y señala claramente que la “desventaja del contenido efímero es que lo que aparece y desaparece rápido, también se olvida rápidamente… lo que fácil viene, fácil se va”.


[1] Cué, Elena, (2017) Entrevista a Gilles Lipovetsky, 17 de abril de 2017.

[2] Talavera, Juan Carlos (2018) Gilles Lipovetsky disecciona al ciudadano hipermoderno, 21 de octubre de 2018, periódico Excélsior, México.

[3] Bocanelli, Francesco (2018) La tendencia del contenido efímero en las redes sociales, 27 de agosto de 2018, Nuestro Mundo, Paraguay. Te recomendamos:

Internet tiene memoria y siempre recuerda, pero nosotros nos hemos convertido en seres fugaces y vacíos, inmersos en la inmediatez, sin profundidad ni reflexivos. Nos entretienen con aplicaciones como Snapchat e Instagram, donde subimos textos, fotos o videos, pero en cuestión de minutos u horas desaparecen en una desmemoria total.

La principal aportación de Snapchat a las redes sociales fue la difusión de fotos o videos que a los pocos minutos desaparecen. Desde el 2016 Facebook lanzó la aplicación Instagram Stories, con la idea de hacerle competencia a Snapchat, después de que pretendió adquirir esa aplicación y no se la vendieron, pero también con el concepto de difundir contenidos efímeros.

Eso ha generado una cultura en los adolescentes que les gusta mucho publicar en las redes, subir fotos de ellos mismos, con sus amigos, con su pareja del momento, pero también les encanta eliminar constantemente, casi con la misma obsesión con que suben sus materiales. Lo inmediato y lo efímero de la mano en las redes sociales.

El vacío al que hace referencia Gilles Lipovetsky lo identifica también con el individualismo a ultranza. Dice que “hoy surge inevitablemente el sentimiento de ser distinto, de no ser como los demás. Es una de las marcas del individualismo. Ahora las personas compensan su soledad con los animales de compañía. Con los animales no hay decepción, pero los seres humanos siempre decepcionan porque son libres”[1].

En otra de sus expresiones para dar a conocer su pensamiento, Gilles Lipovetsky, en una entrevista periodística, fue más claro aún al describir al hombre actual como una persona sin fe, escéptico en la política y formado en las redes[2].

La disección que hace del hombre moderno es muy clara y certera: “El ciudadano hipermoderno es un ser digital que cada vez lee menos; es una persona que se informa en las redes sociales, donde proliferan los discursos y la información sin control y sin verificar, donde los ciudadanos reciben los mensajes que quieren escuchar y no información reflexiva que los invite a pensar, lo que propicia la proliferación de las ‘fake news’”.

Insiste en que el fin de las grandes ideologías fue creando un gran hueco en la humanidad, y desafortunadamente hoy intenta llenarse con el uso y abuso de las redes sociales, donde queremos resolver la soledad. Las redes sociales ni son una ideología ni cultura o conocimiento, sino sólo entretenimiento y comunicación horizontal, lo que nos lleva a un estado de soledad individual, o sea, aislados de los demás y ausentes de nosotros mismos.

Y este “exacerbado individualismo del hombre contemporáneo”, como lo califica, “ha afectado a todos los sectores de la vida social, desde la familia, la religión, el entretenimiento, las relaciones entre hombres y hasta la vida política, al punto en que se ha acentuado la desconfianza en torno al funcionamiento de las instituciones”.

Su descripción del hombre actual, como una persona sin fe, con un gran escepticismo político y formado y adicto por las redes sociales, viene a confirmar lo que otros filósofos contemporáneos habían señalado. Desde el español Enrique Rojas con su teoría del hombre light, que lo caracteriza principalmente por un hedonismo y materialismo, principalmente, hasta Zygmunt Bauman, creador del concepto de “modernidad líquida”, que pone sobre el tapete de la reflexión y el autoanálisis varias actividades humanas en un desplazamiento veloz, como el líquido que se va por todas las rendijas.

Para Bauman, el amor líquido se podría caracterizar como las relaciones “fogosas, fugaces y frágiles”. Catherine Jarvie, del periódico The Guardian, para identificar ese “amor líquido” lo había descrito como relaciones de bolsillo: breves, agradables y fáciles.

Lo que fácil viene, fácil se va

El éxito de muchos productos es lo efímero y por lo tanto se ha desarrollado una cultura de lo desechable.

Por ejemplo, nuestras relaciones personales han ido por esa ruta. Existe la convicción –o comodidad- en muchos jóvenes de no comprometerse con la responsabilidad de establecer una unión legal del matrimonio y optan por “vivir un tiempo juntos” para ver si logran adaptarse. De no lograrlo, se convierte en una unión desechable.

Lo efímero funciona ya en nuestras relaciones. Lo cambiante viene desde la gran variedad que nos ofrece el consumismo que en la televisión podemos tener a nuestra disposición en 500 o más canales, lo que nos ha convertido en unos “saltimbanquis” de entretenimiento.

Con el control inalámbrico en nuestras manos, cambiamos compulsiva y obsesivamente de canales, sin lograr tener paz en nuestro gusto o fijar la atención en uno solo. Son tantas las posibilidades, que queremos consumirlas rápido, y vemos de todo un poco y nada de todo.

En una computadora podemos estar viendo varias cosas de manera simultánea y brincamos de un portal a otro extendiendo los contenidos y entrelazando con ligas de un lado a otro en lo que llamamos hipertexto. Con los celulares mantenemos conversaciones con varios grupos o varias personas, casi al mismo tiempo. Le contestamos a uno, abrimos otro con un tema totalmente diferente y respondemos, volvemos con el anterior. Abrimos otro, y así se van las horas.

Al final terminamos un día muy ajetreado con nuestros contactos, después de haber estado horas enchufados a un aparato, con la vista fijada en una pantalla, y con los dedos cansados de “textear”, sin lograr retener nada porque la tecnología digital es así: efímera, fugitiva o líquida.

“Una de las razones por las que el contenido efímero se está volviendo tan popular en las redes sociales está ligado con la sociedad moderna. Existe un cansancio visual a causa del sobrecargo de publicidad e información en general. El formato efímero es un contenido que aparece durante un periodo de tiempo corto, para luego desaparecer, por índole, no cansa al consumidor”, dice Francisco Bocanelli[3], director general en Latamclick.


Y señala claramente que la “desventaja del contenido efímero es que lo que aparece y desaparece rápido, también se olvida rápidamente… lo que fácil viene, fácil se va”.


[1] Cué, Elena, (2017) Entrevista a Gilles Lipovetsky, 17 de abril de 2017.

[2] Talavera, Juan Carlos (2018) Gilles Lipovetsky disecciona al ciudadano hipermoderno, 21 de octubre de 2018, periódico Excélsior, México.

[3] Bocanelli, Francesco (2018) La tendencia del contenido efímero en las redes sociales, 27 de agosto de 2018, Nuestro Mundo, Paraguay. Te recomendamos:

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