/ miércoles 2 de septiembre de 2020

Sufren en asentamiento de Rinconadas Los Nogales los estragos de la lluvia

La lluvia que se presentó por segunda vez consecutiva la noche del martes, provocando daño a las estructuras de madera y cartón

Alrededor de seis jacales de un asentamiento urbano atrás del fraccionamiento Rinconadas Los Nogales, junto a las vías del tren que se encuentran próximas a los jales de Ávalos, sufrieron los estragos de la lluvia que se presentó por segunda vez consecutiva la noche del martes, provocando daño a las estructuras de madera y cartón.

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En el lugar, habita Estela Borrego Acosta, de 40 años, se dedica a juntar y vender fierro, actividad que le genera los recursos apenas para sobrevir, y que realiza junto a sus hijos de 15 y 17 años, que por lo limitado del ingreso, y por la necesidad de trabajar con su mamá, no asisten a la escuela.

La tarde del martes, las paredes de cartón y madera ya estaban remojadas por la lluvia de un día anterior, por lo que no resistieron mucho tiempo, cuando ya estaban inundados con el agua hasta las rodillas, alcanzando la ropa, tenis, y las pocas pertenencias que albergaba su casita.

Para evitar que el agua siguiera subiendo, los jóvenes hicieron unas zanjas, para desviar el agua y que no entrara más al jacal, donde desafortunadamente su madre, trataba de rescatar lo más posible.

“Mis hijos se pusieron unas bolsas de hule, y haciendo zanjas, para que se fuera en agua, dormimos sentados en un ladito, y en la mañana sacando el agua, para tirando”, expresó Estela.

Foto: Horacio Chávez | El Heraldo de Chihuahua

La mañana del miércoles, inició la tarea de ver qué se podía rescatar, y descubrieron que perdieron camas, ropa, sillones, una lavadora y un refrigerador.

Por su parte, Miriam López Medellín, ama de casa de 47 años, también sufrió la inundación cercana a los jales del Ávalos, en la que el compresor que era la herramienta de trabajo del desponchado que es el sustento de la familia, se empapó y ya no sirvió.

También se descompuso una pantalla de televisión de 32 pulgadas que regaló el Gobierno Federal hace unos años, y que su hijo de 15 años de edad utilizaba para la escuela; una parrilla eléctrica que tenía para cocinar los alimentos, ropa y otros muebles.

“Estamos secando las cosas con el sol, a ver qué se seca para meterlo. Mi esposo anda arriba (del techo), para ver qué alcanza a arreglar, y dice que el macopán de la madera ya está muy mojado, con otra llovida y se nos puede caer el techo”, dijo Miriam con preocupación.

Las necesidades más urgentes del asentamiento urbano son hule negro aislante, para colocar en los techos y evitar goteras, lámina de cartón y madera para reconstruir las paredes, despensa, pues viven en una alta vulnerabilidad alimentaria.

Aunado a todo lo anterior, la proximidad a los jales de la antigua Fundidora de Ávalos, y la toxicidad del material que está expuesto al aire libre, en años anteriores ha provocado severos daños a la salud de habitantes de Rinconada Los Nogales, de los cuales, los habitantes de este nuevo asentamiento no están exentos.


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En el lugar, habita Estela Borrego Acosta, de 40 años, se dedica a juntar y vender fierro, actividad que le genera los recursos apenas para sobrevir, y que realiza junto a sus hijos de 15 y 17 años, que por lo limitado del ingreso, y por la necesidad de trabajar con su mamá, no asisten a la escuela.

La tarde del martes, las paredes de cartón y madera ya estaban remojadas por la lluvia de un día anterior, por lo que no resistieron mucho tiempo, cuando ya estaban inundados con el agua hasta las rodillas, alcanzando la ropa, tenis, y las pocas pertenencias que albergaba su casita.

Para evitar que el agua siguiera subiendo, los jóvenes hicieron unas zanjas, para desviar el agua y que no entrara más al jacal, donde desafortunadamente su madre, trataba de rescatar lo más posible.

“Mis hijos se pusieron unas bolsas de hule, y haciendo zanjas, para que se fuera en agua, dormimos sentados en un ladito, y en la mañana sacando el agua, para tirando”, expresó Estela.

Foto: Horacio Chávez | El Heraldo de Chihuahua

La mañana del miércoles, inició la tarea de ver qué se podía rescatar, y descubrieron que perdieron camas, ropa, sillones, una lavadora y un refrigerador.

Por su parte, Miriam López Medellín, ama de casa de 47 años, también sufrió la inundación cercana a los jales del Ávalos, en la que el compresor que era la herramienta de trabajo del desponchado que es el sustento de la familia, se empapó y ya no sirvió.

También se descompuso una pantalla de televisión de 32 pulgadas que regaló el Gobierno Federal hace unos años, y que su hijo de 15 años de edad utilizaba para la escuela; una parrilla eléctrica que tenía para cocinar los alimentos, ropa y otros muebles.

“Estamos secando las cosas con el sol, a ver qué se seca para meterlo. Mi esposo anda arriba (del techo), para ver qué alcanza a arreglar, y dice que el macopán de la madera ya está muy mojado, con otra llovida y se nos puede caer el techo”, dijo Miriam con preocupación.

Las necesidades más urgentes del asentamiento urbano son hule negro aislante, para colocar en los techos y evitar goteras, lámina de cartón y madera para reconstruir las paredes, despensa, pues viven en una alta vulnerabilidad alimentaria.

Aunado a todo lo anterior, la proximidad a los jales de la antigua Fundidora de Ávalos, y la toxicidad del material que está expuesto al aire libre, en años anteriores ha provocado severos daños a la salud de habitantes de Rinconada Los Nogales, de los cuales, los habitantes de este nuevo asentamiento no están exentos.


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