Al menos cinco de cada diez adolescentes que tuvieron un hijo entre 2019 y marzo de 2020 sufrieron algún acto de violencia, principalmente de parte de sus padrastros, padres, hermanos o parejas sentimentales.
El Inegi refiere que en 2019 y los tres primeros meses de 2020, más de 11 mil menores de 18 años fueron mamás en el estado, y este porcentaje representa el 19.5 por ciento del total de embarazos en dicho lapso.
Entre las principales causas por las que las adolescentes resultaron embarazadas, se encuentra el desconocimiento del uso de preservativos, conocerlos pero no saber dónde obtenerlos, y aunque en menor porcentaje, algunas jóvenes refirieron que deseaban embarazarse.
El Instituto Nacional de las Mujeres refiere en un análisis respecto a la población adolescente que tiene uno o más embarazos, que las jóvenes son víctimas principalmente de violencia sicológica, económica y aunque el maltrato físico no se coloca dentro de los primeros tipos de violencia, existe la posibilidad de que muchas mujeres no lo digan por temor o vergüenza, ante lo que se ha
denominado una cultura machista, que aún prevalece.
De acuerdo con distintas asociaciones, entre las que se encuentra el Centro de Intervención en Crisis en Chihuahua, las adolescentes que deciden ser mamás o que no toman precauciones cuando inician su vida sexual, lo hacen esperando tener algo propio, aunque esto implique dejar de lado su preparación académica, ya que en la mayor parte de los casos abandonan la escuela.
Aunado a lo anterior, se ha referido que las adolescentes que desean alejarse de un círculo de violencia por medio de un embarazo caen en el mismo rol, pues generalmente vuelven a ser víctimas dentro de su hogar materno-paterno, o bien, con su pareja.
Los embarazos antes de los 18 años representan además un riesgo en la salud, pues las jóvenes no han terminado de desarrollarse físicamente, y esto lleva a la muerte materna o consecuencias en la salud.