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“Hace siete años desde que inicié como la primera mujer bolera, los clientes me felicitan, les da gusto porque dicen que nunca habían visto a una mujer en este oficio. Que les da orgullo de ver a una mujer que no se avergüenza de su oficio. Me han dicho sobre todo felicitaciones”, expresó ‘La Güerita’, quien tiene su silla de boleo en la Calle Victoria casi esquina con Segunda, donde se ha empoderado y vencido la adversidad de un oficio que tradicionalmente lo desempeña el género masculino.
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Desde las 8:30 horas, llega a su punto de trabajo, con la rizada cabellera rubia atada en una coleta bajo la cachucha, y empieza a recibir a su clientela –mucha de ella mujeres, que agradecen que exista una representante femenina para ejercer el trabajo-. En el Centro permanece hasta mediodía y después, acude al otro punto en la colonia San Felipe, en la Avenida Universidad y Pascual Orozco.
En el Centro es conocida como ‘La Güera’, como se refieren a ella con cariño, sobre todo la clientela femenina, quienes le han referido que con los señores boleros les daba pena llegar, pero con ella, es un gusto poder traer sus zapatos bien cuidados y brillantes, por el cuidado y el esmero que la Güerita pone en cada par de calzado que llega a sus manos, que por 30 pesos los deja luciendo como nuevos.
La primera mujer bolera es una muestra de empoderamiento de una mujer que disfruta y sabe cómo hacer su oficio, del que dice, nunca falta trabajo, y llega a bolear hasta 14 clientes en una mañana, con todos los productos que aplica para la limpieza, lustre y en ocasiones, pintura.
“Aprendí gracias al señor ‘Shopan’ Francisco, y gracias a él sigo aquí. Me jaló prácticamente, tenía 23 años. Así cursé, y luego me rentó la banca de enseguida, ahí duré como dos años. Por seis meses tuve otro trabajo, y por cuestiones personales, volví, y el señor Luis Gallarza me dio oportunidad de trabajar con él y hasta la fecha, tengo dos años”, relató.
Mencionó que le gusta mucho su oficio y la llena de orgullo, porque es una de las labores que yo no esperaba desempeñarlo, se siente muy apoyada por sus compañeros y respetada.
“Les ofrezco mi trabajo, también hago trabajo de tapitas, reparación de botas, se pintan chamarras, bolsas y artículos de piel. Ahí lo que se les ofrezca”, finalizó.
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