Los casos de chihuahuenses que en busca de satisfacer su vanidad terminaron con lesiones corporales irreversibles han posicionado al estado dentro de las listas de los lugares que requieren atención oportuna por parte de las autoridades, según explicó el doctor Ernesto Theurell Sangeado, especialista en cirugía plástica y único perito en la materia en el norte del país.
Tan sólo durante el año pasado se descubrió que en el municipio de Cuauhtémoc, quince mujeres fueron víctimas de una mala praxis al someterse a una modificación de labios a través de la aplicación de ácido hialurónico que resultó ser un tipo de aceite que les ocasionó piedras amarillas, las cuales tuvieron que ser removidas quirúrgicamente. Quien aplicó la sustancia no está para estar dentro del cuerpo humano también perjudicó la salud de mujeres de distintas partes de Estados Unidos.
“Hasta las tres semanas, ya en el mes de septiembre, mi boca estaba muy inflamada, con deformidades y tenía dos bolas en el labio inferior”, explica Fátima, una de las afectadas que se atrevió a denunciar públicamente el mal procedimiento del que había sido víctima, pues en el proceso de buscar ayuda e información respecto a su salud encontró a otras quince mujeres que estaban pasando por lo mismo y decidieron proceder legalmente, situación que se publicó en esta casa editora el 30 de septiembre de 2018.
En el ámbito nacional, los diferentes Colegios de Cirujanos estatales han trabajado de la mano para regular la práctica de la medicina estética en México, pues la problemática es cada vez mayor y las víctimas han llegado a fallecer en manos de falsos médicos que en el afán de ganar dinero terminan inyectando líquidos como la parafina, aceites de origen animal o mineral y varios tipos de proteínas. Estos procedimientos han ocasionado que 4 mil personas en México padezcan la llamada “enfermedad por modelantes”, cuyos síntomas van desde la fibrosis hasta la esclerosis.
De acuerdo con el informe del Servicio de Cirugía Plástica y Reconstructiva del Hospital General de México “Eduardo Liceaga”, el 85% de los casos atendidos de 2002 a 2017 presentaron daño irreversible. La problemática ha tenido un crecimiento exponencial en el país debido a la falta de una regulación efectiva por parte de las autoridades sanitarias a los establecimientos en donde se ofertan procedimientos de modificación corporal.
Los mecanismos y el cuadro clínico de esta enfermedad pueden diferir de acuerdo con el material inyectado, además de que el tiempo para la aparición de los síntomas puede ser de semanas, meses e incluso años. Estas complicaciones, tempranas o tardías, incluyen cambios en el color y en la textura de la piel, inflamación granulomatosa, nódulos cutáneos, fístulas aunadas con infección, así como contractura y deformidad de la región afectada.
Este tipo de líquidos pueden migrar a otras partes del cuerpo, principalmente cuando se administran en sitios en donde por gravedad se facilita más el desplazamiento del producto, llegando a involucrar desde la pared abdominal hasta los pies.
Aunque las leyes en el país exigen que “cualquier cirugía estética y cosmética relacionada con cambiar o corregir el contorno o la forma de diferentes zonas o regiones de la cara y del cuerpo, deberá efectuarse en establecimientos o unidades médicas con licencia sanitaria vigente, atendidos por profesionales de la salud de conformidad con lo que establece el artículo 81 y que se encuentren autorizados por la Secretaría de Salud conforme al reglamento correspondiente”, las medidas utilizadas por las autoridades para evitar que la problemática siga en aumento aún no son suficientes para frenar la práctica y el incremento de las víctimas.
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