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La casa de los ángeles alberga alrededor de mil figuras aladas, entre ángeles de la guarda, arcángeles, querubines, cupidos, entre otros que custodian a la familia Zamora y consuelan al corazón de Doña Rosa María, quien vive acompañada por los seres celestiales, que preservan el recuerdo de sus hijos Miguel Ángel y Felipe, quienes murieron de forma repentina a temprana edad.
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La vivienda de Rosa María Zamora Mendoza se ubica en la colonia San Jorge, sobre la calle 16, donde se pueden ver en pinturas, figuras desde miniaturas hasta la escultura llamada Diana de más de un metro de altura; de cerámica, yeso, madera, metálicos, bordados, tallados en madera, y otros formatos.
Los ángeles son protección y consuelo, fieles compañeros y un recordatorio del inmenso amor de sus dos hijos, cuya extensa colección inició cuando Felipe empezó a coleccionar campanas, pero luego de la repentina muerte del hijo menor de la familia, Miguel Ángel, empezó a coleccionar ángeles, muchos de ellos llegaron a la modesta vivienda por regalo, hasta llegar a contabilizarlos en más de mil.
Miguel Ángel murió de 17 años en abril de 2001, al rescatar a su amigo Raúl, cuando resbaló en la Presa Chihuahua mientras pescaban. Se enredó con la lama y vegetación del fondo del cuerpo de agua y no pudo salir. A manera de recuerdo, su hermano Felipe empezó a coleccionar ángeles, con quienes platicaba, limpiaba y se sentía muy identificado con ellos.
“Siento mucha paz, muy bonito. Aquí no puede entrar cualquier gente, tengo un ejército que no los deja”, refirió y compartió las imágenes de sus consentidos, dos querubines de entre 30 y 50 centímetros el más grande, al que llamó, ‘aquel vago’.
A algunos, incluso, los corregía, al decirles que se habían salido de los nichos donde reposan en la sala de la casa de su madre, y que en la calle se habían ensuciado, por lo que los tenía que limpiar de manera especial.
Años después, el 6 de julio de 2015, Felipe perdió la batalla contra el cáncer que inició en el hígado, y en menos de seis meses le hizo metástasis hasta el rostro afectando también sus ojos. Un día de los primeros de julio sufrió una caída y la falta de coagulación en su sangre provocó que muriera desangrado en un periodo muy corto.
Posterior a eso, la familia continuó recibiendo ángeles, y regalándolos en memoria de Felipe, sin embargo, la abundancia de los ángeles es tal, que las paredes, repisas, mesas y cuadros, siguen mostrando a los ángeles protectores de Rosa María.
· Sucesos inexplicables
Rosa María, de 73 años, se dedica al hogar y su vida la ha dedicado a la crianza de sus cuatro hijos y también de nietos que ha visto crecer como si fueran propios.
Miguel Ángel y Felipe anunciaron poco antes de sus muertes lo que iba a pasar, incluso, con detalles como querían ser vestidos, ambos con ropa blanca y en ataúdes sencillos y austeros de madera, porque se dirigían a una fiesta celestial.
El día en que fue enterrado Felipe, se cumplieron sus palabras de que iba a llover muchísimo, con una crecida de agua que arrastraría su auto y también otro de su hermana. Al volver del panteón empezó la lluvia, y Elba mandó resguardar el auto de Felipe para que no se lo llevara el agua, y su hermana, sabiendo lo que se había predicho, le rogaba a su hermano difunto ‘Felipito, cuida mi carro. Ayúdame Felipito”, y aunque el agua subió medio metro, la corriente respetó al vehículo.
Rosa identifica la presencia de sus hijos cuando acuden a visitarla entre los ángeles, con luces coloridas, a Miguel Ángel, con una luminiscencia azul muy claro y a Felipe, una de color naranja suave.
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