/ sábado 15 de junio de 2019

"Yo también soy una migrante": Tania Libertad

“La gente no abandona sus hogares nada más porque sí, sino porque existe la necesidad de comer...”

Chiclayo, Perú, lugar de nacimiento de Tania Libertad, es una comunidad al norte de la nación sudamericana. Ya como ciudadana de México, la cantante reconoce el paralelismo existente entre ambos países, del cual destaca la franqueza de los habitantes de los respectivos septentriones. Y es en esa cualidad tan valorada por ella que charla con El Heraldo.

En unos cuantos minutos que bien podrían ser horas gracias a su cordialidad, la Comendadora (nombrada así por los gobiernos peruano y brasileño) le hace honor a su apellido y permite hablar de lo que sea sin cortapisas y sin empachos. Así, lo mismo admite maltrato durante su adolescencia, que opina sobre la situación migrante y se declara libre de cáncer sin bajar la guardia.

Su lucha por la libertad

La intérprete (prefiere que le llamen así, pues no obstante su brillante trayectoria, dice que aún está en la búsqueda de la consagración) recuerda que su infancia transcurrió normal, escuchando en su radio emisoras mexicanas, donde comenzó tanto su amor por este país como su “gusanito” por cantar.

Fue en la adolescencia que las cosas se complicaron, principalmente por ser la única mujer entre siete hermanos y vivir en una época en que la mujer era relegada, cosa que entiende, a pesar de que estuvo encerrada en su habitación casi cinco años. “Sólo me dejaban salir para comer y cantar”, rememora.

Pero no guarda rencores, y eso que declara que el carácter optimista y el buen humor que hoy ostenta ante cualquier situación los adquirió “a base de golpes… y no lo digo metafóricamente. Mas no fue una cosa que me traumara, ni después tuve que ir al psicoanalista. Creo que todo lo que viví me convirtió en la mujer echada pa’lante (sic) que ahora soy”, declara.

Su propia madurez se encargó de arreglar las cosas. “A los 21 años escapé de la casa, me fui (pero) a los 15 días mi papá me fui a buscar (…) tuvimos una reunión cumbre (se ríe con la comparación) y acepté regresar con algunas condiciones, entre ellas, una llave para poder entrar y salir cuando yo quisiera”, menciona, añadiendo que finalmente quedó en buenos términos con su familia.

“Aquella noche me fui de parranda (aunque aclara que no es tomadora) y comencé a tratar con las personalidades de la cultura peruana”, evoca una actitud de Libertad que replicaría años más tarde, cuando en 1977 pisó México por primera vez y se fue derechito a Garibaldi a ver en vivo a un mariachi y tomarse un “caballito” de tequila.

Fue cuando sintió que su amor por nuestro país era correspondido.

Sonreírle a la muerte

“La muerte nos sonríe a todos; sólo nos resta devolverle la sonrisa”, reza una frase de la película “Gladiador”. Para Tania, fue realmente vital aplicar tales palabras, transformadas en sus ya mencionados buen humor y actitud positiva para sobrellevar el cáncer que, aunque ha estado presente tres veces en su vida y le ha costado visitas al quirófano, la mantiene en pie de lucha.

“Hace unas semanas me hice unos exámenes, y gracias a Dios el mal ya no apareció, pero aquí creo que la palabra clave es la prevención, y debemos enfatizarla, porque hoy (jueves) fue Edith (González) y muchas más (quienes murieron)”, subraya, convencida de que la cifra mortal puede bajar si se combate el padecimiento con anticipación.

“He tenido la fortuna de tener un excelente equipo médico, además de afrontar con la mejor de las actitudes un mal que ahí está, y no queda más que sacarlo”, agrega, recordando una biopsia de alto riesgo para su carrera que superó recientemente.

“El cáncer reapareció en mi garganta (dice luego de confesar que le extirparon un pecho y usa una prótesis), y (para estudios) debían clavarme unas agujas cerca de las cuerdas vocales. Una leve falla y adiós a cantar. Afortunadamente, estoy en buenas manos y creo que después de ese episodio canto mejor que nunca”, afirma, de nuevo, entre risas.

Destacando que su lucha contra la enfermedad sigue en forma de chequeos cada medio año, Libertad se siente optimista al respecto, argumentando que proviene de una familia longeva y ejemplificando con su madre, quien se fue a los 102 años.

“Así que, aquí estaré dando lata un buen rato más”, sentencia, sin perder su tono bromista.

¡No me toquen ese tema!

La amante de la música, quien ha hecho fusiones de sus canciones con otros ritmos (ha mezclado, por ejemplo lo electrónico con los ritmos afroamericanos propios de su tierra natal) no puede más que protestar cuando se menciona el concepto de género urbano.

“Creo que le pusieron así (al reguetón y sus derivados) porque había que llamarlo de una forma. Porque si nos ponemos a ver, casi todos los géneros son urbanos. ¿Qué puede haber más urbano que el danzón”, cuestiona al respecto.

“Uno hubiera pensado que ya lo había visto todo con la irrupción del rap. ¿Cuándo se había visto hablar sin música? Pero luego el tiempo pasó y hoy estamos en una época en la que, sin embargo, respeto tanto a intérpretes como a seguidores de ese tipo de música”, aclara.

No obstante, es algo que no comparte ni compartirá. “Prefiero seguir haciendo mi propia música”, recalca, convencida.

“Yo soy una migrante”

Como mexicana, ella no es ajena a la actual situación de los migrantes que buscan el sueño americano. “Yo también soy una migrante”, menciona sin pensarlo, refiriéndose no sólo al periplo que, en 1980 le hizo comprar sólo el boleto de ida de Perú a México, sino a que trabaja en otros países.

Ciertamente, alguien de un carácter tan amable no se desharía en diatribas para el mandatario norteamericano, pero opina muy a su manera con un “te lo digo Juan, para que lo entiendas, Pedro”.

“La gente no abandona sus hogares nada más porque sí, sino porque existe la necesidad de comer, de tener una vida mejor”, explica, dejando para la lectura entre líneas que debe haber otra solución que correr la línea divisoria 3 mil kilómetros hacia el sur.

“Por mi parte, yo seguiré cantando mis canciones de esperanza y amor”, agrega, sobre su granito de arena en el particular.

Honrar la vida

Le es difícil escoger una canción como su himno personal. “Gracias a la vida” es un tema que no me perdonan en los conciertos, así como “Alfonsina y el mar”, pero si tuviese que elegir, seguramente sería ‘Honrar la vida’, de Eladia Blázquez… es un tema maravilloso”, comenta.

“Hay gente que nada más pasa por la vida”, explica, “y hay gente que vive honrándola (con dignidad, con actitud, por ejemplo). Creo que nosotros debemos vivir la vida de tal manera que la honremos en cada momento”, finaliza.

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Chiclayo, Perú, lugar de nacimiento de Tania Libertad, es una comunidad al norte de la nación sudamericana. Ya como ciudadana de México, la cantante reconoce el paralelismo existente entre ambos países, del cual destaca la franqueza de los habitantes de los respectivos septentriones. Y es en esa cualidad tan valorada por ella que charla con El Heraldo.

En unos cuantos minutos que bien podrían ser horas gracias a su cordialidad, la Comendadora (nombrada así por los gobiernos peruano y brasileño) le hace honor a su apellido y permite hablar de lo que sea sin cortapisas y sin empachos. Así, lo mismo admite maltrato durante su adolescencia, que opina sobre la situación migrante y se declara libre de cáncer sin bajar la guardia.

Su lucha por la libertad

La intérprete (prefiere que le llamen así, pues no obstante su brillante trayectoria, dice que aún está en la búsqueda de la consagración) recuerda que su infancia transcurrió normal, escuchando en su radio emisoras mexicanas, donde comenzó tanto su amor por este país como su “gusanito” por cantar.

Fue en la adolescencia que las cosas se complicaron, principalmente por ser la única mujer entre siete hermanos y vivir en una época en que la mujer era relegada, cosa que entiende, a pesar de que estuvo encerrada en su habitación casi cinco años. “Sólo me dejaban salir para comer y cantar”, rememora.

Pero no guarda rencores, y eso que declara que el carácter optimista y el buen humor que hoy ostenta ante cualquier situación los adquirió “a base de golpes… y no lo digo metafóricamente. Mas no fue una cosa que me traumara, ni después tuve que ir al psicoanalista. Creo que todo lo que viví me convirtió en la mujer echada pa’lante (sic) que ahora soy”, declara.

Su propia madurez se encargó de arreglar las cosas. “A los 21 años escapé de la casa, me fui (pero) a los 15 días mi papá me fui a buscar (…) tuvimos una reunión cumbre (se ríe con la comparación) y acepté regresar con algunas condiciones, entre ellas, una llave para poder entrar y salir cuando yo quisiera”, menciona, añadiendo que finalmente quedó en buenos términos con su familia.

“Aquella noche me fui de parranda (aunque aclara que no es tomadora) y comencé a tratar con las personalidades de la cultura peruana”, evoca una actitud de Libertad que replicaría años más tarde, cuando en 1977 pisó México por primera vez y se fue derechito a Garibaldi a ver en vivo a un mariachi y tomarse un “caballito” de tequila.

Fue cuando sintió que su amor por nuestro país era correspondido.

Sonreírle a la muerte

“La muerte nos sonríe a todos; sólo nos resta devolverle la sonrisa”, reza una frase de la película “Gladiador”. Para Tania, fue realmente vital aplicar tales palabras, transformadas en sus ya mencionados buen humor y actitud positiva para sobrellevar el cáncer que, aunque ha estado presente tres veces en su vida y le ha costado visitas al quirófano, la mantiene en pie de lucha.

“Hace unas semanas me hice unos exámenes, y gracias a Dios el mal ya no apareció, pero aquí creo que la palabra clave es la prevención, y debemos enfatizarla, porque hoy (jueves) fue Edith (González) y muchas más (quienes murieron)”, subraya, convencida de que la cifra mortal puede bajar si se combate el padecimiento con anticipación.

“He tenido la fortuna de tener un excelente equipo médico, además de afrontar con la mejor de las actitudes un mal que ahí está, y no queda más que sacarlo”, agrega, recordando una biopsia de alto riesgo para su carrera que superó recientemente.

“El cáncer reapareció en mi garganta (dice luego de confesar que le extirparon un pecho y usa una prótesis), y (para estudios) debían clavarme unas agujas cerca de las cuerdas vocales. Una leve falla y adiós a cantar. Afortunadamente, estoy en buenas manos y creo que después de ese episodio canto mejor que nunca”, afirma, de nuevo, entre risas.

Destacando que su lucha contra la enfermedad sigue en forma de chequeos cada medio año, Libertad se siente optimista al respecto, argumentando que proviene de una familia longeva y ejemplificando con su madre, quien se fue a los 102 años.

“Así que, aquí estaré dando lata un buen rato más”, sentencia, sin perder su tono bromista.

¡No me toquen ese tema!

La amante de la música, quien ha hecho fusiones de sus canciones con otros ritmos (ha mezclado, por ejemplo lo electrónico con los ritmos afroamericanos propios de su tierra natal) no puede más que protestar cuando se menciona el concepto de género urbano.

“Creo que le pusieron así (al reguetón y sus derivados) porque había que llamarlo de una forma. Porque si nos ponemos a ver, casi todos los géneros son urbanos. ¿Qué puede haber más urbano que el danzón”, cuestiona al respecto.

“Uno hubiera pensado que ya lo había visto todo con la irrupción del rap. ¿Cuándo se había visto hablar sin música? Pero luego el tiempo pasó y hoy estamos en una época en la que, sin embargo, respeto tanto a intérpretes como a seguidores de ese tipo de música”, aclara.

No obstante, es algo que no comparte ni compartirá. “Prefiero seguir haciendo mi propia música”, recalca, convencida.

“Yo soy una migrante”

Como mexicana, ella no es ajena a la actual situación de los migrantes que buscan el sueño americano. “Yo también soy una migrante”, menciona sin pensarlo, refiriéndose no sólo al periplo que, en 1980 le hizo comprar sólo el boleto de ida de Perú a México, sino a que trabaja en otros países.

Ciertamente, alguien de un carácter tan amable no se desharía en diatribas para el mandatario norteamericano, pero opina muy a su manera con un “te lo digo Juan, para que lo entiendas, Pedro”.

“La gente no abandona sus hogares nada más porque sí, sino porque existe la necesidad de comer, de tener una vida mejor”, explica, dejando para la lectura entre líneas que debe haber otra solución que correr la línea divisoria 3 mil kilómetros hacia el sur.

“Por mi parte, yo seguiré cantando mis canciones de esperanza y amor”, agrega, sobre su granito de arena en el particular.

Honrar la vida

Le es difícil escoger una canción como su himno personal. “Gracias a la vida” es un tema que no me perdonan en los conciertos, así como “Alfonsina y el mar”, pero si tuviese que elegir, seguramente sería ‘Honrar la vida’, de Eladia Blázquez… es un tema maravilloso”, comenta.

“Hay gente que nada más pasa por la vida”, explica, “y hay gente que vive honrándola (con dignidad, con actitud, por ejemplo). Creo que nosotros debemos vivir la vida de tal manera que la honremos en cada momento”, finaliza.

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