Año 1649: Antes de Cuaresma había carnavales para cometer excesos, luego pedían perdón a Dios

Las "carnestolendas" eran fiestas donde se cometán excesos que estaban prohibidos o mal vistos en la cuaresma

Luis G. Prieto | Archivo Histórico Municipal de Parral

  · sábado 26 de marzo de 2022

En los carnavales antes de la cuaresma se llegaban a cometer excesos que eran prohibidos. Foto: Pintura | Mediateca | INAH

Memorias de Chihuahua

Durante la época virreinal era verdaderamente común que tres días antes del Miércoles de Ceniza se organizarán carnavales o “carnestolendas”, en los que se programaban una serie de eventos que entretenían a la sociedad de aquel entonces, misma que llegaba a cometer los excesos que estaban prohibidos o mal vistos en la cuaresma.

Las carnestolendas, por ejemplo, hacían referencia a la privación del consumo de carnes que todavía es típica del tiempo cuaresmal. Eran entendidas como el límite que se tenía que aprovechar antes de iniciar la penitencia que obligaban las diversas instituciones del Virreinato, en principio para disfrutar de manera exagerada la ingesta del alimento proveniente de la res y otros animales, pero sumado a ello se permitían las corridas de toros y la venta de bebidas alcohólicas.

En el Parral de 1649, previo a celebrarse las carnestolendas, el general Juan Fernández de Carrión, quien fungía como justicia mayor y capitán de guerra, emitió un bando para regular las “fiestas” que anteceden a la cuaresma, ordenando en pocas palabras que sí se realicen corridas de toros pero que no se le venda alcohol a los indios.

Era un 11 de febrero y Carrión entendía como necesidad popular la celebración de esos tres días, que los toros corrieran por la plaza pública del viejo mineral para que fueran observados por la multitud, hombres y mujeres que servían en los depósitos de plata. Pero también sabía que dichas fiestas generaban desorden, alborotos entre los vecinos y hasta lamentables muertes.

Así pues, valorando lo anterior, mandó pregonar en todo el pueblo que los encargados de cercar la plaza pública para evitar el paso de los toros así lo hiciesen, pero que además, protegieran cada quien lo que les pertenecía. Y quien no lo cumpliera debía pagar 50 pesos por concepto de multa; dinero que sería utilizado para la guerra contra los pueblos indígenas en rebeldía.

De igual forma, sería castigado todo aquel mercader que vendiera durante los días de carnestolendas productos de alcohol no sólo a los indios, sino también a los negros, mulatos y mestizos, o a cualquiera que sirviera en las minas del real. Ni vino de Parral, de Castilla u otra parte podían consumir los señalados en el bando de gobierno.

Esto que aquí se comparte fue pregonado Antonio Bravo, un negro ladino, que lo hizo en “altas e inteligibles voces”, desde la plaza pública del Parral hasta la casa de Lucas de Quezada, y de ahí hasta la de Juan Sánchez de Ruiseñada quien vivía enfrente de con Domingo Lorenzo, acto que ejecutó en presencia de Diego Morán (de la Cerda) poco antes del iniciar las fiestas.

El documento que actualmente se resguarda en el Archivo Histórico Municipal de Parral hace referencia a una de las costumbres que se practicaban en la medianía del Siglo XVII, cuando el real de minas no tenía ni 30 años de haber aparecido.

Resalta la importancia que tiene para sociedad virreinal el ceremonial público y religioso, por ello es que las autoridades tienen que regular las actividades para que la tradición no desaparezca. Sin embargo, aquellos que habrían de pagar por los excesos cometidos serían aquellos que pertenecen a las castas sociales más bajas, sobre todo los indios.

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