/ sábado 4 de noviembre de 2023

Chernobyl mexicano: El accidente nuclear que marcó a Ciudad Juárez en 1984

Cientos de gránulos radioactivos de Cobalto- 60 fueron regados por la ciudad fronteriza sin que nadie supiera el alcance que tendría el problema

Memorias de Chihuahua

El mes de noviembre de 1977 marcó el inicio de una serie de eventos en Ciudad Juárez que dejaron al descubierto graves fallas en la seguridad nuclear en México. El Centro Médico de Especialidades adquirió una unidad equipada con una fuente de Cobalto-60 sin la debida autorización del Instituto Nacional de Energía Nuclear (INEN). Esta irresponsable adquisición sentó las bases para una tragedia que se desarrollaría en los años siguientes.

La unidad adquirida por el Centro Médico de Especialidades fue almacenada sin las medidas de seguridad adecuadas, exponiendo durante seis años al personal y a los pacientes del hospital. En diciembre de 1983, un técnico llamado Vicente Sotelo Alardín desmanteló la unidad por instrucciones del jefe de mantenimiento del hospital, con la intención de venderla como chatarra en el Yonke Fénix. El cilindro que contenía material radiactivo fue perforado intencionalmente por Sotelo Alardín, quien desconocía qué tenía dentro, liberando los gránulos radioactivos en la troca y dispersándolos durante su traslado al deshuesadero, dejando un rastro radioactivo en múltiples secciones de la ciudad.

La situación alcanzó su verdadero nivel de alarma cuando el 16 de enero de 1984, un camión pasó accidentalmente frente al laboratorio Los Álamos, el mismo en el que 39 años atrás Robert Oppenheimer habría inventado la primera bomba atómica. Los contadores Geiger de este laboratorio detectaron la radiactividad y las cámaras de seguridad tomaron fotografías del camión que había activado las alarmas.

Foto: Gobierno de México

El gobierno de Estados Unidos inició una investigación en donde se dictaminó que el camión, cargado de varilla contaminada, provenía de México, y se notificó a la Comisión Nacional de Seguridad Nuclear y Salvaguardias (CNSNS) sobre la contaminación, iniciando un plan de búsqueda que detectó la severa contaminación de las instalaciones del depósito de chatarra Fénix, así como las instalaciones de Aceros de Chihuahua S.A. (ACHISA), las cuales fueron aseguradas para reducir los niveles de radiación.

La recién creada e incipiente CNSNS, realizó acciones improvisadas como la remoción de una capa de tierra de 10 cm en distintas zonas, cubrir los metales con plásticos y llenar la caja de una troca de concreto. También se realizó un rastreo radiológico en la carretera a Casas Grandes, donde se detectaron niveles altos de radiación.

El 26 de enero de 1984, durante uno de los cateos desplegados por la ciudad, se encontró otra gran fuente de radiación en una camioneta estacionada en el centro de Juárez. Con el fin de proteger a la población cercana, se decidió trasladarla el vehículo a El Chamizal. La troca contaminada pertenecía a Vicente Sotelo Alardín, quien reveló el problema raíz de la contaminación radiactiva. Gracias a esa información, se recogieron de manera irregular gránulos de Cobalto-60 dispersos a lo largo de las rutas habituales de Sotelo Alardín.

Foto: Gobierno de México

En cuanto a los efectos en la salud de las personas expuestas, se estima que alrededor de 4 mil individuos estuvieron expuestos a la radiación, aunque la mayoría recibió dosis inferiores a 500 mrem. Un porcentaje menor recibió dosis más elevadas, lo que llevó a algunos a recibir atención médica adicional en unidades hospitalarias para exámenes y seguimiento de posibles efectos adversos, donde se presentaron algunos casos de síntomas como enfermedades estomacales, hemorragias nasales, cefaleas y leucopenia.

La CNSNS estableció criterios para la demolición de construcciones contaminadas, considerando un valor de exposición adicional de 0.06 mR/h. Se llevó a cabo una evaluación radiológica amplia para determinar la seguridad de las construcciones y si era necesario demolerlas. En total, se demolieron 814 construcciones sospechosas de haber utilizado material contaminado en su construcción.

Se buscó un lugar "adecuado" para establecer un cementerio radiactivo y, en febrero de 1984, se identificó un sitio en el desierto en el actual área protegida de Médanos de Samalayuca, principalmente debido a su baja probabilidad de uso futuro. El material radiactivo recuperado fue transportado a este sitio designado, en donde se sepultó entre plástico y concreto el material contaminado, incluyendo la troca de Vicente. Se estima que cerca de 60 mil toneladas de acero resultaron radioactivas. Sin embargo, no se tomaron las acciones necesarias para implementar medidas de control, mantenimiento adecuado y un programa de monitoreo ambiental.

Foto: Gobierno de México

Miles de varillas contaminadas se distribuyeron en 16 estados de la República y en parte de los Estados Unidos. No se logró recuperar en su totalidad el material contaminado. Este suceso en Ciudad Juárez puso en evidencia las deficiencias en los protocolos de seguridad nuclear en México, y se señaló como responsable al Secretario de Gobernación, durante el sexenio del presidente Miguel de la Madrid, Manuel Bartlett por el manejo deficiente de la crisis.

En 2004, un análisis de la UNAM reveló que los niveles de radiación en Samalayuca aún eran alarmantes y criticó que los residuos no cuentan con las medidas de contención adecuadas. Aunque para 1990 la vida media del Cobalto-60 ya había llegado a su fin, es importante mantenerse alejado de este cementerio radioactivo.

Facebook: Archivo Histórico Municipal de Parral

Memorias de Chihuahua

El mes de noviembre de 1977 marcó el inicio de una serie de eventos en Ciudad Juárez que dejaron al descubierto graves fallas en la seguridad nuclear en México. El Centro Médico de Especialidades adquirió una unidad equipada con una fuente de Cobalto-60 sin la debida autorización del Instituto Nacional de Energía Nuclear (INEN). Esta irresponsable adquisición sentó las bases para una tragedia que se desarrollaría en los años siguientes.

La unidad adquirida por el Centro Médico de Especialidades fue almacenada sin las medidas de seguridad adecuadas, exponiendo durante seis años al personal y a los pacientes del hospital. En diciembre de 1983, un técnico llamado Vicente Sotelo Alardín desmanteló la unidad por instrucciones del jefe de mantenimiento del hospital, con la intención de venderla como chatarra en el Yonke Fénix. El cilindro que contenía material radiactivo fue perforado intencionalmente por Sotelo Alardín, quien desconocía qué tenía dentro, liberando los gránulos radioactivos en la troca y dispersándolos durante su traslado al deshuesadero, dejando un rastro radioactivo en múltiples secciones de la ciudad.

La situación alcanzó su verdadero nivel de alarma cuando el 16 de enero de 1984, un camión pasó accidentalmente frente al laboratorio Los Álamos, el mismo en el que 39 años atrás Robert Oppenheimer habría inventado la primera bomba atómica. Los contadores Geiger de este laboratorio detectaron la radiactividad y las cámaras de seguridad tomaron fotografías del camión que había activado las alarmas.

Foto: Gobierno de México

El gobierno de Estados Unidos inició una investigación en donde se dictaminó que el camión, cargado de varilla contaminada, provenía de México, y se notificó a la Comisión Nacional de Seguridad Nuclear y Salvaguardias (CNSNS) sobre la contaminación, iniciando un plan de búsqueda que detectó la severa contaminación de las instalaciones del depósito de chatarra Fénix, así como las instalaciones de Aceros de Chihuahua S.A. (ACHISA), las cuales fueron aseguradas para reducir los niveles de radiación.

La recién creada e incipiente CNSNS, realizó acciones improvisadas como la remoción de una capa de tierra de 10 cm en distintas zonas, cubrir los metales con plásticos y llenar la caja de una troca de concreto. También se realizó un rastreo radiológico en la carretera a Casas Grandes, donde se detectaron niveles altos de radiación.

El 26 de enero de 1984, durante uno de los cateos desplegados por la ciudad, se encontró otra gran fuente de radiación en una camioneta estacionada en el centro de Juárez. Con el fin de proteger a la población cercana, se decidió trasladarla el vehículo a El Chamizal. La troca contaminada pertenecía a Vicente Sotelo Alardín, quien reveló el problema raíz de la contaminación radiactiva. Gracias a esa información, se recogieron de manera irregular gránulos de Cobalto-60 dispersos a lo largo de las rutas habituales de Sotelo Alardín.

Foto: Gobierno de México

En cuanto a los efectos en la salud de las personas expuestas, se estima que alrededor de 4 mil individuos estuvieron expuestos a la radiación, aunque la mayoría recibió dosis inferiores a 500 mrem. Un porcentaje menor recibió dosis más elevadas, lo que llevó a algunos a recibir atención médica adicional en unidades hospitalarias para exámenes y seguimiento de posibles efectos adversos, donde se presentaron algunos casos de síntomas como enfermedades estomacales, hemorragias nasales, cefaleas y leucopenia.

La CNSNS estableció criterios para la demolición de construcciones contaminadas, considerando un valor de exposición adicional de 0.06 mR/h. Se llevó a cabo una evaluación radiológica amplia para determinar la seguridad de las construcciones y si era necesario demolerlas. En total, se demolieron 814 construcciones sospechosas de haber utilizado material contaminado en su construcción.

Se buscó un lugar "adecuado" para establecer un cementerio radiactivo y, en febrero de 1984, se identificó un sitio en el desierto en el actual área protegida de Médanos de Samalayuca, principalmente debido a su baja probabilidad de uso futuro. El material radiactivo recuperado fue transportado a este sitio designado, en donde se sepultó entre plástico y concreto el material contaminado, incluyendo la troca de Vicente. Se estima que cerca de 60 mil toneladas de acero resultaron radioactivas. Sin embargo, no se tomaron las acciones necesarias para implementar medidas de control, mantenimiento adecuado y un programa de monitoreo ambiental.

Foto: Gobierno de México

Miles de varillas contaminadas se distribuyeron en 16 estados de la República y en parte de los Estados Unidos. No se logró recuperar en su totalidad el material contaminado. Este suceso en Ciudad Juárez puso en evidencia las deficiencias en los protocolos de seguridad nuclear en México, y se señaló como responsable al Secretario de Gobernación, durante el sexenio del presidente Miguel de la Madrid, Manuel Bartlett por el manejo deficiente de la crisis.

En 2004, un análisis de la UNAM reveló que los niveles de radiación en Samalayuca aún eran alarmantes y criticó que los residuos no cuentan con las medidas de contención adecuadas. Aunque para 1990 la vida media del Cobalto-60 ya había llegado a su fin, es importante mantenerse alejado de este cementerio radioactivo.

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