Memorias de Chihuahua
Hace cien años asesinaron a Francisco Villa en Parral, Chihuahua. Entre las calles Juárez y Gabino Barrera llegó a su fin la vida del caudillo. De la emboscada, se conoce el destino de los cuerpos que quedaron atrapados en aquel auto Dodge Brother y de donde sólo pudo escapar un hombre: Ramón Contreras.
La historia de las víctimas es sabida por la mayoría, sin embargo, los sucesos que vivieron los asesinos han quedado fuera de este relato, motivo por el que ahora se ahondará en Jesús Salas Barraza, militar y político originario de San Pedro de la Colonia, Coahuila.
Salas Barraza con tan sólo 34 de edad, fue uno de los asesinos más conocidos de la emboscada, ya que fue autor material e intelectual de la muerte de Villa. Durante su carrera militar alcanzó un grado de caballería bajo las órdenes del general Luis Herrera Cano (hermano de Maclovio Herrara, quien tuvo un rompimiento con Francisco Villa tras cambiarse al bando carrancista y dejar de apoyar los ideales maderistas).
La relación de Salas Barraza con Villa fue atropellada y tangencial ya que combatió contra las tropas del Centauro del Norte en Torreón, donde recibió una herida en el rostro que le arrebató la voz durante varios meses. Además, en 1918 rescató a un grupo de estadounidenses de ser asesinados a manos de Francisco Villa.
Salas Barraza también tuvo una trayectoria en la política como diputado fue electo para este cargo en Coahuila, Durango y también el Congreso de la Unión.
Tras el complot para matar a Francisco Villa, se involucró para acabar con la vida del general. Salas, junto con otros hombres armados, se ocultaron en uno de los locales cerca de la Plaza Juárez. Desde ahí dispararon a Francisco Villa, Miguel Trillo, Rosalío Rosales, Daniel Tamayo, Rafael Medrano y Claro Hurtado.
Una vez cometido el asesinato, el diputado se refugió en Monterrey; por otro lado, Paulino Navarro se encargó de investigar el paradero de Salas Barraza. Según un artículo de Monserrat Callejas de El Universal, la ciudadanía en Parral ya sospechaba y corría el rumor de que aquel legislador era el culpable del magnicidio.
Salas Barraza había escapado a la Sultana del Norte en agosto de 1923, tras seguirle los pasos Paulino Navarro logró aprensarlo en ese lugar. Su intención era seguir con su fuga en tren hacia Laredo y de ahí a la Ciudad de México.
Una vez que pasó a juicio, el diputado de Durango fue sentenciado a 20 años de “prisión extraordinaria” por los delitos de homicidio; la pistola con la cual había disparado a Villa y acompañantes fue decomisada.
No obstante, a pesar de sus declaraciones y culpabilidad, Salas fue liberado luego de cumplir cuatro meses en prisión. Una vez en libertad lo nombraron policía confidencial de la Secretaría de Guerra.
No me arrepiento. Maté a Villa y si volviera a nacer, lo volvería a matar, porque Villa era una lacra, una amenaza, una vergüenza nacional. Ahora hagan de mí lo que quieran
declaró Salas Barraza ante el juez
Cabe señalar que continuó dedicándose como un experto tirador, ya que, según información del libro “La emboscada. Asesinato de Francisco Villa” de Reidezel Mendoza, este diputado fue un deportista que participó en los primeros Juegos Deportivos Centroamericanos en 1926 que se celebraron en México en la prueba de tiro con pistola. Su vida trascurrió con distintos cargos públicos hasta sus últimos años, no obstante, falleció postrado en su cama en 1951.
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