Pese a que el cáncer de seno, el de colon o recto, el de pulmón, de próstata y el de la piel, son los más comunes alrededor del mundo, la realidad es que existen más de 60 tipos de esta enfermedad que cada año cobra la vida de al menos 9.6 millones de personas y afecta a 14 millones de gentes.
Y es que al ser una enfermedad que provoca que un grupo de células del organismo crezcan de manera anormal e incontrolada en el cuerpo, es entendible que ésta invada y afecte los tejidos circundantes, por lo que los tipos de cáncer pueden ser tantos como las partes que conforman al ser humano.
De esa manera, los tipos de cáncer se clasifican de acuerdo al sistema al que corresponde cada parte del cuerpo; es decir, los de cabeza y cuello, los del sistema reproductivo, los del ojo, los del cerebro y sistema nervioso, del sistema digestivo, del sistema endocrino, de la sangre y del sistema linfático, del sistema urinario, de la piel, del pulmón, de los huesos y tejidos blandos, y del seno.
En el marco del Día Mundial contra el Cáncer, a conmemorarse el 4 de febrero, la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (CIIC) y la Unión Internacional contra el Cáncer (UICC) reiteran el llamado a la ciudadanía a tomar conciencia al respecto y cuidar de la salud a fin de evitar que se genere esta enfermedad.
Y es que, aunque pueden ser muchos los factores e incluso la gran mayoría de ellos no pueden modificarse, la realidad es que al menos una tercera parte de los casos se podrían evitar si se toman en cuenta las principales causas y se genera una concientización sobre el cuidado general de la salud.
En ese tenor, los factores de riesgo no son modificables con la edad y la genética, mientras que los que sí se pueden controlar con el consumo de alcohol, tabaco y drogas; la alimentación y la dieta; las radiaciones o la exposición a sustancias cancerígenas; algunas infecciones, entre otros.
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Asimismo, a pesar de que los síntomas varían de acuerdo al tipo de cáncer que se presente, hay algunos que son muy significativos en cualquiera de ellos y son a los que se debe prestar atención y sobre todo acudir al médico desde que se observa la presencia de uno o varios de ellos.
Los bultos o masas extrañas en cualquier parte del cuerpo; la fatiga, cansancio, falta de aire o tos; los sangrados o hemorragias imprevistas; la pérdida de peso repentina o falta de apetito; dolor; complicaciones al tragar, al orinar o al realizar cualquier otra necesidad fisiológica; sudores nocturnos intensos; cambios en los lunares o manchas en la piel; así como cambios en las partes del cuerpo, son las alertas que se deben atender de inmediato.
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