El flujo de migrantes en Chihuahua continúa, aunque ha disminuido en comparación a semanas pasadas siendo menos los avistamientos de los extranjeros quienes se distribuyen al sur de la ciudad, quedándose en lugares como la Plaza Concordia, albergues para migrantes y parques cercanos a las vías férreas.
Al menos una decena de migrantes venezolanos y colombianos fueron obligados a bajar de los trenes durante la madrugada, la mayoría de ellos se quedaron cerca de los patios de Ferromex en la Plaza Concordia, donde aprovecharon para descansar y comprar lo que pudieran en el Oxxo cercano, mientras que un grupo de alrededor de 15 personas fue directo a la Casa del Migrante San Agustín.
Belinda, una adulta mayor originaria de Colombia compartió que durante la madrugada fueron detenidos y bajados por agentes del Instituto Nacional de Migración, quienes les pidieron que se retiraran de las vías férreas, con el fin de evitar problemas ella y su familia decidieron caminar hacia el norte durante la madrugada terminando en la Plaza Concordia.
Una vez que descansaron y compraron provisiones en las tiendas cercanas comenzaron su búsqueda por la Casa de Migrantes San Agustín ubicada en la calle Ladrilleros 5101, en la colonia Cerro Coronel donde los grupos arribaron para recibir comida y un lugar donde ducharse.
No obstante, cuentan las voluntarias del albergue que no pueden recibir a los extranjeros en situación de movilidad debido a que tienen días sin recibir agua potable, dijeron que piden las pipas durante la mañana y para mediodía de nuevo están sin el líquido vital, por lo que se les es imposible albergar a los grupos que llegan durante el día.
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Sin embargo, los migrantes son abastecidos de comida, un kit de higiene, ropa, medicamentos y cualquier cosa que necesiten para continuar su viaje, aunque lo que estas personas en realidad quieren es una cama para dormir y la oportunidad de ir a un baño decente para ducharse y realizar sus necesidades.
Esta mañana Linda Flores, la encargada del albergue San Agustín comentó que pidieron una pipa a las 8:30 de la mañana y no había acudido nadie para abastecerlos, por lo que no pueden dejar que estas personas entren al albergue a acercarse, solo a alimentarse y cambiarse la ropa sucia y rota por prendas nuevas.
Estos migrantes que se quedaron en la capital son personas que llevan niños con ellos, adolescentes, adultos mayores y al menos una mujer embarazada, quienes solo desean seguir con su camino que ya tan largo y caro les ha salido, “no queremos quedarnos aquí, queremos llegar a Estados Unidos antes de que el frío nos impida seguir el camino”, comentó Rodrigo, un venezolano que viaja con sus hermanos y su esposa.
Una vez que recibieron los suministros que el albergue otorga siguieron con su camino, dicen que probablemente esperarán en las vías férreas hasta que vean un tren en el que pueden subirse, no quieren esperar un día más en la capital puesto que una sola hora significa días de retraso para ellos.
