El arzobispo de Chihuahua presidió la misa solemne del 87 aniversario del martirio de San Pedro de Jesús Maldonado donde exhortó a la feligresía a que reconozcan la lepra de su corazón y se acerquen a aquel que ha sido excluido, a fin de que pueda recuperar su vida y se convierta en un nuevo discípulo.
Monseñor Constancio Miranda invitó a la feligresía a disponer su corazón para que el ejemplo de San Pedro de Jesús Maldonado permee y los lleve a dar buen testimonio cristiano. “Que nos llegue la gracia de Dios por medio de este santo”.
En la homilía, monseñor Miranda destacó que el evangelio relata la curación milagrosa de un leproso, que era considerado impuro. En ese entonces se consideraba que la lepra era un castigo de Dios, por ello era expulsado de la familia y su comunidad. Era la imagen de un muerto en vida.
El arzobispo señaló que ese enfermó reconoce en Jesús su salvación, ese leproso representa a quienes están perdidos y descubren a Jesús, quien no rechaza al enfermo y le cura.
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“También los considerados por la sociedad como impuros pueden acercarse Jesús y por medio de él a Dios, porque Dios mira la pureza interior, toda persona está llamada a la fe, a la santidad por el solo hecho de ser persona”.
Invitó a la feligresía a preguntarse cuál es ese leproso que en la comunidad se margina, ¿quien es ese que consideran como aquel leproso del evangelio? Pues dijo que en la comunidad deambulan muchas personas que llevan sobre sí el estigma del leproso, porque encuentra las puertas del corazón, de la familia, de la iglesia, de la sociedad cerradas.
Conminó a la feligresía a que sean capaces de acercarse a aquel excluido del trato de la comunidad para que pueda recuperar su vida y se convierta en un nuevo discípulo.
En la oración comunitaria se pidió la intercesión de San Pedro de Jesús Maldonado para que cada cristiano pueda acercarse a Jesús para pedirle su sanación; que así como San Pedro de Jesús entregó su vida como testimonio de fe hasta derramar su sangre les conceda la integridad y constancia en la fe.
Los creyentes pidieron la intersección de San Pedro de Jesús para que les conceda superar las contrariedades de la vida, para vencer las obras del mundo y de la carne, así como por el gozo eterno de los difuntos.