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A principios de año se pronosticó que en el año 2023 el fenómeno de El Niño sería especialmente severo. Por lo que podría presentarse una temporada de lluvias muy intensa en la región del norte de México. Tristemente, esta predicción optimista no se cumplió y hemos tenido un año especialmente seco.
Esa escasez de lluvias se refleja en el nivel de almacenamiento de las 10 presas en el estado de Chihuahua la cual es de 42%, lo que equivale a 1740.048 millones de metros cúbicos. Mientras que el año pasado, en estas mismas fechas, las presas alcanzaban un tranquilizante 87%. Contraste que ha causado alarma entre los productores agrícolas.
En pocas palabras, las presas se encuentran a menos de la mitad de lo que se espera para estas fechas y lo que se necesita para cumplir las necesidades del ciclo agrícola para el 2024. A pesar de que El Niño no ha traído las lluvias esperadas, el Monzón Mexicano todavía no termina, por lo que todavía hay esperanzas de que la situación mejore aunque sea un poco.
¿Por qué nos falló El Niño?
El Fenómeno de El Niño puede tener varios impactos en la región de Norteamérica, que incluye a Estados Unidos, Canadá y México. Estos impactos pueden variar dependiendo de la intensidad y la duración del evento de El Niño.
En algunas partes de Norteamérica, como el sur de California y el suroeste de Estados Unidos, El Niño puede llevar a lluvias intensas y tormentas. Estas lluvias pueden causar inundaciones repentinas, deslizamientos de tierra y daños a la infraestructura. Y este año se esperaba que también trajera lluvias intensas al norte de México.
Sin embargo, este año El Niño está causando bajas precipitaciones debido a la alteración de los patrones de lluvia normales. Por ello la mayor parte del territorio mexicano experimenta algún grado de sequía, situación que se agrava al norte del país.
Esto puede afectar la agricultura, el suministro de agua y aumentar el riesgo de incendios forestales, tal y como lo estamos viendo en Chihuahua, y en Sinaloa, estados donde las presas están a niveles anormalmente bajos para ser temporada de lluvias.
¿Y el Monzón Mexicano?
Con respecto a las precipitaciones, México experimenta dos estaciones principales: la temporada seca y la temporada de lluvias. La temporada de lluvias suele ocurrir en el verano y principios del otoño
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Durante esta época, muchos estados de la república experimentan fuertes lluvias y tormentas, lo que puede llevar a inundaciones y deslizamientos de tierra. Estas lluvias son cruciales para la agricultura y la recarga de acuíferos.
Este año se pronostica que el monzón terminará durante el mes de septiembre, sin embargo, las lluvias parecen haberse retrasado, y es hasta la segunda mitad de septiembre cuando se espera que el Monzón Mexicano en interacción con los primeros frentes fríos de la temporada traigan las esperadas lluvias a la región, renovando la esperanza de que las presas alcancen un nivel suficiente para garantizar el próximo ciclo agrícola.
