Conmemoran 79 años del la muerte de niños de la YMCA

A 79 años de la trágica muerte de siete niños de la YMCA, la directiva y miembros del consejo de la asociación deportiva realizaron ayer una ceremonia en el monumento de “Las siete cabecitas” con la finalidad de rendir homenaje a la memoria de los pequeños que partieron el 2 de agosto de 1939.

En punto de las 12:00 horas del día fue posicionada una coronada de flores en el monumento ubicado en el kilómetro 21 de la carretera libre a Ciudad Juárez. Al evento acudieron miembros del consejo y Carlos Záldivar como invitado especial, quien es miembro de la YMCA desde 1940.

“Estos eventos de conmemoración deben de continuar como una tradición, se debe de recordar la historia como una forma de honrar la memoria de aquellos niños que partieron deseándoles que encuentren la paz” manifestó Pedro Gutiérrez, actual director de YMCA.

Los asistentes guardaron un minuto de silencio en señal de respeto a las vidas que se perdieron, después, él invitado Carlos Záldivar expresó la necesidad de continuar con el recuerdo de un acontecimiento que marcó la vida de la población en aquel año, pues estos eventos ocasionan una mayor unidad dentro de la comunidad YMCA.

El 1 de agosto de 1939 un camión trasladaba 25 niños miembros de la YMCA sobre la carretera libre a Ciudad Juárez con destino al Parque Nacional Cumbres de Majalca para participar en un evento deportivo, pero al llegar al kilómetro 21 fueron impactados por un camión tipo dompe, dando como resultado la muerte de siete pequeños.

Los que perdieron la vida eran: Venancio Gabriel Gardea, de 14 años; Armando Gutiérrez Balderrama y Jorge Giacoman, de 13; Luis Díaz García y Teodoro Faulkner de 11; Alberto Méndez Peña y Horacio Brondo Valdez, de 10 años.

De acuerdo con documentación de El Heraldo de Chihuahua, el dompe era conocido por Encarnación Espinoza de 21 años de edad, quien había adquirido su licencia de manejar tan sólo dos años antes del accidente, confesó a las autoridades que los frenos de su camión no funcionaban adecuadamente pues no había tenido recursos económicos para arreglarlos. Informó en su momento que al llegar a la bajada de la “curva de la muerte” alcanzó a visualizar el camión que circulaba hacía él, trató de orillarse para esquivarlo pero debido a la angosta carretera y la falta de frenos, no lo logró.

El 3 de agosto de 1939, El Heraldo de Chihuahua publicó en sus páginas:

“Con el más profundo respeto y compenetrados de la más honda tragedia que envuelve a honorables hogares chihuahuenses, los que en esta columna laboramos nos hacemos copartícipes de la consternación reinante en esta ciudad capital, por la catástrofe registrada anteayer y que por su magnitud, no tiene precedentes en los anales de la localidad.

Hoy, los que salieron felices a derrochar su sana juventud en la montaña, a cantar loas a la alegría, en pleno campo, respirando oxígeno de optimismo, yacen poseídos del letargo definitivo que no respeta dolores paternales ni juventudes insipientes, ansiosas de vida.

Por medio de estas líneas, El Heraldo de Chihuahua envía sus más sinceras condolencias a las familias que hoy lloran la pérdida de seres tan amados.

Depositamos, también, en la tumba de los pequeñuelos, la rosa del recuerdo. Una rosa fresca y fragante como la juventud trochada por el destino en una malhadada tarde, que prometía ser todo alegría y derroche de vida. El 1° de agosto de 1939 será como un negro crespón en la historia de nuestra ciudad”.

El monumento llamado comúnmente como ‘Las siete cabecitas’, se inauguró el 26 de mayo de 1940 con la finalidad de recordar a los jóvenes fallecidos aquel 1 de agosto y como señal de alarma para aquellos conductores que circulen por ese tramo carretero.