/ jueves 5 de octubre de 2017

Crónicas Urbanas: Las Calamidades y Curiosidades de la Revolución en Chihuahua

Por: Oscar A. Viramontes Olivas

Muy buenos días tengan todos ustedes, amigos de esta secciónCrónicas Urbanas de El Heraldo de Chihuahua, reciban bendiciones.En esta ocasión, nos trasladamos a la época del inicio de uno delos conflictos más desgarradores que haya tenido nuestra patriachica, me refiero a la Revolución Mexicana, la cual, generómuchas desgracias entre la población de la ciudad de Chihuahua.Por ello, caminaremos por este sendero para comprender un poco delas penurias y hambres que sufriría el pueblo, mientras dos bandosse disputaban la plaza, pero también de algunas costumbres y cosasagradables de ese tiempo que mantuvieron viva la esperanza de vivirde mucha gente. Espero sea de su agrado, ya que esta sección es de¡Colección!.

Por todos los caminos y senderos del enorme estado de Chihuahuaexistía un punto en común, la pobreza y la desigualdad social,mientras unas pocas familias atesoraban riquezas y explotaban alpueblo y los recursos naturales para su beneficio, la gran mayoríavivía en la miseria, tratando de sobrevivir de las“calamidades” del cielo. Los conflictos y zafarranchos en lasrancherías, así como los robos y asesinatos estaban a la ordendel día, esto generaba mucho miedo entre la gente a finales de laprimera década del siglo XX, previo a la Revolución Mexicana. Lapoblación comúnmente trabajaba en las haciendas y minas, algunasempresas empezaron a tener un declive debido a la situación derevueltas que se estaba presentando en puntos de la sierra y en lasciudades, obligando a muchas familias a refugiarse en la capitaldel Estado, ósea aquí en la ciudad de Chihuahua.

Nos remontamos al barrio de Santa Rosa, allá por donde hoy seencuentra el Museo Histórico de la Revolución Mexicana, mejorconocida como la casa del general Francisco Villa, el cual, habíasido inaugurado el 17 de noviembre de 1982, ubicado en la calle 10a3010. Ahí, muy cerquita vivía una familia de reconocida moral,contigua a la residencia del Centauro del Norte en 1909, esta deapellido González Paniagua. Ahí se encontraba Panchito, uno de 15hermanos de esta tan estimada familia.

El pequeño se llamaba como el vecino de la “casa grande” ysolía ir a la puerta de esa “mansión” a jugar con algunosobjetos y también entre juego y juego, se asomaba por una de lasbardas que daban al patio donde el papá de Panchito tenía algunosanimales, incluyendo dos hermosos caballos.

El “misterioso” señor de la “mansión”, también teníapero como diez de muy buena “percha” y no faltaba que uno delos garañones enamorados de los González, quisiera brincar lasbardas para “echarse al plato” a una de las yeguas del vecinoque en una de esas así sucedería por descuido de los custodiosque estaban en los patios de esa residencia.

El Centauro, como le decían, siempre fue un admirador de lospequeños, algo así como “Dejen que los niños vengan a mí”,ya que él trataba de ser muy buena gente y más con su amigoPanchito González, el cual, con el tiempo le tomaría muchocariño y siempre que se acercaba a la puerta o cuando subía porla barda para ver los caballos del coronel Villa, y tan pronto loveía entrar montado con un enorme caballo “Azabache”, legritaba: “Amigo, Pancho ¿me podrías subir a tu caballo?”, sutocayo de inmediato le respondía: “¡Por supuesto que sí!”,“¡Súbeme al caballo!” gritaba Panchito y, este se arrimaba supenco para que el niño se pudiera montar, obedeciendo así alpequeño, aquel que tenía fama de tener un pésimo carácter, yaque nunca se dignaba a obedecer a nadie y lo sorprendente es que aPanchito, todo lo que él quería se lo concedía.

Esta situación se repetía con frecuencia y en una de esasveces, el Centauro le comentaba al padre de este niño, el buenHerculino González: “¡Regáleme a Panchito!” y ante estaembarazosa pregunta del temido vecino de la calle 10a, se quedócon los ojos abiertos, paralizado de no saber que responder. Solose concretaba a mostrar una sonrisa en la cara y hasta ahí. Estasexperiencias embarazosas las compartía en la cantina don Herculinocon sus amigos y, con un rostro de miedo, solo se concretaba atomarse un tequila y otra, combinándolo con una botella de sotol,según lo ameritaba el momento, donde se discutía de política ypor el tono de la plática, la gente se imaginaba que algo malo ibaa suceder.

Don Francisco, “el coronel” se dedicaba a la compra y ventade ganado, según algunos, señalaban que una de las carniceríasque él atendía se encontraba en las hoy avenidas Zarco y ErnestoTalavera. Este personaje se ausentaba largas temporadas haciendonegocios y no sé qué más cosas y, cuando volvía de esastravesías prolongadas, seguía con la insistencia hacia Herculinoque le diera a Panchito y el papá del niño hacía “honor” asu nombre por el miedo que le daba cuando el “coronel” lepregunta eso.

La historia cambiaría cuando entraba el mes de noviembre de1910, ya que la Revolución Mexicana comenzaría en Chihuahua el 15con el levantamiento en Cuchillo Parado de Toribio Ortega yFrancisco

Villa, el amigo de Panchito en San Andrés, Chihuahua, el 17 denoviembre. La gente se uniría a la bola por la convocatoria hechapor el Centauro, pero las familias trataban de no ser muy evidentescon los niños de lo que estaba sucediendo en esos momentos. Aún ycuando les ocultaban la penosa realidad, los infantes observabanentrar y salir jinetes con armas y carros con artillería yparque.

En una ocasión, Panchito enfermaría de viruela, por lo que nopodía salir y por insistencia de él, lo tenían que dejarsentarse en la ventana para que se distrajera viendo lo quesucedía en la calle ya que pasaban muchos campesinos pobres y trasellos iban fielmente sus mujeres. Sin duda, eran los primerossoldados de la Revolución Mexicana en la ciudad de Chihuahua, conun pésimo uniforme que representaba la pobreza y armados por lanecesidad, en su mayoría, gente desesperada a causa de ladictadura de los Terrazas y la de don Porfirio o bien, arrastradapor un idealismo incomprendido que se convertiría en el paso delos años, ya no una lucha de pobres contra ricos, sino unarevolución que sería traicionada convirtiéndose en una lucha defacciones. Los bandoleros, depravados y los sádicos se dedicaban asaquear, ultrajar, asesinar y los ideales revolucionariosquedarían sepultados junto con aquellos primeros hombres buenosque murieron iniciando la lucha.

Cuando la gente se asomaba y veía pasar a los soldados, se dabacuenta que uno de ellos llevaba cabresteando un caballo igual al dePanchito, un potrillo “alepado” que le habían obsequiado enuno de sus cumpleaños por lo que el pequeño empezó a pegar degritos y puso muy nerviosos a los miembros de la familia, fue unaconmoción y en ese momento Herculino de inmediato se dirigió areclamarle al Centauro y este, ordenaría buscar al caballo ycastigaría a quien lo tuviera. Cuál sería la sorpresa cuando letrajeron el animal supuestamente robado, ya que era muy parecido,pero el caballo de Panchito tenía una semejanza extraordinaria conel “robado”, por lo que le prometió que lo devolvería y asífue. Lo anterior originó que el soldado fuera fusilado por robarseel caballo de “Panchito” y en voz de don Francisco comentaría:“Se puede equivocar uno, pero yo nunca me equivoco ante unsoldado y si se robó o no el caballo, no le voy a salir con un“¡Dispense usted!”. Así, el coronel ledecía a los padres de Panchito: “De hoy en delante, este animalque yo sé que no era el de su pequeño, se lo regaló y se lotraigo hasta su casa y tiene usted mi palabra, la palabra deFrancisco Villa, que nadie de mis muchachitos va a molestarlo austed y a su familia. Mientras que la revolución tomaba rumbo, elpequeño Panchito se dedicaba a ser niño, por lo que construyó uncarrito abandonado de cuatro ruedas, de esos que lo jalaban doscaballitos prietos con una parvada de chiquillos arriba, lo cual,fue un enorme y motivo de felicidad en la niñez; por aquellasfechas, el coronel Villa traería del pueblo de San Andrés, muycerca de Santa Isabel a su nueva esposa que se llamó Luz Corral,grandota, güera, de ojos zarcos, blanca, cara bonita y siempresonriente a pesar de su buen carácter, se notaba que el coronel letenía cierto temor y respeto; también a ella, le simpatizabamucho el buen Panchito ya que este pequeño la verdad a todo mundole caía de maravilla. Durante los terribles comienzos de laRevolución no fue fácil para nadie, ya que poco a poco esto seconvertiría en una verdadera problemática para todos hasta quelas personas originarias de algún rancho que tenían parientes yque comúnmente les enviaban algo desde allá, como el costal defrijol, el tasajo de carne seca o la rueda de queso al principio dela bola, en la mayoría de los casos, se interrumpiría su flujodesde las afueras, hasta el centro de la ciudad, donde habíaalgunos animales todavía para ayudar a los supervivientes, seveían gallinas para los huevos, vacas para la leche y uno que otromarranito que se criaba con los desperdicios de la comida llamado“friego” y con los desechos naturales del organismo humano,pero esto se acabaría, ya que los federales y revolucionarios,según los que estuvieran en ese momento, se empezarían a robarlas gallinas, vacas y puercos que se convertirían en comida parala tropa.

Los animales de los González Paniagua empezaron a desapareceruno por uno por los robos y por la necesidad que tenían de comer,para entonces, llegaría una vaca lechera suelta la que nuncasupieron de quién era; extraviada y hambrienta, se apoderó de unsitio en el corral a pesar de las indagaciones que se hicieron ycon el paso del tiempo nadie la reclamaría, por ello, por serajena la nombrarían “la Huérfana” y antes de ella, habíantenido otra muy brava que necesitaba torearla para que se dejaradar leche, por lo que Herculino prefirió mejor venderla antes dematarla. La familia ante las penurias, solo le quedaría recordarlos buenos tiempos cuando se dedicaba a transportar en mulasdiferentes tipos de carga; primero como arrieros y luego comodueños de ellas (mulas).

Este oficio consistía en transportar a lomo de mula barras deoro o plata, desde las plantas de beneficio hasta las ciudades porcuenta de las empresas mineras que a su regreso, ellos mismossurtirían los campamentos mineros y las tiendas de los poblados,acarreando junto a los metales, preciosas provisiones para lagente. Así mismo llevarían dinero para el pago de las rayas delas compañías mineras, cargadas hasta de 90 kilos y se recordabaque siempre se tenía que caminar por los atajos de la Sierraalrededor de ocho a diez leguas diarias, más de 20 km por loescabroso del terreno. Las guarniciones, monturas de aparejos, lareata y los costales, estaban hechos de cuero de res curtido. Estahistoria continuará…

“Las Calamidades y Curiosidades de la Revolución en Chihuahua-La Historia de Panchito-”, forman parte de los archivos perdidosde las Crónicas Urbanas. Si usted tiene información que quieracompartir para esta sección y si desea también adquirir loslibros: “Los Archivos perdidos de las Crónicas Urbanas”, TomoI, II y III, puede llamar al celular 614 148 85 03 y con gusto selo llevamos a domicilio o bien adquiéralo en la librería Kosmos,localizada en la calle Josué Neri Santos No. 111 o en La Luz delDía, Calle Blas Cano De Los Ríos 401, San Felipe I Etapa.

Fuentes

Archivo Histórico de la Ciudad deChihuahua.

Profesor Rubén Beltrán Acosta, Cronista de la ciudadde Chihuahua

Fotografías: Instituto Nacional de Antropología eHistoria (INAH)-Fototeca.

Por: Oscar A. Viramontes Olivas

Muy buenos días tengan todos ustedes, amigos de esta secciónCrónicas Urbanas de El Heraldo de Chihuahua, reciban bendiciones.En esta ocasión, nos trasladamos a la época del inicio de uno delos conflictos más desgarradores que haya tenido nuestra patriachica, me refiero a la Revolución Mexicana, la cual, generómuchas desgracias entre la población de la ciudad de Chihuahua.Por ello, caminaremos por este sendero para comprender un poco delas penurias y hambres que sufriría el pueblo, mientras dos bandosse disputaban la plaza, pero también de algunas costumbres y cosasagradables de ese tiempo que mantuvieron viva la esperanza de vivirde mucha gente. Espero sea de su agrado, ya que esta sección es de¡Colección!.

Por todos los caminos y senderos del enorme estado de Chihuahuaexistía un punto en común, la pobreza y la desigualdad social,mientras unas pocas familias atesoraban riquezas y explotaban alpueblo y los recursos naturales para su beneficio, la gran mayoríavivía en la miseria, tratando de sobrevivir de las“calamidades” del cielo. Los conflictos y zafarranchos en lasrancherías, así como los robos y asesinatos estaban a la ordendel día, esto generaba mucho miedo entre la gente a finales de laprimera década del siglo XX, previo a la Revolución Mexicana. Lapoblación comúnmente trabajaba en las haciendas y minas, algunasempresas empezaron a tener un declive debido a la situación derevueltas que se estaba presentando en puntos de la sierra y en lasciudades, obligando a muchas familias a refugiarse en la capitaldel Estado, ósea aquí en la ciudad de Chihuahua.

Nos remontamos al barrio de Santa Rosa, allá por donde hoy seencuentra el Museo Histórico de la Revolución Mexicana, mejorconocida como la casa del general Francisco Villa, el cual, habíasido inaugurado el 17 de noviembre de 1982, ubicado en la calle 10a3010. Ahí, muy cerquita vivía una familia de reconocida moral,contigua a la residencia del Centauro del Norte en 1909, esta deapellido González Paniagua. Ahí se encontraba Panchito, uno de 15hermanos de esta tan estimada familia.

El pequeño se llamaba como el vecino de la “casa grande” ysolía ir a la puerta de esa “mansión” a jugar con algunosobjetos y también entre juego y juego, se asomaba por una de lasbardas que daban al patio donde el papá de Panchito tenía algunosanimales, incluyendo dos hermosos caballos.

El “misterioso” señor de la “mansión”, también teníapero como diez de muy buena “percha” y no faltaba que uno delos garañones enamorados de los González, quisiera brincar lasbardas para “echarse al plato” a una de las yeguas del vecinoque en una de esas así sucedería por descuido de los custodiosque estaban en los patios de esa residencia.

El Centauro, como le decían, siempre fue un admirador de lospequeños, algo así como “Dejen que los niños vengan a mí”,ya que él trataba de ser muy buena gente y más con su amigoPanchito González, el cual, con el tiempo le tomaría muchocariño y siempre que se acercaba a la puerta o cuando subía porla barda para ver los caballos del coronel Villa, y tan pronto loveía entrar montado con un enorme caballo “Azabache”, legritaba: “Amigo, Pancho ¿me podrías subir a tu caballo?”, sutocayo de inmediato le respondía: “¡Por supuesto que sí!”,“¡Súbeme al caballo!” gritaba Panchito y, este se arrimaba supenco para que el niño se pudiera montar, obedeciendo así alpequeño, aquel que tenía fama de tener un pésimo carácter, yaque nunca se dignaba a obedecer a nadie y lo sorprendente es que aPanchito, todo lo que él quería se lo concedía.

Esta situación se repetía con frecuencia y en una de esasveces, el Centauro le comentaba al padre de este niño, el buenHerculino González: “¡Regáleme a Panchito!” y ante estaembarazosa pregunta del temido vecino de la calle 10a, se quedócon los ojos abiertos, paralizado de no saber que responder. Solose concretaba a mostrar una sonrisa en la cara y hasta ahí. Estasexperiencias embarazosas las compartía en la cantina don Herculinocon sus amigos y, con un rostro de miedo, solo se concretaba atomarse un tequila y otra, combinándolo con una botella de sotol,según lo ameritaba el momento, donde se discutía de política ypor el tono de la plática, la gente se imaginaba que algo malo ibaa suceder.

Don Francisco, “el coronel” se dedicaba a la compra y ventade ganado, según algunos, señalaban que una de las carniceríasque él atendía se encontraba en las hoy avenidas Zarco y ErnestoTalavera. Este personaje se ausentaba largas temporadas haciendonegocios y no sé qué más cosas y, cuando volvía de esastravesías prolongadas, seguía con la insistencia hacia Herculinoque le diera a Panchito y el papá del niño hacía “honor” asu nombre por el miedo que le daba cuando el “coronel” lepregunta eso.

La historia cambiaría cuando entraba el mes de noviembre de1910, ya que la Revolución Mexicana comenzaría en Chihuahua el 15con el levantamiento en Cuchillo Parado de Toribio Ortega yFrancisco

Villa, el amigo de Panchito en San Andrés, Chihuahua, el 17 denoviembre. La gente se uniría a la bola por la convocatoria hechapor el Centauro, pero las familias trataban de no ser muy evidentescon los niños de lo que estaba sucediendo en esos momentos. Aún ycuando les ocultaban la penosa realidad, los infantes observabanentrar y salir jinetes con armas y carros con artillería yparque.

En una ocasión, Panchito enfermaría de viruela, por lo que nopodía salir y por insistencia de él, lo tenían que dejarsentarse en la ventana para que se distrajera viendo lo quesucedía en la calle ya que pasaban muchos campesinos pobres y trasellos iban fielmente sus mujeres. Sin duda, eran los primerossoldados de la Revolución Mexicana en la ciudad de Chihuahua, conun pésimo uniforme que representaba la pobreza y armados por lanecesidad, en su mayoría, gente desesperada a causa de ladictadura de los Terrazas y la de don Porfirio o bien, arrastradapor un idealismo incomprendido que se convertiría en el paso delos años, ya no una lucha de pobres contra ricos, sino unarevolución que sería traicionada convirtiéndose en una lucha defacciones. Los bandoleros, depravados y los sádicos se dedicaban asaquear, ultrajar, asesinar y los ideales revolucionariosquedarían sepultados junto con aquellos primeros hombres buenosque murieron iniciando la lucha.

Cuando la gente se asomaba y veía pasar a los soldados, se dabacuenta que uno de ellos llevaba cabresteando un caballo igual al dePanchito, un potrillo “alepado” que le habían obsequiado enuno de sus cumpleaños por lo que el pequeño empezó a pegar degritos y puso muy nerviosos a los miembros de la familia, fue unaconmoción y en ese momento Herculino de inmediato se dirigió areclamarle al Centauro y este, ordenaría buscar al caballo ycastigaría a quien lo tuviera. Cuál sería la sorpresa cuando letrajeron el animal supuestamente robado, ya que era muy parecido,pero el caballo de Panchito tenía una semejanza extraordinaria conel “robado”, por lo que le prometió que lo devolvería y asífue. Lo anterior originó que el soldado fuera fusilado por robarseel caballo de “Panchito” y en voz de don Francisco comentaría:“Se puede equivocar uno, pero yo nunca me equivoco ante unsoldado y si se robó o no el caballo, no le voy a salir con un“¡Dispense usted!”. Así, el coronel ledecía a los padres de Panchito: “De hoy en delante, este animalque yo sé que no era el de su pequeño, se lo regaló y se lotraigo hasta su casa y tiene usted mi palabra, la palabra deFrancisco Villa, que nadie de mis muchachitos va a molestarlo austed y a su familia. Mientras que la revolución tomaba rumbo, elpequeño Panchito se dedicaba a ser niño, por lo que construyó uncarrito abandonado de cuatro ruedas, de esos que lo jalaban doscaballitos prietos con una parvada de chiquillos arriba, lo cual,fue un enorme y motivo de felicidad en la niñez; por aquellasfechas, el coronel Villa traería del pueblo de San Andrés, muycerca de Santa Isabel a su nueva esposa que se llamó Luz Corral,grandota, güera, de ojos zarcos, blanca, cara bonita y siempresonriente a pesar de su buen carácter, se notaba que el coronel letenía cierto temor y respeto; también a ella, le simpatizabamucho el buen Panchito ya que este pequeño la verdad a todo mundole caía de maravilla. Durante los terribles comienzos de laRevolución no fue fácil para nadie, ya que poco a poco esto seconvertiría en una verdadera problemática para todos hasta quelas personas originarias de algún rancho que tenían parientes yque comúnmente les enviaban algo desde allá, como el costal defrijol, el tasajo de carne seca o la rueda de queso al principio dela bola, en la mayoría de los casos, se interrumpiría su flujodesde las afueras, hasta el centro de la ciudad, donde habíaalgunos animales todavía para ayudar a los supervivientes, seveían gallinas para los huevos, vacas para la leche y uno que otromarranito que se criaba con los desperdicios de la comida llamado“friego” y con los desechos naturales del organismo humano,pero esto se acabaría, ya que los federales y revolucionarios,según los que estuvieran en ese momento, se empezarían a robarlas gallinas, vacas y puercos que se convertirían en comida parala tropa.

Los animales de los González Paniagua empezaron a desapareceruno por uno por los robos y por la necesidad que tenían de comer,para entonces, llegaría una vaca lechera suelta la que nuncasupieron de quién era; extraviada y hambrienta, se apoderó de unsitio en el corral a pesar de las indagaciones que se hicieron ycon el paso del tiempo nadie la reclamaría, por ello, por serajena la nombrarían “la Huérfana” y antes de ella, habíantenido otra muy brava que necesitaba torearla para que se dejaradar leche, por lo que Herculino prefirió mejor venderla antes dematarla. La familia ante las penurias, solo le quedaría recordarlos buenos tiempos cuando se dedicaba a transportar en mulasdiferentes tipos de carga; primero como arrieros y luego comodueños de ellas (mulas).

Este oficio consistía en transportar a lomo de mula barras deoro o plata, desde las plantas de beneficio hasta las ciudades porcuenta de las empresas mineras que a su regreso, ellos mismossurtirían los campamentos mineros y las tiendas de los poblados,acarreando junto a los metales, preciosas provisiones para lagente. Así mismo llevarían dinero para el pago de las rayas delas compañías mineras, cargadas hasta de 90 kilos y se recordabaque siempre se tenía que caminar por los atajos de la Sierraalrededor de ocho a diez leguas diarias, más de 20 km por loescabroso del terreno. Las guarniciones, monturas de aparejos, lareata y los costales, estaban hechos de cuero de res curtido. Estahistoria continuará…

“Las Calamidades y Curiosidades de la Revolución en Chihuahua-La Historia de Panchito-”, forman parte de los archivos perdidosde las Crónicas Urbanas. Si usted tiene información que quieracompartir para esta sección y si desea también adquirir loslibros: “Los Archivos perdidos de las Crónicas Urbanas”, TomoI, II y III, puede llamar al celular 614 148 85 03 y con gusto selo llevamos a domicilio o bien adquiéralo en la librería Kosmos,localizada en la calle Josué Neri Santos No. 111 o en La Luz delDía, Calle Blas Cano De Los Ríos 401, San Felipe I Etapa.

Fuentes

Archivo Histórico de la Ciudad deChihuahua.

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Fotografías: Instituto Nacional de Antropología eHistoria (INAH)-Fototeca.

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