/ domingo 23 de septiembre de 2018

Desintoxicación digital

I PARTE

La palabra desintoxicación, de un tiempo para acá, se ha utilizado cada vez más, como una forma de “sanear” el organismo o un ambiente, debido a una contaminación provocada por sustancias tóxicas.

Especialmente cuando se trata de adicciones, como drogas o alcohol, el proceso de recuperación inicia con la abstinencia de las sustancias o alimentos que nos dañan o crean dependencia. Desintoxicar es eliminar una fuente de toxicidad o veneno, es limpiar un organismo a través de la sobriedad de alcohol o drogas, es la abstinencia de comidas que afectan al organismo, pero sobre todo, es una actitud mental y de voluntad para consumir con moderación lo que nos daña o si es grave la dependencia, cancelar de manera definitiva lo que nos provoca daño.

Desintoxicación puede ser considerado como sinónimo de liberación de consumos dañinos que provocan enfermedades o desequilibrios en la salud. Las famosas dietas para adelgazar de manera milagrosa o acelerada no resuelven, por lo general, problemas de salud, pues no se trata sólo dejar de comer lo que engorda, sino de comer productos y alimentos sanos.

Un programa de desintoxicación de alimentos pretende que el cuerpo tenga una salud óptima, y por eso recurren a productos orgánicos, crudos, sin sal o demasiado azucarados. Principalmente se cuida que los alimentos que se consumen estén libres de hormonas artificiales que son muy socorridas para engordar reses o pollos; o verduras y frutas libres de fertilizantes químicos, que es principalmente la causa de que sean tóxicos.

Para desintoxicar el organismo de sustancias químicas, en los centros de rehabilitación recurren a la desintoxicación primaria antes de empezar con programas de recuperación y tratamiento de esas adicciones. Alcohol y drogas son tóxicas para el ser humano. Esas acciones pretenden reducir las toxinas –o eliminarlas- a través de nuestros propios órganos como el hígado, los riñones, el intestino grueso, glándulas o el sistema linfático.

La angustia virtual y real

Si podemos desarrollar adicciones a la comida o a sustancias químicas, a personas, apuestas, sexo, moda, deportes o cualquier actividad obsesiva y compulsiva, la tecnología digital nos ha cooptado y secuestrado en un importante tiempo de nuestras vidas. Estamos atrapados en una nueva adicción a las herramientas tecnológicas, principalmente en su versión de pantallas: teléfonos celulares, tabletas y monitores de computadoras fijas y televisiones.

La adicción más abrasiva son los teléfonos inteligentes, que a medida que fueron actualizándolos, fueron desarrollando nuevas aplicaciones que nos han hecho más fácil la vida, pero más dependientes de una máquina.

Los celulares son una extensión de nuestro cuerpo. Son censores, memoria, receptores, cámaras, archivos, expedientes, clasificadores, termómetros, traductores, calculadores, agenda, reloj, recordatorio, alarma y muchísimas funciones que han ido supliendo las facultades humanas.

De ser un instrumento de apoyo, hemos pasado a depender de esos instrumentos. Los hemos convertido en call center o en conmutador que deriva llamadas a muchos departamentos. Nuestra dependencia nos ha llevado a una angustia virtual que se ha tornado real.

La angustia es permanente a los diferentes sonidos cuando nos llega un mensaje por WhatsApp, un tuit, una foto por Instagram, un meme, un aviso de “algo” que nos mandaron. Casi nos desbocamos por ver el contenido. Dejamos de hacer la actividad del momento, desatendemos a la persona con la que estamos, queremos frenar el auto –en el mejor de los casos- para leer o ver lo que nos llegó.

Vivimos un mundo angustiante de los “mensajitos” que nos llegan a lo largo del día, y por la noche, conectamos el celular para cargar la batería, pero sin apagarlo, por si llegan otros mensajitos. Por ahí queremos resolver nuestros problemas y nuestras inquietudes. Angustia saber de inmediato quién nos puso un mensaje. Angustia por responder lo más rápido posible. Angustia si no nos contestan rápido. Angustia por si en WhatsApp ya se ven las dos palomitas para saber si la persona a la que le mandamos un mensaje ya lo leyó. Y más angustia, si ya lo leyó y no nos contesta nada.

Y esa angustia virtual la hemos trasladado a la vida real. La adicción digital es la nueva característica del ser humano. Los celulares son parte integrada de nuestro atuendo diario; son más importantes que el reloj, el anillo o el cinturón. Más indispensables que el bolso o los lentes, el sombrero, el pañuelo o los aretes.

Podemos vivir sin todos esos atuendos, pero sin el celular, no.

Detox digital o desconexión

El concepto de la desintoxicación digital se inspira en los programas similares con programas de dietas alimenticias, ejercicio físico y sobre todo, superar la obsesión mental de excesos inmoderados que contaminan nuestra mente y nuestro cuerpo.

Así como hay una larga lista de alimentos, bebidas y sustancias que han ido apareciendo en el mercado para comercializarse, así también se da la proliferación de nuevos videojuegos, teléfonos inteligentes, aplicaciones y los llamados gadgets digitales que son el centro de atención y entrenamiento, pero con alta dosis de dependencia, que en muchos casos se requiere una desconexión mental de la tecnología.

Las razones son muy claras y expeditas: han surgido dependencias incontrolables que están generando problemas y crisis en las relaciones interpersonales. Niños que han sido desplazados por mamás prendidas al teléfono desde que amanece hasta que termina el día; madres que han “perdido” a sus hijos que duran horas con la mirada fija en las pantallas; parejas que han roto su relación por falta de atención o infidelidad facilitada por la comunicación por redes sociales; un incremento en el ensimismamiento de las personas que han convertido a los teléfonos en sus espejos para estarse autofotografiando cuantas veces se pueda y se les ocurra en el día y en cualquier situación.

Hay un nuevo autismo social en las calles y en los lugares públicos, en las escuelas en las familias y en los restaurantes, en los cines y en los antros y restaurantes: seres humanos que hemos perdido el control sobre una herramienta y ahora dependemos, las 24 horas del día y los 7 días de la semana, del artefacto que portamos y que cada minuto, de manera obsesiva, los activamos para ver lo que sea o lo que nos llega.

Ese autismo social tiene resultados psicológicos como la dependencia o adicción del tabaco, los juegos de azar, las drogas o el alcohol: nos vamos aislando o separando de las personas para poder gozar y sufrir en la soledad esa adicción.

La palabra adicción viene del término que implica “no hablar”. Por eso, las adicciones conducen a la soledad, al apartarse de las personas y perderlas. Los extremos de personas que han perdido trabajo, familia, profesión y patrimonio por las adicciones reflejan los riesgos de esos consumos compulsivos.

La obsesión de no salir a la calle sin el teléfono celular ya es conocida como nomofobia, o el temor a estar sin el aparato en nuestra bolsa o en nuestra mano, lo que denota una dependencia psicológica y material.



La palabra desintoxicación, de un tiempo para acá, se ha utilizado cada vez más, como una forma de “sanear” el organismo o un ambiente, debido a una contaminación provocada por sustancias tóxicas.

Especialmente cuando se trata de adicciones, como drogas o alcohol, el proceso de recuperación inicia con la abstinencia de las sustancias o alimentos que nos dañan o crean dependencia. Desintoxicar es eliminar una fuente de toxicidad o veneno, es limpiar un organismo a través de la sobriedad de alcohol o drogas, es la abstinencia de comidas que afectan al organismo, pero sobre todo, es una actitud mental y de voluntad para consumir con moderación lo que nos daña o si es grave la dependencia, cancelar de manera definitiva lo que nos provoca daño.

Desintoxicación puede ser considerado como sinónimo de liberación de consumos dañinos que provocan enfermedades o desequilibrios en la salud. Las famosas dietas para adelgazar de manera milagrosa o acelerada no resuelven, por lo general, problemas de salud, pues no se trata sólo dejar de comer lo que engorda, sino de comer productos y alimentos sanos.

Un programa de desintoxicación de alimentos pretende que el cuerpo tenga una salud óptima, y por eso recurren a productos orgánicos, crudos, sin sal o demasiado azucarados. Principalmente se cuida que los alimentos que se consumen estén libres de hormonas artificiales que son muy socorridas para engordar reses o pollos; o verduras y frutas libres de fertilizantes químicos, que es principalmente la causa de que sean tóxicos.

Para desintoxicar el organismo de sustancias químicas, en los centros de rehabilitación recurren a la desintoxicación primaria antes de empezar con programas de recuperación y tratamiento de esas adicciones. Alcohol y drogas son tóxicas para el ser humano. Esas acciones pretenden reducir las toxinas –o eliminarlas- a través de nuestros propios órganos como el hígado, los riñones, el intestino grueso, glándulas o el sistema linfático.

La angustia virtual y real

Si podemos desarrollar adicciones a la comida o a sustancias químicas, a personas, apuestas, sexo, moda, deportes o cualquier actividad obsesiva y compulsiva, la tecnología digital nos ha cooptado y secuestrado en un importante tiempo de nuestras vidas. Estamos atrapados en una nueva adicción a las herramientas tecnológicas, principalmente en su versión de pantallas: teléfonos celulares, tabletas y monitores de computadoras fijas y televisiones.

La adicción más abrasiva son los teléfonos inteligentes, que a medida que fueron actualizándolos, fueron desarrollando nuevas aplicaciones que nos han hecho más fácil la vida, pero más dependientes de una máquina.

Los celulares son una extensión de nuestro cuerpo. Son censores, memoria, receptores, cámaras, archivos, expedientes, clasificadores, termómetros, traductores, calculadores, agenda, reloj, recordatorio, alarma y muchísimas funciones que han ido supliendo las facultades humanas.

De ser un instrumento de apoyo, hemos pasado a depender de esos instrumentos. Los hemos convertido en call center o en conmutador que deriva llamadas a muchos departamentos. Nuestra dependencia nos ha llevado a una angustia virtual que se ha tornado real.

La angustia es permanente a los diferentes sonidos cuando nos llega un mensaje por WhatsApp, un tuit, una foto por Instagram, un meme, un aviso de “algo” que nos mandaron. Casi nos desbocamos por ver el contenido. Dejamos de hacer la actividad del momento, desatendemos a la persona con la que estamos, queremos frenar el auto –en el mejor de los casos- para leer o ver lo que nos llegó.

Vivimos un mundo angustiante de los “mensajitos” que nos llegan a lo largo del día, y por la noche, conectamos el celular para cargar la batería, pero sin apagarlo, por si llegan otros mensajitos. Por ahí queremos resolver nuestros problemas y nuestras inquietudes. Angustia saber de inmediato quién nos puso un mensaje. Angustia por responder lo más rápido posible. Angustia si no nos contestan rápido. Angustia por si en WhatsApp ya se ven las dos palomitas para saber si la persona a la que le mandamos un mensaje ya lo leyó. Y más angustia, si ya lo leyó y no nos contesta nada.

Y esa angustia virtual la hemos trasladado a la vida real. La adicción digital es la nueva característica del ser humano. Los celulares son parte integrada de nuestro atuendo diario; son más importantes que el reloj, el anillo o el cinturón. Más indispensables que el bolso o los lentes, el sombrero, el pañuelo o los aretes.

Podemos vivir sin todos esos atuendos, pero sin el celular, no.

Detox digital o desconexión

El concepto de la desintoxicación digital se inspira en los programas similares con programas de dietas alimenticias, ejercicio físico y sobre todo, superar la obsesión mental de excesos inmoderados que contaminan nuestra mente y nuestro cuerpo.

Así como hay una larga lista de alimentos, bebidas y sustancias que han ido apareciendo en el mercado para comercializarse, así también se da la proliferación de nuevos videojuegos, teléfonos inteligentes, aplicaciones y los llamados gadgets digitales que son el centro de atención y entrenamiento, pero con alta dosis de dependencia, que en muchos casos se requiere una desconexión mental de la tecnología.

Las razones son muy claras y expeditas: han surgido dependencias incontrolables que están generando problemas y crisis en las relaciones interpersonales. Niños que han sido desplazados por mamás prendidas al teléfono desde que amanece hasta que termina el día; madres que han “perdido” a sus hijos que duran horas con la mirada fija en las pantallas; parejas que han roto su relación por falta de atención o infidelidad facilitada por la comunicación por redes sociales; un incremento en el ensimismamiento de las personas que han convertido a los teléfonos en sus espejos para estarse autofotografiando cuantas veces se pueda y se les ocurra en el día y en cualquier situación.

Hay un nuevo autismo social en las calles y en los lugares públicos, en las escuelas en las familias y en los restaurantes, en los cines y en los antros y restaurantes: seres humanos que hemos perdido el control sobre una herramienta y ahora dependemos, las 24 horas del día y los 7 días de la semana, del artefacto que portamos y que cada minuto, de manera obsesiva, los activamos para ver lo que sea o lo que nos llega.

Ese autismo social tiene resultados psicológicos como la dependencia o adicción del tabaco, los juegos de azar, las drogas o el alcohol: nos vamos aislando o separando de las personas para poder gozar y sufrir en la soledad esa adicción.

La palabra adicción viene del término que implica “no hablar”. Por eso, las adicciones conducen a la soledad, al apartarse de las personas y perderlas. Los extremos de personas que han perdido trabajo, familia, profesión y patrimonio por las adicciones reflejan los riesgos de esos consumos compulsivos.

La obsesión de no salir a la calle sin el teléfono celular ya es conocida como nomofobia, o el temor a estar sin el aparato en nuestra bolsa o en nuestra mano, lo que denota una dependencia psicológica y material.



Deportes

Cancelan Rally Chihuahua Express por segundo día consecutivo por falta de permisos

En plena competencia, los pilotos detuvieron su trayecto antes de cruzar por el municipio de Namiquipa, en su ruta en la que se dirigían a Ciudad Madera

Chihuahua

Trabajaré por un gobierno que vaya a la casa de los ciudadanos: Pepe Ríos

Una de sus propuestas principales, es la gestión legislativa para garantizar el derecho a la identidad, salud, alimentación y educación a hijos de madres solteras

Chihuahua

Se compromete Manque a traer recurso para investigación y emprendimiento para jóvenes

La candidata a diputada federal por el Distrito 06 participó en el Foro de Emprendimiento juvenil organizado por la agrupación Conexión Universitaria

Delicias

Posponen cierre de la bóveda del tiempo en Saucillo

Reunirán más artículos para ser depositados en la bóveda para darle “un valor más emocional”

Deportes

Todo listo para el arranque de las finales de la MASL; Savage va por el bicampeonato

Este domingo viajan a Kansas City a enfrentar el primero de la serie contra Comets