“Fue salón de baile, cantina y bar de mala muerte” señalaron taxistas que aún tienen su caseta frente a este emblemático bar denominado Garibaldi, donde miles de chihuahuenses degustaron una helada y por qué no sacar sus mejores pasos de baile, en la nostalgia de los más viejos recordaron cuando en la zona prevalecían sexo servidores.
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Sin duda un lugar característico de la avenida Aldama en la zona centro, fue este singular antro pues de inicio destaca que a los alrededores se observaban diversos personajes, desde los grupos de mariachis que peleaban la clientela, y los sexo servidores que buscaban al mejor postor.
Destacaban también los taxistas buscando al mejor cliente que solicitara viaje luego de salir ya pasados de copas o bien para lucirse y llevar a la dama recién conocida a su casa, otros no menos importantes que aún están en pie son El restaurante de mariscos El Barco, El Papillon y los clásicos dogos de la zona que calmaron el hambre a un sinnúmero de visitantes.
Con el paso de los años le hizo competencia el bar 7 Rojo ubicado a unos pasos, pues cuando el Garibaldi estaba a reventar los que no alcanzaban lugar se pasaban a este donde para los hambreados o quienes llevaban horas degustando unas chelas se les dotaba su caldito para calmar la tripa.
Los primeros en extinguirse de la zona fueron sexo servidores, pues por situaciones de reacomodo los enviaron a las calles libertad y decima o 12 un poco afuera del primer cuadro de la ciudad.
Hace unas semanas el lugar desapareció por completo pues ya estando en el abandono sin funcionar debido a la pandemia, el sitio fue consumido por un incendio y pasados unos días de pronto a la primera lluvia fuerte que azoto la ciudad este se derrumbó.
Curiosamente a unos días de quemarse el Garibaldi, un siniestro parecido acabo también con su competencia quedando actualmente de pie solo su fachada y algunos muros, que en su interior acumulan basura y escombros.
Hoy ya solo queda el predio solo con las paredes perimetrales de lo que fuera esta sala de baile donde miles de chihuahuenses acudían cada semana a degustar una bebida etílica y echar un danzón unos por el vicio y otros para quitarse el estrés.
