/ jueves 17 de agosto de 2017

La música es alegría, y eso doy yo: Romeyno

“La música es alegría y eso doy yo, alegría y paz”,señaló el pianista Romeyno Gutiérrez, en su conferencia El Pianoa través de un Rarámuri, en el congreso Despierta Sin Café,recordando que desde los seis años se asomaba por la ventada delestudio de su padrino Romayne Wheeler, para aprender cómo tocabala música que parecía lluvia.

El gusto por el piano lo heredó de su padrino, señala Romeyno,quien relata que en los años 80s el norteamericano Romayne Wheelerllegó a Batopilas en busca de la Sierra Tarahumara, la cual habíavisto en una revista de National Geographic, en Albuquerque.

El pianista norteamericano estudió en Viena y regresó a losEstados Unidos para hacer investigaciones de la música autóctonade los indios hopa, en Arizona, en una ocasión una fuerte nevadale impidió viajar a la comunidad y sentado en una estación deAlbuquerque vio la revista, así planeó que un día pisaría laSierra Tarahumara.

Esa ida se quedó en el corazón del norteamericano, un díadecidió ir a Creel, en Bocoyna, donde conoció a un jesuita aquien le contó sus planes, este jesuita le enseñó algunaspalabras básicas de la lengua rarámuri y con ellas se fuecaminando por los ríos de Urique y Batopilas, hasta llegar a lacomunidad donde vivían los padres de Romeyno.

“Llegó a la comunidad en año nuevo, llevaba una gran mochilaen la espalda, alto y güero, las mujeres y los niños asombradosse escondieron, traía bolsitas de dulces y se las dio a los niñosy les preguntó por la casa de Lorenzo, mi padre” recuerdaRomeyno, quien indica que desde entonces su padrino se quedó avivir con los rarámuri, después de ver sus fiestas y conocer sucultura.

“Cuando mi padrino conoció a mi papá no estaba casadotodavía y lo seguía a todas partes, a cuidar las chivas ydormían en el suelo en una cueva, llevaba sleeping, pero se losregalaba a las personas de la comunidad” relata Romeyno,compartiendo un poco la vida de su padrino con los rarámuri.

Lorenzo se casó y seis años después de que Romayne Wheeler sefuera a vivir con los rarámuri, nació Romeyno, a quien elpianista norteamericano quiso bautizar y ponerle su nombre. Elpianista norteamericano tocaba su piano en un cueva y la gente dela comunidad se juntaba a escucharlo, le pedían que tocara lamúsica para que lloviera, ya que cuando lo escuchaban les sonabacomo a lluvia.

El pequeño Romeyno creció escuchando a su padrino tocar elpiano, a los seis años de edad se asomaba por la ventana de unestudio que en los 90s abrió su padrino, ahí lo observaba cuandosalía de la escuela, además llegaba corriendo a su casa, lepedía las llaves del estudio a su mamá cuando su padrino noestaba y se ponía a tocar el piano.

Romeyno hacía cuatro horas caminando a la escuela, el tiempolibre que tenía lo dedicaba a tocar el piano. Cuando entró a lasecundaria batallaba más ya que la escuela estaba más lejos, eramenos tiempo el que tenía para dedicarle al piano.

Antes de entrar a la preparatoria Romeyno se tomó un añosabático y se fue a vivir a Michoacán, donde entró a una escuelapara perfeccionar sus estudios de piano, apoyado por supadrino.

“Cada vez más me convencía que la música era mi vida,quería estudiar medicina pero la música me ganó”, señaló elpianista, quien después de sus estudios en Michoacán volvió paraterminar la preparatoria en Guachochi, donde a nadie le dijo quesabía tocar el piano, siendo hasta la ceremonia de despedida deldirector que mostró su habilidad.

Después lo invitaban a participar en un encuentro depreparatorias, donde tocó ante un gimnasio lleno de personas, conun piano acústico de 400 kilogramos de peso, que le regaló supadrino y que transportaron en la caja de una pick up desdeBatopilas.

Muy interesado en la música, Romeyno buscó un profesor enParral, quien era un músico popular, él quería ser concertistapor lo que su padrino lo animó a buscar clases en Chihuahua, asífue como conoció a una maestra de Armenia que tocaba en elConservatorio de Música.

Romeyno quería volver a Morelia, pero sus planes se truncaronya que la pareja que lo hospedaría se divorció y vendieron lacasa donde vivían.

“Por mi padrino soy como soy. Para los rarámuri la música esalegría, el alimento del alma y gracias a mi padrino yo doy aconocer la música de mi pueblo” señaló Romeyno, quien da vidaa la música autóctona rarámuri a través del piano.

Para finalizar su participación, Romeyno contó una anécdotade su padre Lorenzo en un conversación con su padrino RomayneWheeler, quien le dijo: ‘Cuando vayas a Europa me saludas aMozart’, a lo que su padrino le dijo: ‘Hace muchos años quemurió’, triste Lorenzo, debido a que conocía su música através de su amigo Romayne, le dijo: ‘Entonces salúdame a susparientes’. Después de la anécdota el conferencista y pianistaRomeyno Gutiérrez se despidió tocando al piano piezas deMozart.

“La música es alegría y eso doy yo, alegría y paz”,señaló el pianista Romeyno Gutiérrez, en su conferencia El Pianoa través de un Rarámuri, en el congreso Despierta Sin Café,recordando que desde los seis años se asomaba por la ventada delestudio de su padrino Romayne Wheeler, para aprender cómo tocabala música que parecía lluvia.

El gusto por el piano lo heredó de su padrino, señala Romeyno,quien relata que en los años 80s el norteamericano Romayne Wheelerllegó a Batopilas en busca de la Sierra Tarahumara, la cual habíavisto en una revista de National Geographic, en Albuquerque.

El pianista norteamericano estudió en Viena y regresó a losEstados Unidos para hacer investigaciones de la música autóctonade los indios hopa, en Arizona, en una ocasión una fuerte nevadale impidió viajar a la comunidad y sentado en una estación deAlbuquerque vio la revista, así planeó que un día pisaría laSierra Tarahumara.

Esa ida se quedó en el corazón del norteamericano, un díadecidió ir a Creel, en Bocoyna, donde conoció a un jesuita aquien le contó sus planes, este jesuita le enseñó algunaspalabras básicas de la lengua rarámuri y con ellas se fuecaminando por los ríos de Urique y Batopilas, hasta llegar a lacomunidad donde vivían los padres de Romeyno.

“Llegó a la comunidad en año nuevo, llevaba una gran mochilaen la espalda, alto y güero, las mujeres y los niños asombradosse escondieron, traía bolsitas de dulces y se las dio a los niñosy les preguntó por la casa de Lorenzo, mi padre” recuerdaRomeyno, quien indica que desde entonces su padrino se quedó avivir con los rarámuri, después de ver sus fiestas y conocer sucultura.

“Cuando mi padrino conoció a mi papá no estaba casadotodavía y lo seguía a todas partes, a cuidar las chivas ydormían en el suelo en una cueva, llevaba sleeping, pero se losregalaba a las personas de la comunidad” relata Romeyno,compartiendo un poco la vida de su padrino con los rarámuri.

Lorenzo se casó y seis años después de que Romayne Wheeler sefuera a vivir con los rarámuri, nació Romeyno, a quien elpianista norteamericano quiso bautizar y ponerle su nombre. Elpianista norteamericano tocaba su piano en un cueva y la gente dela comunidad se juntaba a escucharlo, le pedían que tocara lamúsica para que lloviera, ya que cuando lo escuchaban les sonabacomo a lluvia.

El pequeño Romeyno creció escuchando a su padrino tocar elpiano, a los seis años de edad se asomaba por la ventana de unestudio que en los 90s abrió su padrino, ahí lo observaba cuandosalía de la escuela, además llegaba corriendo a su casa, lepedía las llaves del estudio a su mamá cuando su padrino noestaba y se ponía a tocar el piano.

Romeyno hacía cuatro horas caminando a la escuela, el tiempolibre que tenía lo dedicaba a tocar el piano. Cuando entró a lasecundaria batallaba más ya que la escuela estaba más lejos, eramenos tiempo el que tenía para dedicarle al piano.

Antes de entrar a la preparatoria Romeyno se tomó un añosabático y se fue a vivir a Michoacán, donde entró a una escuelapara perfeccionar sus estudios de piano, apoyado por supadrino.

“Cada vez más me convencía que la música era mi vida,quería estudiar medicina pero la música me ganó”, señaló elpianista, quien después de sus estudios en Michoacán volvió paraterminar la preparatoria en Guachochi, donde a nadie le dijo quesabía tocar el piano, siendo hasta la ceremonia de despedida deldirector que mostró su habilidad.

Después lo invitaban a participar en un encuentro depreparatorias, donde tocó ante un gimnasio lleno de personas, conun piano acústico de 400 kilogramos de peso, que le regaló supadrino y que transportaron en la caja de una pick up desdeBatopilas.

Muy interesado en la música, Romeyno buscó un profesor enParral, quien era un músico popular, él quería ser concertistapor lo que su padrino lo animó a buscar clases en Chihuahua, asífue como conoció a una maestra de Armenia que tocaba en elConservatorio de Música.

Romeyno quería volver a Morelia, pero sus planes se truncaronya que la pareja que lo hospedaría se divorció y vendieron lacasa donde vivían.

“Por mi padrino soy como soy. Para los rarámuri la música esalegría, el alimento del alma y gracias a mi padrino yo doy aconocer la música de mi pueblo” señaló Romeyno, quien da vidaa la música autóctona rarámuri a través del piano.

Para finalizar su participación, Romeyno contó una anécdotade su padre Lorenzo en un conversación con su padrino RomayneWheeler, quien le dijo: ‘Cuando vayas a Europa me saludas aMozart’, a lo que su padrino le dijo: ‘Hace muchos años quemurió’, triste Lorenzo, debido a que conocía su música através de su amigo Romayne, le dijo: ‘Entonces salúdame a susparientes’. Después de la anécdota el conferencista y pianistaRomeyno Gutiérrez se despidió tocando al piano piezas deMozart.

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