Triunfé como mamá, soy feliz: Doña Magda

“No necesito más de lo que tengo”, dice la mujer de 88 años

Paloma Sánchez

  · viernes 10 de mayo de 2019

Con 88 años de edad, doña Magda Adalgiza Madrigal Franco pasará hoy, Día de las Madres, en el Asilo El Bocado del Pobre, donde habita desde hace dos años, cuando cedió su casa a su hijo menor, y dijo ser feliz, pues tiene todo lo que necesita.

Tiene cinco hijos, nueve nietos, tres bisnietos y un tataranieto, se dijo plena y realizada por su papel como mamá, por lo que recomendó a las nuevas generaciones vivir la experiencia de la maternidad, aunque las dinámicas de la vida actual se enfoquen más en otros roles de la mujer.

“Triunfé como mamá, tengo buenos hijos. Soy muy feliz”, afirmó, con la cara en alto, mientras permanecía sentada en su aparato para caminar, silla-andador, auxiliada por una de las hermanas de la Caridad que atienden el asilo.

Doña Madga es hija de un militar, la disciplina es muy importante en la formación de la familia, de quien ella se hacía cargo al abandonar su trabajo de contadora, y dedicarse de lleno a atender a su marido al casarse, y posteriormente a sus hijos. Desafortunadamente su esposo, Gonzalo González Ortega, cerró sus ojos para siempre para partir a la morada celestial hace 23 años, a la edad de 62.

Magda también colaboró como catequista durante 25 años en la Parroquia de Nuestra Señora de Fátima, formando a los nuevos creyentes en la Fe católica.

Sus cinco hijos, tres mujeres y dos hombres; la mayor tiene 63 años de edad y el menor alrededor de los 45, porque con tantos cumpleaños celebrados, ya perdió la feliz cuenta.

“Ahorita no tengo casa, la doné a mi hijo más chico, porque ahorita anda trastabillando. Yo le cedí la casa mía, y ya ¡ni tengo casa!, pero tengo el apoyo de aquí. Se la di porque él tenía que pagar renta, y pensé, ‘yo ya la voy a desocupar, Dios me va a llamar un día de estos, entonces, ¿ya para qué?’. Y ya tengo aquí un año y medio”, dijo la madre de generoso corazón.

Las complicaciones de la vida de los hijos no permiten que hoy se puedan reunir, pero mañana será celebrada con una comida.

Su hija mayor está en Oslo; otra de sus hijas vive en Guadalajara y la tercera en Veracruz, de quien espera recibir llamadas de felicitación en este 10 de mayo.

“Lo más bonito es ver a mis hijos ahora, que yo me vine aquí. Verlos todos juntos. Me duermo con el teléfono en la almohada, para recibir sus llamadas. Y soy feliz, soy feliz de verdad. No necesito más de lo que tengo”, finalizó con lágrimas de emoción en sus ojitos.


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