/ viernes 13 de abril de 2018

Vive en Chihuahua un tataranieto de don Benito Juárez

Militar retirado

Una parte de la cuarta generación de don Benito Juárez vive precisamente en la tierra en donde él se refugió siendo perseguido por los franceses hace 154 años en la persona de don Patricio Kath García, orgulloso de llevar el segundo apellido del Benemérito de las Américas y de promover el legado moral de su tatarabuelo.


“Hace unos días me tocó dar una conferencia a los alumnos del (Colegio de) Bachilleres Tres. La verdad, siempre me llena de satisfacción y orgullo hablar de la vida y obra del ilustre indio de Guelatao”, afirma este hombre que las autoridades olvidan cada 21 de marzo (o como se festeja ahora, los terceros lunes de este mes).


Igualito a don Benito


Para nada le preocupa no ser invitado a los homenajes de su pariente.

Lo achaca a que su relación con el personaje histórico tiene poco de ser descubierta.


“Me di cuenta hace unos ocho o nueve años”, rememora.


“Un amigo mío encontró mi nombre en un libro que contiene la genealogía del héroe”.


En este sentido, también le tiene sin cuidado que haya gente que no le crea cuando afirma quien dice ser. “Con que lo sepa yo es más que suficiente”, opina. “Y quien no lo crea, pues que se ponga a investigar”.


Al decir esto, una sonrisa franca se asoma en su rostro, y sólo así se rompe un poco el parecido que guarda con la tan adusta figura que generalmente se guarda del prócer a través de pinturas y retratos de la época.


Porque hasta en lo menudo se parece a don Benito… y en lo oaxaqueño. “Nací en Tehuantepec, pero recorrí varios lugares de la República por mi trabajo. Soy militar retirado”, afirma añadiendo que su periplo por el país se debe a que fue oficial telegrafista.

De hecho, aún a sus 85 años recientemente cumplidos, recuerda la clave inventada por Samuel Morse. Alcanzó el grado de coronel, que le fue otorgado por el entonces mandatario don Adolfo López Mateos.


Y don Patricio se refugió en el desierto


Llegó a la tierra que su consanguíneo convirtió en capital de la República ya después de su retiro en la milicia, debido a que su esposa es nativa de Balleza. El año no lo recuerda con exactitud porque aquí se le ha ido volando, pero debió ser por allá de 1947, 48.

“La Ciudad Deportiva estaba recién inaugurada”, rememora, mezclando entre sus recuerdos el aeropuerto que se ubicaba sobre lo que hoy es la avenida División del Norte para mayores referencias.

Actualmente vive con su hija, Ivón, así como con sus nietos en un tranquilo fraccionamiento al norte de la ciudad que ya no es la misma que conoció, pero que le agrada ver cómo ha crecido en las seis décadas que tiene avecindado en ella.

Para él, Chihuahua tiene una importancia no sólo histórica, sino sentimental, aunque en el primer aspecto siempre se pregunte por qué esta tierra, pródiga de buenos hombres y personas bien nacidas, no ha generado un presidente de la República.

“Mi personaje ideal (para ese puesto) tristemente ya murió”, se anticipa a la pregunta. “Se trata de don Óscar Flores Sánchez, porque ese siempre fue parejo”, añade, en alusión al apellido materno de la madre del exmandatario.

En lo tocante a la historia, está consciente de que esta tierra jugó un papel preponderante en el periodo que se conoce como República Itinerante, al convertirse en el último bastión de la resistencia contra los franceses, luego de traiciones de gobernadores que le negaron asilo al presidente, como Vidaurri, en Nuevo León.

En el renglón que involucra a los sentimientos, estos se le vienen en cascada. Aquí sentó cabeza, en esta ciudad tiene a su familia, en Chihuahua se enteró de su ilustre parentela y cuando menciona esto, parece que la voz se le va a quebrar de la emoción.


Experto en el tema


“De por sí siempre he sido un admirador de Juárez, imagínese cuando supe de mi relación con él. Desde entonces me he dedicado a estudiarlo más, a admirarlo más y claro, a difundir su legado, que no sólo se remite a su famoso apotegma, pero que es uno de los más lindos: ‘Entre las naciones, como entre los individuos, el respeto al derecho ajeno es la paz’”, cita.

En ese constante estudiar al Benemérito, don Patricio (cuyo seudónimo es Pablo García Robles) ha ido más allá de los libros. Incluso, hace unos cuatro años viajó a Oaxaca a entrevistarse con Georgina García, bisnieta de Brígida, madre de don Benito.

“Estuvimos hablando de él durante horas, y hasta me dio lecciones de zapoteco. Fue una experiencia muy bonita”, dice, y agrega que el encuentro fue en la capital de esa entidad. Se quedó con las ganas de visitar San Pablo Guelatao “porque los maestros (los bloqueos de carreteras de estos) no lo dejaron”.

Se considera con la suficiente autoridad moral para apoyar la teoría de que Juárez no murió de angina de pecho, sino envenenado. “Fueron los integrantes de un grupo conservador, a través de una indígena de Oaxaca que servía en casa del presidente, quien le administró sistemáticamente en su café dosis de una hierba muy peligrosa que no sabe ni huele”, sostiene.


La nueva intervención extranjera


Incluso, relata lo que pasó en el lecho de muerte del oaxaqueño. “Él le dijo a Lerdo de Tejada (su sucesor en la Presidencia) que no importaba que los Estados Unidos se aprovecharan de los mexicanos, que con el paso del tiempo recuperaríamos todo lo que nos quitaron”.

Para él, esta sentencia se ha ido cumpliendo, si no en el terreno de lo estrictamente territorial (aunque destaca la devolución de El Chamizal, que da como argumento poderoso por el cual John F. Kennedy fue asesinado) sí en cuanto a la recuperación de valores por parte de sus habitantes e, incluso la clase política.

Como muestra de esto último, compara que recientemente se vivió un ambiente de solidaridad como el que hubo entre distintos bandos cuando, en 1862, Francia avanzó sobre el territorio nacional.

“Los movimientos que Trump ha hecho sobre la frontera”, señala, no nada más en referencia al muro, sino al despliegue de tropas a lo largo de la línea divisoria, “provocaron lo impensable: la unidad de los candidatos a presidente y del propio Peña Nieto”.

Sugiere que esa es la unidad que se necesita entre connacionales para sobrellevar cualquier invasión u obstáculo que se le presente a la patria, e insiste con el ejemplo que se puso durante la intervención francesa del siglo antepasado.

Yendo más allá, y sin ocultar su otro orgullo de pertenecer al Ejército Mexicano, cita las declaraciones que recientemente escuchó en un noticiero del secretario de Defensa, Salvador Cienfuegos. “Basta con que un solo soldado (estadounidense) se brinque para este lado, para que se atengan a las consecuencias”.


¿Cómo ve a México y sus candidatos a presidirlo?


Sin embargo, admite, y en comparación con el México en el que vivió su ilustre tatarabuelo, al de hoy le falta mucho en la cuestión de valores. “Hay mucha desigualdad, y mucha corrupción”, recalca, y gran parte de la responsabilidad recae en los gobernantes.

Don Patricio considera que la misma figura presidencial se ha ido desgastando. Ni hablar de figuras en Palacio Nacional que aspiren a la altura de don Benito. “Creo que don Adolfo López Mateos fue el último de los buenos presidentes, don Lázaro Cárdenas”, enumera.

“De ahí en más, todo ha sido pésimas administraciones. Salinas de Gortari, el peor de todos ellos”, denuncia, dejando entrever que, desde su punto de vista, el de Agualeguas aún tiene injerencia hasta en el presente proceso electoral para elegir presidente.

“Él mandó matar a (Luis Donaldo) Colosio”, asegura, “e impuso a Ernesto Zedillo Ponce León, quien a su vez puso a Fox, y luego a Calderón, un alcohólico y drogadicto”, agrega, sin pelos en la lengua.

En cuanto a los actuales candidatos, y guardando las distancias, considera que el único que más o menos se acerca a las cualidades que como gobernante tuvo Juárez es López Obrador. “La gente no debe de temer convertir a México en un Venezuela, allá Maduro perdió el piso y por eso pasó lo que pasó. Tampoco es que México (con el tabasqueño en la silla presidencial) se vaya a convertir en un país comunista”, considera.


Orgullosamente juarista


Aunque no está de acuerdo con la enseñanza de la materia histórica del modo maniqueísta (los “héroes” inmaculados y los “villanos” sin esperanza de redención), batalla a la hora de enumerar un yerro de Juárez como presidente. Tal vez le llama la sangre.


A lo más, considera que fue un ser humano que, como todos, tuvo errores, pero afirma que le gusta enfocarse en las virtudes que tuvo desde su infancia, de las cuales considera, heredó algunas.


Ciertamente, no tiene documentos o imágenes del personaje, y menos heredó algo de lo que en vida usara Juárez. Quizá lo más cercano que ha estado de esos objetos ha sido en sus visitas al Museo de la Lealtad Republicana en esta ciudad, a donde sí ha sido invitado a dictar algunas charlas.


Sin embargo, se sabe portador, y con orgullo, de un legado más importante: el de los valores que practicó el ilustre personaje: honestidad, humildad, dedicación en el trabajo, resistencia a las adversidades. Todo eso es lo que se encarga de transmitir don Patricio en cada lugar al que es convidado.


Opina que en estas cuestiones, las autoridades se han rezagado, pues hay oportunidades para destacar esa herencia moral como el 2 de abril, el 5 de mayo o el chihuahuense 25 de marzo, que se han ido quedando en el más completo de los olvidos.


Y hablando de fechas, tampoco está de acuerdo con que el 21 de marzo se celebre el tercer lunes de ese mes. “Es un día que debe ser recordado en su momento, tan importante como el 16 de septiembre o el mismo 20 de noviembre. No me importa que a veces se celebre el (lunes) 17 de marzo, que es mi cumpleaños”, bromea. “El de mi tatarabuelo está por encima de eso”, se enseria.


Tampoco le preocupa que el apellido García se haya perdido por parte de su generación. “El de Juárez se ha ganado su lugar en la historia y para mí que este sea recordado, así como todo lo bueno que hizo quien se llamaba Benito, es más que suficiente”, finaliza.


DATO


También es masón


Mucho antes de coincidir en parentesco con su tatarabuelo, como éste, don Patricio perteneció a una logia masónica, en Camargo, donde llegó al grado 22. Está firmemente convencido de la influencia de los masones en la historia no sólo mexicana, sino universal.

Una parte de la cuarta generación de don Benito Juárez vive precisamente en la tierra en donde él se refugió siendo perseguido por los franceses hace 154 años en la persona de don Patricio Kath García, orgulloso de llevar el segundo apellido del Benemérito de las Américas y de promover el legado moral de su tatarabuelo.


“Hace unos días me tocó dar una conferencia a los alumnos del (Colegio de) Bachilleres Tres. La verdad, siempre me llena de satisfacción y orgullo hablar de la vida y obra del ilustre indio de Guelatao”, afirma este hombre que las autoridades olvidan cada 21 de marzo (o como se festeja ahora, los terceros lunes de este mes).


Igualito a don Benito


Para nada le preocupa no ser invitado a los homenajes de su pariente.

Lo achaca a que su relación con el personaje histórico tiene poco de ser descubierta.


“Me di cuenta hace unos ocho o nueve años”, rememora.


“Un amigo mío encontró mi nombre en un libro que contiene la genealogía del héroe”.


En este sentido, también le tiene sin cuidado que haya gente que no le crea cuando afirma quien dice ser. “Con que lo sepa yo es más que suficiente”, opina. “Y quien no lo crea, pues que se ponga a investigar”.


Al decir esto, una sonrisa franca se asoma en su rostro, y sólo así se rompe un poco el parecido que guarda con la tan adusta figura que generalmente se guarda del prócer a través de pinturas y retratos de la época.


Porque hasta en lo menudo se parece a don Benito… y en lo oaxaqueño. “Nací en Tehuantepec, pero recorrí varios lugares de la República por mi trabajo. Soy militar retirado”, afirma añadiendo que su periplo por el país se debe a que fue oficial telegrafista.

De hecho, aún a sus 85 años recientemente cumplidos, recuerda la clave inventada por Samuel Morse. Alcanzó el grado de coronel, que le fue otorgado por el entonces mandatario don Adolfo López Mateos.


Y don Patricio se refugió en el desierto


Llegó a la tierra que su consanguíneo convirtió en capital de la República ya después de su retiro en la milicia, debido a que su esposa es nativa de Balleza. El año no lo recuerda con exactitud porque aquí se le ha ido volando, pero debió ser por allá de 1947, 48.

“La Ciudad Deportiva estaba recién inaugurada”, rememora, mezclando entre sus recuerdos el aeropuerto que se ubicaba sobre lo que hoy es la avenida División del Norte para mayores referencias.

Actualmente vive con su hija, Ivón, así como con sus nietos en un tranquilo fraccionamiento al norte de la ciudad que ya no es la misma que conoció, pero que le agrada ver cómo ha crecido en las seis décadas que tiene avecindado en ella.

Para él, Chihuahua tiene una importancia no sólo histórica, sino sentimental, aunque en el primer aspecto siempre se pregunte por qué esta tierra, pródiga de buenos hombres y personas bien nacidas, no ha generado un presidente de la República.

“Mi personaje ideal (para ese puesto) tristemente ya murió”, se anticipa a la pregunta. “Se trata de don Óscar Flores Sánchez, porque ese siempre fue parejo”, añade, en alusión al apellido materno de la madre del exmandatario.

En lo tocante a la historia, está consciente de que esta tierra jugó un papel preponderante en el periodo que se conoce como República Itinerante, al convertirse en el último bastión de la resistencia contra los franceses, luego de traiciones de gobernadores que le negaron asilo al presidente, como Vidaurri, en Nuevo León.

En el renglón que involucra a los sentimientos, estos se le vienen en cascada. Aquí sentó cabeza, en esta ciudad tiene a su familia, en Chihuahua se enteró de su ilustre parentela y cuando menciona esto, parece que la voz se le va a quebrar de la emoción.


Experto en el tema


“De por sí siempre he sido un admirador de Juárez, imagínese cuando supe de mi relación con él. Desde entonces me he dedicado a estudiarlo más, a admirarlo más y claro, a difundir su legado, que no sólo se remite a su famoso apotegma, pero que es uno de los más lindos: ‘Entre las naciones, como entre los individuos, el respeto al derecho ajeno es la paz’”, cita.

En ese constante estudiar al Benemérito, don Patricio (cuyo seudónimo es Pablo García Robles) ha ido más allá de los libros. Incluso, hace unos cuatro años viajó a Oaxaca a entrevistarse con Georgina García, bisnieta de Brígida, madre de don Benito.

“Estuvimos hablando de él durante horas, y hasta me dio lecciones de zapoteco. Fue una experiencia muy bonita”, dice, y agrega que el encuentro fue en la capital de esa entidad. Se quedó con las ganas de visitar San Pablo Guelatao “porque los maestros (los bloqueos de carreteras de estos) no lo dejaron”.

Se considera con la suficiente autoridad moral para apoyar la teoría de que Juárez no murió de angina de pecho, sino envenenado. “Fueron los integrantes de un grupo conservador, a través de una indígena de Oaxaca que servía en casa del presidente, quien le administró sistemáticamente en su café dosis de una hierba muy peligrosa que no sabe ni huele”, sostiene.


La nueva intervención extranjera


Incluso, relata lo que pasó en el lecho de muerte del oaxaqueño. “Él le dijo a Lerdo de Tejada (su sucesor en la Presidencia) que no importaba que los Estados Unidos se aprovecharan de los mexicanos, que con el paso del tiempo recuperaríamos todo lo que nos quitaron”.

Para él, esta sentencia se ha ido cumpliendo, si no en el terreno de lo estrictamente territorial (aunque destaca la devolución de El Chamizal, que da como argumento poderoso por el cual John F. Kennedy fue asesinado) sí en cuanto a la recuperación de valores por parte de sus habitantes e, incluso la clase política.

Como muestra de esto último, compara que recientemente se vivió un ambiente de solidaridad como el que hubo entre distintos bandos cuando, en 1862, Francia avanzó sobre el territorio nacional.

“Los movimientos que Trump ha hecho sobre la frontera”, señala, no nada más en referencia al muro, sino al despliegue de tropas a lo largo de la línea divisoria, “provocaron lo impensable: la unidad de los candidatos a presidente y del propio Peña Nieto”.

Sugiere que esa es la unidad que se necesita entre connacionales para sobrellevar cualquier invasión u obstáculo que se le presente a la patria, e insiste con el ejemplo que se puso durante la intervención francesa del siglo antepasado.

Yendo más allá, y sin ocultar su otro orgullo de pertenecer al Ejército Mexicano, cita las declaraciones que recientemente escuchó en un noticiero del secretario de Defensa, Salvador Cienfuegos. “Basta con que un solo soldado (estadounidense) se brinque para este lado, para que se atengan a las consecuencias”.


¿Cómo ve a México y sus candidatos a presidirlo?


Sin embargo, admite, y en comparación con el México en el que vivió su ilustre tatarabuelo, al de hoy le falta mucho en la cuestión de valores. “Hay mucha desigualdad, y mucha corrupción”, recalca, y gran parte de la responsabilidad recae en los gobernantes.

Don Patricio considera que la misma figura presidencial se ha ido desgastando. Ni hablar de figuras en Palacio Nacional que aspiren a la altura de don Benito. “Creo que don Adolfo López Mateos fue el último de los buenos presidentes, don Lázaro Cárdenas”, enumera.

“De ahí en más, todo ha sido pésimas administraciones. Salinas de Gortari, el peor de todos ellos”, denuncia, dejando entrever que, desde su punto de vista, el de Agualeguas aún tiene injerencia hasta en el presente proceso electoral para elegir presidente.

“Él mandó matar a (Luis Donaldo) Colosio”, asegura, “e impuso a Ernesto Zedillo Ponce León, quien a su vez puso a Fox, y luego a Calderón, un alcohólico y drogadicto”, agrega, sin pelos en la lengua.

En cuanto a los actuales candidatos, y guardando las distancias, considera que el único que más o menos se acerca a las cualidades que como gobernante tuvo Juárez es López Obrador. “La gente no debe de temer convertir a México en un Venezuela, allá Maduro perdió el piso y por eso pasó lo que pasó. Tampoco es que México (con el tabasqueño en la silla presidencial) se vaya a convertir en un país comunista”, considera.


Orgullosamente juarista


Aunque no está de acuerdo con la enseñanza de la materia histórica del modo maniqueísta (los “héroes” inmaculados y los “villanos” sin esperanza de redención), batalla a la hora de enumerar un yerro de Juárez como presidente. Tal vez le llama la sangre.


A lo más, considera que fue un ser humano que, como todos, tuvo errores, pero afirma que le gusta enfocarse en las virtudes que tuvo desde su infancia, de las cuales considera, heredó algunas.


Ciertamente, no tiene documentos o imágenes del personaje, y menos heredó algo de lo que en vida usara Juárez. Quizá lo más cercano que ha estado de esos objetos ha sido en sus visitas al Museo de la Lealtad Republicana en esta ciudad, a donde sí ha sido invitado a dictar algunas charlas.


Sin embargo, se sabe portador, y con orgullo, de un legado más importante: el de los valores que practicó el ilustre personaje: honestidad, humildad, dedicación en el trabajo, resistencia a las adversidades. Todo eso es lo que se encarga de transmitir don Patricio en cada lugar al que es convidado.


Opina que en estas cuestiones, las autoridades se han rezagado, pues hay oportunidades para destacar esa herencia moral como el 2 de abril, el 5 de mayo o el chihuahuense 25 de marzo, que se han ido quedando en el más completo de los olvidos.


Y hablando de fechas, tampoco está de acuerdo con que el 21 de marzo se celebre el tercer lunes de ese mes. “Es un día que debe ser recordado en su momento, tan importante como el 16 de septiembre o el mismo 20 de noviembre. No me importa que a veces se celebre el (lunes) 17 de marzo, que es mi cumpleaños”, bromea. “El de mi tatarabuelo está por encima de eso”, se enseria.


Tampoco le preocupa que el apellido García se haya perdido por parte de su generación. “El de Juárez se ha ganado su lugar en la historia y para mí que este sea recordado, así como todo lo bueno que hizo quien se llamaba Benito, es más que suficiente”, finaliza.


DATO


También es masón


Mucho antes de coincidir en parentesco con su tatarabuelo, como éste, don Patricio perteneció a una logia masónica, en Camargo, donde llegó al grado 22. Está firmemente convencido de la influencia de los masones en la historia no sólo mexicana, sino universal.

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