El anfitrión paga casi todo en ceremonias de transmisión de poder

Se debe ofrecer a los visitantes las garantías que van desde la seguridad hasta su alojamiento, y entrevistas privadas con el nuevo Jefe de Estado

Gabriel Xantomila

  · domingo 14 de octubre de 2018

Steger Cataño, exembajador, también es maestro en administración militar para la seguridad y defensa nacional / Laura Lovera

En la transmisión de poder se acostumbra que el Gobierno anfitrión pague todos los gastos de alojamiento, alimentos, transporte y seguridad de los Jefes de Estado, Jefes de Gobierno y de la realeza y México ha seguido esa tradición. Una vez que tocan territorio mexicano los invitados, “son nuestra responsabilidad y obligación atenderlos”, señala la voz de un experto en protocolo diplomático y de seguridad internacional, el embajador Rapahel Steger Cataño.

Como coordinador general para la ceremonia de transmisión de poder del presidente Vicente Fox y de Felipe Calderón en el año 2006, rememora que “fue una operación quirúrgica de protocolo”, debido al ambiente enrarecido. No hubo nada que lamentar por quienes no aceptaban el resultado de la elección.

Y estando tan cerca la transmisión de poder del actual presidente saliente Enrique Peña Nieto y el entrante Andrés Manuel López Obrador, El Sol de México corroboró los precios de una suite en un hotel de la calle Campos Elíseos: una básica 998.41 dólares, incluido impuesto, por noche; pero las hay de cuatro mil 750 dólares y hasta de 14 mil 259 dólares, por noche.

Además de embajador de carrera, también es maestro en administración militar para la seguridad y defensa nacional por la Secretaría de la Defensa Nacional, la Universidad del Ejército y Fuerza Aérea y el Colegio de Defensa Nacional.

TABARÉ, DURMIÓ EN HANGAR

Diplomático de carrera, Steger Cataño recuerda que el presidente de Uruguay, Tabaré Ramón Vázquez Rosas, llegó a México en un avión de línea comercial; “le proporcionamos todo el transporte dentro del país, y antes de tomar el avión de despedida, en el hangar presidencial, el hombre estaba muy cansado y dijo: ‘embajador quiero descansar un poquito’; y como hay una pequeña suite que es para que el presidente tenga acuerdo, en esa lo acomodamos y durmió plácidamente tres horas antes de subir al avión que le llevaría de regreso a su país”.

En su charla con El Sol de México, relata todo lo que significa el protocolo diplomático de transmisión de poderes, en cuanto a cortesía, alojamiento, transporte, y seguridad.

“Al terrorismo no le importa a quien daña, al terrorismo lo que importa es precisamente dañar y el terrorismo aunque mucha gente dice que es cierto, el terrorismo no tiene ideología, lo mismo tenemos que cuidar a tirios que a troyanos”, afirma respecto a los riesgos que corren los diferentes mandatarios.

Recuerda que en su oportunidad la entonces primera ministra del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, Margaret Thatcher –la dama de hierro–, visitó México. Y por las condiciones en las que vino y los momentos históricos en Europa, se reforzó la seguridad en ese 1982 porque estaba bajo amenaza del beligerante ejército republicano irlandés.

ALOJAMIENTO EN SUITE Y SEGURIDAD

¿Qué es un protocolo diplomático de transmisión de poderes?

Es la actividad y actitud de Estado o de Gobierno anfitrión; tenemos que ofrecerles a ellos las garantías que van desde la seguridad hasta su alojamiento, actividades de carácter social, entrevistas privadas con el nuevo Jefe de Estado mexicano; estar por ellos en el aeropuerto y llevarlos de regreso. Es toda una función que cumple el protocolo con etiqueta y seguridad.

¿Todo paga el Gobierno anfitrión?

Hasta cierto número, sí. Por ejemplo, a su ahora majestad y en aquella época alteza real el Príncipe de Asturias, “le ofrecimientos en el hotel Intercontinental, en Campos Elíseos, una suite y alojamiento para su equipo de seguridad y de apoyo, hasta donde nos fue posible. En algunos casos se ofrece hasta cinco habitaciones, seis o diez, depende de lo numeroso de la delegación”.

Por supuesto, teníamos el apoyo del Estado Mayor Presidencial, en seguridad y logística, aclara Steger Cataño.

¿Cuántos vinieron en ese año 2006?

Fueron 120 delegaciones acreditadas, casi todos los Jefes de Estado de Centroamérica, con excepción de Daniel Ortega –Nicaragua–; asistieron príncipes, ministros de relaciones exteriores, senadores y algunos gobiernos decidieron acreditar a sus embajadores. Transportar a 120 personas por separado, es una locura; a los embajadores los invitamos a abordar autobuses, no fue fácil porque teníamos una situación difícil en el Congreso de la Unión, con calles tomadas. Fue una operación quirúrgica de protocolo, muy elegante y salió muy bien.

Las prioridades, en orden: los Jefes de Estado, los príncipes herederos que van a ser jefes de estado y están confirmados, los Jefes de Gobiernos, los ministros de relaciones exteriores, los ministros de cualquier otra cartera, los amigos del presidente, los embajadores acreditados en México, viceministros y al final los invitados especiales..

Cada presidente, cada jefe de estado, cuando viaja lo hace con características especiales. A veces nos escandalizamos porque tenemos una movilización importante. El presidente de EU viaja con un grupo aproximado de mil personas; el de Rusia, Vladimir Putin, con 800 personas y lo acompañan tres aviones. Y hay seguridades de secreto de Estado.

El Rey de Marruecos viaja con dos aviones y grupo de 400 personas. Los viajes de jefes de Estado y de gobierno, requieren de una gran movilización, sobre todo cuando se está en un lugar como México. Una visita de esa naturaleza no es de un día para otro, llevan meses de preparación, por lo menos con un año de anticipación.