/ martes 23 de enero de 2024

Hechos y criterios | Hurgar sobre los candidatos

Cerca estamos ya de iniciar las campañas electorales de manera formal. Movimientos se sienten entre quienes buscan arribar a algún puesto tanto a nivel legislativo, municipal o ejecutivo. Los señalamientos hacia los posibles rivales comienzan a darse, así sea lentamente.

Para sustentar esos señalamientos y manifestar que se tienen pruebas de ellos se recurre a hurgar en los antecedentes de los distintos candidatos. Esa práctica no es nueva, aunque no siempre, a pesar de las pruebas que se obtienen, de buena o mala manera, se obtienen resultados satisfactorios para quienes la promueven. Una razón, quizá la más recurrente, es que las distintas autoridades desechan las pruebas, protegen a los señalados, se hacen de la vista gorda o ven interferidos sus intereses o los de su partido. Así, aunque la investigación haya sido impecable y se tengan los pelos de la burra en la mano, el asunto no procede, se cierra o se manda al cajón del olvido, a pesar de que la opinión pública quede con dudas razonables.

Hurgar procede de un verbo del latín vulgar furicare, hurtar, revolver las cosas con objeto de buscar qué llevarse. Se define como menear o revolver cosas en el interior de algo, escarbar entre varias cosas, fisgar en asuntos de otros.

En no pocas películas se ve a protagonistas o policías hurgando en las escenas del crimen o en la búsqueda de indicios para mostrar la culpabilidad de alguien. Y también el algunos filmes se pide a alguno que escarbe en la vida de tal o cual sospechoso, desde su nacimiento, su familia, sus amistades, sus estudios, sus negocios, sus amoríos y todo aquello que sirva para detenerlo, incriminarlo o, en contraparte, demostrar su inocencia.

Fisgar, por su parte, es husmear con el olfato o husmear indagando. Si se hace por costumbre es fisgonear. Ciertamente no es costumbre el fisgonear a quienes se lanzan al ruedo electoral, pero la tentación de fisgar, curiosear, entremeterse o entrometerse en su vida se convierte en tentación para sus contrincantes.

El asunto aquí es el hasta dónde es lícito indagar sobre tal o cual persona y hasta dónde lo es el manifestar ante los demás lo encontrado si esos demás no tienen derecho a saberlo.

Uno, ya lo hemos expresado en otras ocasiones, es el ámbito público y otro el privado. Hurgar en este último campo sin conexión con lo que se quiere mostrar de tal o cual persona sea o no candidato puede ser inmoral y llevar a consecuencias imprevisibles.

Por otra parte, en el ámbito público, si los hechos que se indagan son relevantes y sirven para fundar una conducta poco ética de equis candidato, para mostrar ante la comunidad algo que puede constituir un delito o sostener una acusación formal, puede hacerse, y a veces es no sólo lícito sino necesario por el bien de los posibles electores. ¿Lo ven?


Cerca estamos ya de iniciar las campañas electorales de manera formal. Movimientos se sienten entre quienes buscan arribar a algún puesto tanto a nivel legislativo, municipal o ejecutivo. Los señalamientos hacia los posibles rivales comienzan a darse, así sea lentamente.

Para sustentar esos señalamientos y manifestar que se tienen pruebas de ellos se recurre a hurgar en los antecedentes de los distintos candidatos. Esa práctica no es nueva, aunque no siempre, a pesar de las pruebas que se obtienen, de buena o mala manera, se obtienen resultados satisfactorios para quienes la promueven. Una razón, quizá la más recurrente, es que las distintas autoridades desechan las pruebas, protegen a los señalados, se hacen de la vista gorda o ven interferidos sus intereses o los de su partido. Así, aunque la investigación haya sido impecable y se tengan los pelos de la burra en la mano, el asunto no procede, se cierra o se manda al cajón del olvido, a pesar de que la opinión pública quede con dudas razonables.

Hurgar procede de un verbo del latín vulgar furicare, hurtar, revolver las cosas con objeto de buscar qué llevarse. Se define como menear o revolver cosas en el interior de algo, escarbar entre varias cosas, fisgar en asuntos de otros.

En no pocas películas se ve a protagonistas o policías hurgando en las escenas del crimen o en la búsqueda de indicios para mostrar la culpabilidad de alguien. Y también el algunos filmes se pide a alguno que escarbe en la vida de tal o cual sospechoso, desde su nacimiento, su familia, sus amistades, sus estudios, sus negocios, sus amoríos y todo aquello que sirva para detenerlo, incriminarlo o, en contraparte, demostrar su inocencia.

Fisgar, por su parte, es husmear con el olfato o husmear indagando. Si se hace por costumbre es fisgonear. Ciertamente no es costumbre el fisgonear a quienes se lanzan al ruedo electoral, pero la tentación de fisgar, curiosear, entremeterse o entrometerse en su vida se convierte en tentación para sus contrincantes.

El asunto aquí es el hasta dónde es lícito indagar sobre tal o cual persona y hasta dónde lo es el manifestar ante los demás lo encontrado si esos demás no tienen derecho a saberlo.

Uno, ya lo hemos expresado en otras ocasiones, es el ámbito público y otro el privado. Hurgar en este último campo sin conexión con lo que se quiere mostrar de tal o cual persona sea o no candidato puede ser inmoral y llevar a consecuencias imprevisibles.

Por otra parte, en el ámbito público, si los hechos que se indagan son relevantes y sirven para fundar una conducta poco ética de equis candidato, para mostrar ante la comunidad algo que puede constituir un delito o sostener una acusación formal, puede hacerse, y a veces es no sólo lícito sino necesario por el bien de los posibles electores. ¿Lo ven?