/ lunes 18 de diciembre de 2023

Presentó recientemente Arturo Rodríguez Torija su libro “100 Rostros Culturales de Chihuahua”

Las fotografías de los personajes que aparecen en la obra nos dicen cosas que de otra manera no sabríamos, sus miradas y movimientos son altamente singulares y se volverán inusitados para los espectadores, o sea aquéllos que hojeen sus páginas

No seré tan breve porque la ocasión lo amerita, pero si me siguen el tren de pensamiento con atención durante los próximos diez minutos entrarán a este libro conociendo sus jugosos detalles.

Para comenzar, lo que hay que decir es que el libro Cien Rostros Culturales de Chihuahua en primer lugar es un libro de arte, arte fotográfico con un valor estético indiscutible, el autor de las fotografías que son la carne de este libro es el fotógrafo Arturo Rodríguez Torija, quien ha logrado concretar éste, su libro, en forma magistral, él con su sola persona como institución, ha construido algo que no tiene precedentes, logrando conjuntar a su alrededor los apoyos de empresas e instituciones que lo hacen posible y ya que él por el momento, no es escritor, sino fotógrafo, ha conseguido también conjuntar el equipo de gente necesario para escribir los textos que acompañan a sus fotografías y que le confieren a este libro varias dimensiones que aquí vamos a ir desvelando. Arturo escribió únicamente los agradecimientos en su libro, lo aclaro porque incluso él me pidió que lo hiciera. Así como el director de una orquesta no toca los instrumentos pero dirige la música, de la misma forma Arturo no ha escrito los textos que componen su libro, pero ha dirigido el homenaje que este libro es hacia los creadores chihuahuenses y la armonía que contiene. Él ha sido muy escrupuloso en dar crédito a cada uno de los autores de los textos incluidos y en cada escrito al final viene el nombre de su autor. Arturo es naturalmente el autor y creador de su libro, porque le dio vida desde que era una pequeña idea en su cabeza hasta ahora que es una realidad tangible, cuidando y dirigiendo todos y cada uno de los aspectos de su creación con tal maestría y atención al detalle que aunque el libro acaba de salir, a este momento ya es un referente contemporáneo muy importante, su valor se acrecentará con el paso del tiempo para volverse un referente histórico. Es un libro que por sus características necesariamente hará historia. El propio cometido de Arturo, su odisea por así decirlo, comienza hace ocho años y medio e involucra además de tener la idea, alimentarla, dirigirla y ejecutarla, consiste en escoger y fotografiar a cien personajes del arte, la literatura y varios aspectos de la creación contemporánea en el Estado de Chihuahua, que de aquí en adelante a estos personajes los llamaré “los creadores” presentando una muestra que incluye a varias generaciones en diversas disciplinas. Un dato digno de mencionarse es que entre los rostros fotografiados hay un rango de sesenta años entre el nacimiento de los más jóvenes y el de los mayores. Así pues están representados desde treintañeros hasta maestros en sus noventas. Las fotografías de los personajes fotografiados por Arturo nos dicen cosas que de otra manera no sabríamos, sus miradas y movimientos son altamente singulares y se volverán inusitados para los espectadores, o sea aquéllos que hojeen sus páginas.

Foto: Oracio Chávez

Pero el libro tiene otra dimensión muy importante también: para poner en contexto a los personajes retratados, Arturo convocó a un equipo de escritoras, entre las que me encuentro, para realizar entrevistas y con la información obtenida escribir una serie de textos que pudieran responder a la pregunta de quiénes eran los personajes culturales que Arturo había retratado, estos textos en su mayoría se escribieron en primera persona para que el lector sintiera que estaba hablando directamente con el creador, invisibilizando así, parcialmente, el trabajo de escritura que implica el texto.

Foto: Oracio Chávez

Pero no se confundan el trabajo de las escritoras involucradas no es una mera transcripción de sus entrevistas, así lo parece y en eso estriba su mérito, hubo varios pasos a seguir: empieza con un proceso de captura de información a través de breves preguntas realizadas al creador que nos dijeran sólo una cosa, nada menos y nada más que quiénes son, sacarlo de sus bocas no es tan difícil, pero configurar un texto que pudiera extraer su esencia no es tan sencillo. Involucra hacerlo respetando en la medida de lo posible el propio lenguaje de las personas entrevistadas para transparentar su personalidad, pero al mismo tiempo teniéndolo que compactar despiadadamente, realizando una curaduría rigurosa de lo que se iba a incluir y así creando una estructura para albergar lo que sí quedaría, ordenándolo y realizando la escritura que conjunta lo anterior en un todo que parece una sola pieza y no varias ensambladas. Asimismo, se buscaba que la narración se sintiera natural, fluida y que sumada a las demás le diera una unidad de estilo a lo escrito en el libro, en la medida de lo posible, ante una cantidad tan grande y variada de creadores. Quizá lo más difícil sea dejar mucha información fuera porque para cada creador estaba designada sólo una página, es tan poco una página para vidas tan grandes, tan llenas de logros, retos y trayectoria. Pero con esa página fue posible dibujar sus esencias con palabras, retratarlos con letras y seguir su trayecto para poder vislumbrarlos navegando en una pequeña parte sus vidas increíbles.

Así pues con la adición de esta escritura de las escritoras del staff (Carmen Amato, Keila Ramos y yo Lilly Blake) y el bono adicional de otros escritores y personas invitadas que aportaron la escritura de uno u otro de los creadores que no se alcanzaron a entrevistar, porque murieron antes de que el libro llegara a la fase de las entrevistas, es decir este último año, ya cuando se había obtenido el apoyo que permitió su creación.

Así pues con todas estas colaboraciones, el libro cobra un valor añadido que le otorgan además de su valor estético y artístico, un valor documental, testimonial y por momentos literario, que en conjunto con lo principal que es el arte fotográfico de Arturo y su visión al integrar no sólo este equipo de escritores, sino todo lo demás, Arturo logra por medio de su libro inmortalizar una época de la cultura en el estado de Chihuahua.

Lo que les acabo de contar naturalmente me convierte en una especie de juez y parte, más aún porque yo misma soy uno de los personajes incluidos en mi calidad de poeta, pero también me otorga la autoridad moral para atestiguar el libro desde adentro, no escribí los cien textos de los que se compone el libro, pero sí más de setenta de ellos, por lo que puedo decir que sé lo que contiene y siento una inmensa satisfacción de logro personal, casi culposa, al verlo concluido. Ahora, ustedes tienen en mí a un ojo interior que les está abriendo una por una las puertas de sus páginas para que las hagan suyas. Dicho lo anterior, habitemos la magia de las fotografías de Arturo.

Sostenidos por los hilos de la luz, los personajes retratados parecen flotar en una especie de hipnotizante vacuidad, vacío cuidadosamente construido para albergar una hueste de armónicas y aparentemente infinitas escalas de grises que nos llevan hasta las orillas del no color, es decir las fibras del mismísimo blanco con su espléndida luminosidad y del color negro con su misteriosa elegancia, ambos vaciándose en el abismo espectral de sí mismos, combinándose, multiplicándose para concretar un deleite en los ojos y para formar la composición de los retratos en los que confluyen estas líneas de claros y obscuros, como abanicos de lo etéreo que se movieran para darnos las directrices que habrán de guiar a nuestros ojos y conforman el imaginario ahora concreto, que envuelve a cada personaje de la cultura retratado aquí: su físico manifiesto enfrente de la cámara, su personalidad rampante captada en un sólo instante enarbolado por una mirada como bandera del tiempo. En la fotografía, como en la vida, el siguiente segundo pudo cambiarlo todo, pero ese otro tiempo no quedó grabado, registrado como el instante que sí podemos ver, ése que se ha vuelto página, donde sucede lo increíble: alguien proyecta algo, una emoción, una mirada, un movimiento y alguien más, el fotógrafo, Arturo Rodríguez Torija lo captura con conocimiento en su haber e instinto fugaz de cazador, al apretar un botón que al disparar simplemente tiene la capacidad de congelar el tiempo. Sí, lo detiene, pero sus intenciones son mayores, lo hace para inmortalizar, para homenajear, para permitirnos a los espectadores imaginar lo que una vida volcada hacia la cultura significa, es una reflexión que nos incumbe a todos y podría convertirse en inspiración para otras vidas que empiezan y al toparse con este libro pudieran frotar la lámpara del genio del deseo y así seguir los pasos de quienes ya recorrieron parte del camino hechizante de la creación cultural y lo muestran con fisicalidad en movimiento, con sus cuerpos, sus expresiones, su calma, sus enigmas o fiereza.

Así las cosas, dentro de este libro estamos ante varias maravillas, por lo menos cien de ellas, cien rostros todos emblemáticos, cien vidas todas ciertas y ahora cercanas. Son todos los que están, es evidente que allí pertenecen estos personajes de la creación, pero no están todos los que son y hay que hablar de los que no están. Hay muchos más de gran calibre que se quedaron fuera del libro, pero no fuera del homenaje, se les reconoce aquí por igual, simplemente ésta es una muestra y era imposible abarcarlos a todos, aún conjuntando una gama tan extensa y masiva como para contener a cien personajes contemporáneos. Lo anterior son buenas noticias porque nos habla de una fuerza cultural en el estado de Chihuahua que es grande e inabarcable.

Ahora hablemos de los que sí están en el libro, al ser un esfuerzo tan ambicioso abarca a una multitud de disciplinas en la cultura: hay cineastas, bailarines, músicos, escritores, actores, fotógrafos, pintores, escultores, gente de teatro, poetas, promotores culturales y así se convierte en una muestra muy dinámica y altamente interesante. Son seres increíbles, créanme, me consta, cada uno nos muestra su poder particular, su heroísmo en la creación, su propia luz entretejida en su historia y su forma de ser y de expresarse, su más recóndita naturaleza deambula entre las palabras y a través de la suma de cada quien comprendemos la gran ola de talento y de movimiento cultural existente en Chihuahua.

Si uno no está en el medio, esta gran oleada de creación puede pasar desapercibida y aún para quienes estamos dentro, una vez que se aquilata la dimensión del ámbito cultural al tenerla enfrente y saber que es el producto de incontables décadas, verdaderamente sorprende.

El libro será mayor para aquéllos que además de hojear sus páginas y adentrarse en la hipnotizante magia fotográfica, se vuelvan sus lectores, esto sucederá quizá paulatinamente con la ayuda del llamado insistente de la curiosidad, empezarán a leer el texto correspondiente a un creador, luego a otro y después querrán revisitar la presentación y entender los antecedentes y el cómo fue dándose la creación de este libro. Se darán cuenta de la facilidad de lectura, de la conexión que se establece con el creador a través de conocerlo más, este vínculo con el lector hace entrañables a los creadores, porque simplemente en verdad lo son y por ello lo proyectan con facilidad.

Lo que Arturo ha hecho al crear un libro como éste, conjuntando una pléyade de creación en Chihuahua, captando fotográficamente sus esencias, dirigiendo todos los aspectos y simplemente con el hecho de haber imaginado que un libro así fuera posible, no tiene precio, es una joya de papel que ha sido confeccionada con el amor de su autor: Arturo, quien contó con la paciencia de los sabios que saben nutrir una idea hasta verla manifiesta, saben esperar los momentos precisos, preciosos, hoy es uno de tales días donde culmina un esfuerzo de años. Hoy nace este libro del maestro Arturo Rodríguez Torija, lo felicito enormemente y le entrego públicamente toda mi admiración. A ustedes les agradecemos su presencia ya que al estar aquí hoy se convierten en una especie de padrinos y testigos. Es un libro que como libro de creación contribuye a la misma. Todos estamos juntos en esto, éste es un mundo diseñado específicamente para la creación, de la cual nos demos cuenta o no, todos formamos parte. Este libro que Arturo nos deja como legado, incluye el testimonio de su propia genialidad fotográfica y de su entrega no sólo como fotógrafo, sino también como estratega en la promoción cultural, lo deja para quien busque inspiración, está ya aquí para el presente y queda también para el futuro, es en pocas palabras un libro icónico cuyo destino es que su estela navegue, desde hoy, varias generaciones.


No seré tan breve porque la ocasión lo amerita, pero si me siguen el tren de pensamiento con atención durante los próximos diez minutos entrarán a este libro conociendo sus jugosos detalles.

Para comenzar, lo que hay que decir es que el libro Cien Rostros Culturales de Chihuahua en primer lugar es un libro de arte, arte fotográfico con un valor estético indiscutible, el autor de las fotografías que son la carne de este libro es el fotógrafo Arturo Rodríguez Torija, quien ha logrado concretar éste, su libro, en forma magistral, él con su sola persona como institución, ha construido algo que no tiene precedentes, logrando conjuntar a su alrededor los apoyos de empresas e instituciones que lo hacen posible y ya que él por el momento, no es escritor, sino fotógrafo, ha conseguido también conjuntar el equipo de gente necesario para escribir los textos que acompañan a sus fotografías y que le confieren a este libro varias dimensiones que aquí vamos a ir desvelando. Arturo escribió únicamente los agradecimientos en su libro, lo aclaro porque incluso él me pidió que lo hiciera. Así como el director de una orquesta no toca los instrumentos pero dirige la música, de la misma forma Arturo no ha escrito los textos que componen su libro, pero ha dirigido el homenaje que este libro es hacia los creadores chihuahuenses y la armonía que contiene. Él ha sido muy escrupuloso en dar crédito a cada uno de los autores de los textos incluidos y en cada escrito al final viene el nombre de su autor. Arturo es naturalmente el autor y creador de su libro, porque le dio vida desde que era una pequeña idea en su cabeza hasta ahora que es una realidad tangible, cuidando y dirigiendo todos y cada uno de los aspectos de su creación con tal maestría y atención al detalle que aunque el libro acaba de salir, a este momento ya es un referente contemporáneo muy importante, su valor se acrecentará con el paso del tiempo para volverse un referente histórico. Es un libro que por sus características necesariamente hará historia. El propio cometido de Arturo, su odisea por así decirlo, comienza hace ocho años y medio e involucra además de tener la idea, alimentarla, dirigirla y ejecutarla, consiste en escoger y fotografiar a cien personajes del arte, la literatura y varios aspectos de la creación contemporánea en el Estado de Chihuahua, que de aquí en adelante a estos personajes los llamaré “los creadores” presentando una muestra que incluye a varias generaciones en diversas disciplinas. Un dato digno de mencionarse es que entre los rostros fotografiados hay un rango de sesenta años entre el nacimiento de los más jóvenes y el de los mayores. Así pues están representados desde treintañeros hasta maestros en sus noventas. Las fotografías de los personajes fotografiados por Arturo nos dicen cosas que de otra manera no sabríamos, sus miradas y movimientos son altamente singulares y se volverán inusitados para los espectadores, o sea aquéllos que hojeen sus páginas.

Foto: Oracio Chávez

Pero el libro tiene otra dimensión muy importante también: para poner en contexto a los personajes retratados, Arturo convocó a un equipo de escritoras, entre las que me encuentro, para realizar entrevistas y con la información obtenida escribir una serie de textos que pudieran responder a la pregunta de quiénes eran los personajes culturales que Arturo había retratado, estos textos en su mayoría se escribieron en primera persona para que el lector sintiera que estaba hablando directamente con el creador, invisibilizando así, parcialmente, el trabajo de escritura que implica el texto.

Foto: Oracio Chávez

Pero no se confundan el trabajo de las escritoras involucradas no es una mera transcripción de sus entrevistas, así lo parece y en eso estriba su mérito, hubo varios pasos a seguir: empieza con un proceso de captura de información a través de breves preguntas realizadas al creador que nos dijeran sólo una cosa, nada menos y nada más que quiénes son, sacarlo de sus bocas no es tan difícil, pero configurar un texto que pudiera extraer su esencia no es tan sencillo. Involucra hacerlo respetando en la medida de lo posible el propio lenguaje de las personas entrevistadas para transparentar su personalidad, pero al mismo tiempo teniéndolo que compactar despiadadamente, realizando una curaduría rigurosa de lo que se iba a incluir y así creando una estructura para albergar lo que sí quedaría, ordenándolo y realizando la escritura que conjunta lo anterior en un todo que parece una sola pieza y no varias ensambladas. Asimismo, se buscaba que la narración se sintiera natural, fluida y que sumada a las demás le diera una unidad de estilo a lo escrito en el libro, en la medida de lo posible, ante una cantidad tan grande y variada de creadores. Quizá lo más difícil sea dejar mucha información fuera porque para cada creador estaba designada sólo una página, es tan poco una página para vidas tan grandes, tan llenas de logros, retos y trayectoria. Pero con esa página fue posible dibujar sus esencias con palabras, retratarlos con letras y seguir su trayecto para poder vislumbrarlos navegando en una pequeña parte sus vidas increíbles.

Así pues con la adición de esta escritura de las escritoras del staff (Carmen Amato, Keila Ramos y yo Lilly Blake) y el bono adicional de otros escritores y personas invitadas que aportaron la escritura de uno u otro de los creadores que no se alcanzaron a entrevistar, porque murieron antes de que el libro llegara a la fase de las entrevistas, es decir este último año, ya cuando se había obtenido el apoyo que permitió su creación.

Así pues con todas estas colaboraciones, el libro cobra un valor añadido que le otorgan además de su valor estético y artístico, un valor documental, testimonial y por momentos literario, que en conjunto con lo principal que es el arte fotográfico de Arturo y su visión al integrar no sólo este equipo de escritores, sino todo lo demás, Arturo logra por medio de su libro inmortalizar una época de la cultura en el estado de Chihuahua.

Lo que les acabo de contar naturalmente me convierte en una especie de juez y parte, más aún porque yo misma soy uno de los personajes incluidos en mi calidad de poeta, pero también me otorga la autoridad moral para atestiguar el libro desde adentro, no escribí los cien textos de los que se compone el libro, pero sí más de setenta de ellos, por lo que puedo decir que sé lo que contiene y siento una inmensa satisfacción de logro personal, casi culposa, al verlo concluido. Ahora, ustedes tienen en mí a un ojo interior que les está abriendo una por una las puertas de sus páginas para que las hagan suyas. Dicho lo anterior, habitemos la magia de las fotografías de Arturo.

Sostenidos por los hilos de la luz, los personajes retratados parecen flotar en una especie de hipnotizante vacuidad, vacío cuidadosamente construido para albergar una hueste de armónicas y aparentemente infinitas escalas de grises que nos llevan hasta las orillas del no color, es decir las fibras del mismísimo blanco con su espléndida luminosidad y del color negro con su misteriosa elegancia, ambos vaciándose en el abismo espectral de sí mismos, combinándose, multiplicándose para concretar un deleite en los ojos y para formar la composición de los retratos en los que confluyen estas líneas de claros y obscuros, como abanicos de lo etéreo que se movieran para darnos las directrices que habrán de guiar a nuestros ojos y conforman el imaginario ahora concreto, que envuelve a cada personaje de la cultura retratado aquí: su físico manifiesto enfrente de la cámara, su personalidad rampante captada en un sólo instante enarbolado por una mirada como bandera del tiempo. En la fotografía, como en la vida, el siguiente segundo pudo cambiarlo todo, pero ese otro tiempo no quedó grabado, registrado como el instante que sí podemos ver, ése que se ha vuelto página, donde sucede lo increíble: alguien proyecta algo, una emoción, una mirada, un movimiento y alguien más, el fotógrafo, Arturo Rodríguez Torija lo captura con conocimiento en su haber e instinto fugaz de cazador, al apretar un botón que al disparar simplemente tiene la capacidad de congelar el tiempo. Sí, lo detiene, pero sus intenciones son mayores, lo hace para inmortalizar, para homenajear, para permitirnos a los espectadores imaginar lo que una vida volcada hacia la cultura significa, es una reflexión que nos incumbe a todos y podría convertirse en inspiración para otras vidas que empiezan y al toparse con este libro pudieran frotar la lámpara del genio del deseo y así seguir los pasos de quienes ya recorrieron parte del camino hechizante de la creación cultural y lo muestran con fisicalidad en movimiento, con sus cuerpos, sus expresiones, su calma, sus enigmas o fiereza.

Así las cosas, dentro de este libro estamos ante varias maravillas, por lo menos cien de ellas, cien rostros todos emblemáticos, cien vidas todas ciertas y ahora cercanas. Son todos los que están, es evidente que allí pertenecen estos personajes de la creación, pero no están todos los que son y hay que hablar de los que no están. Hay muchos más de gran calibre que se quedaron fuera del libro, pero no fuera del homenaje, se les reconoce aquí por igual, simplemente ésta es una muestra y era imposible abarcarlos a todos, aún conjuntando una gama tan extensa y masiva como para contener a cien personajes contemporáneos. Lo anterior son buenas noticias porque nos habla de una fuerza cultural en el estado de Chihuahua que es grande e inabarcable.

Ahora hablemos de los que sí están en el libro, al ser un esfuerzo tan ambicioso abarca a una multitud de disciplinas en la cultura: hay cineastas, bailarines, músicos, escritores, actores, fotógrafos, pintores, escultores, gente de teatro, poetas, promotores culturales y así se convierte en una muestra muy dinámica y altamente interesante. Son seres increíbles, créanme, me consta, cada uno nos muestra su poder particular, su heroísmo en la creación, su propia luz entretejida en su historia y su forma de ser y de expresarse, su más recóndita naturaleza deambula entre las palabras y a través de la suma de cada quien comprendemos la gran ola de talento y de movimiento cultural existente en Chihuahua.

Si uno no está en el medio, esta gran oleada de creación puede pasar desapercibida y aún para quienes estamos dentro, una vez que se aquilata la dimensión del ámbito cultural al tenerla enfrente y saber que es el producto de incontables décadas, verdaderamente sorprende.

El libro será mayor para aquéllos que además de hojear sus páginas y adentrarse en la hipnotizante magia fotográfica, se vuelvan sus lectores, esto sucederá quizá paulatinamente con la ayuda del llamado insistente de la curiosidad, empezarán a leer el texto correspondiente a un creador, luego a otro y después querrán revisitar la presentación y entender los antecedentes y el cómo fue dándose la creación de este libro. Se darán cuenta de la facilidad de lectura, de la conexión que se establece con el creador a través de conocerlo más, este vínculo con el lector hace entrañables a los creadores, porque simplemente en verdad lo son y por ello lo proyectan con facilidad.

Lo que Arturo ha hecho al crear un libro como éste, conjuntando una pléyade de creación en Chihuahua, captando fotográficamente sus esencias, dirigiendo todos los aspectos y simplemente con el hecho de haber imaginado que un libro así fuera posible, no tiene precio, es una joya de papel que ha sido confeccionada con el amor de su autor: Arturo, quien contó con la paciencia de los sabios que saben nutrir una idea hasta verla manifiesta, saben esperar los momentos precisos, preciosos, hoy es uno de tales días donde culmina un esfuerzo de años. Hoy nace este libro del maestro Arturo Rodríguez Torija, lo felicito enormemente y le entrego públicamente toda mi admiración. A ustedes les agradecemos su presencia ya que al estar aquí hoy se convierten en una especie de padrinos y testigos. Es un libro que como libro de creación contribuye a la misma. Todos estamos juntos en esto, éste es un mundo diseñado específicamente para la creación, de la cual nos demos cuenta o no, todos formamos parte. Este libro que Arturo nos deja como legado, incluye el testimonio de su propia genialidad fotográfica y de su entrega no sólo como fotógrafo, sino también como estratega en la promoción cultural, lo deja para quien busque inspiración, está ya aquí para el presente y queda también para el futuro, es en pocas palabras un libro icónico cuyo destino es que su estela navegue, desde hoy, varias generaciones.


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