El 9 de octubre del 2019, el poeta Enrique Servín fue encontrado sin vida en su casa del centro de la ciudad de Chihuahua. Había sido asesinado de un golpe en la cabeza, aparentemente para robarle algunas de sus pertenencias como su computadora portátil, su celular y su vehículo. Desde entonces, tanto la familia Servín Herrera, como la sociedad chihuahuense continúan a la espera de justicia.
Enrique Servín vivía en la Calle Segunda, donde rentaba una casa que había convertido en su hogar y su biblioteca personal con más de 8 mil ejemplares que cubrían las paredes, y entre los cuales figuraba una colección de biblias en decenas de idiomas. Era un hombre dedicado enteramente a la cultura por lo que no poseía otro lujo que sus libros y su computadora como una herramienta de trabajo.
La pequeña casa de adobe, conocida como el jonuco, amaneció el 9 de octubre con la puerta abierta y así permaneció a lo largo del día, por lo que llamó la atención de vecinos quienes alertaron a la familia. Y fue una de las hermanas de Enrique, Gabriela Servín, quien descubrió el cuerpo del escritor.
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“El 9 de octubre marcó mi vida, esa gris y sórdida tarde me dejó sin habla, sin lágrimas, sin pensamientos, me sentí cubierta de hielo o de hiel. Cuando entré al Jonuco y descubrí entre penumbras el cuerpo sin movimiento, pero bien acomodado de Enrique, como si estuviera descansando, pensé que tenía una crisis de cetoacidosis, por su diabetes. Tardé muchas horas en poder llorar, muchos meses en olvidar la escena; y gracias a Dios, a la vida o la memoria, ni un día dejo de pensar en él”, expresó Gabriela Servín en una entrevista para este medio.
Antes de que el cuerpo fuera retirado por los peritos investigadores, en la esquina de la Calle Segunda y Coronado ya se había reunido un centenar de personas, casi todos amigos y admiradores del poeta, quienes lo lloraron y colocaron veladoras en el lugar.
Así mismo, al día siguiente del asesinato, escritores como Armando Alanís, Edmundo Lizardi, Martín Solares, Ricardo Vigueras y muchos otros, lamentaron el hecho y dieron a conocer su indignación. Así mismo lo expresaron el consulado estadounidense y la gobernadora de Chihuahua, Maru Campos.
La pérdida del conocido poeta impactó en la vida de muchas personas, como lo explica Gabriela Servín: “Su asesinato nos enterró una daga en el corazón a mi madre, a mis hermanas y hermanos, a Tere, Kenia, Iram, a los rarámuri, a los poetas, a los compañeros de trabajo, a cientos de amigos en Chihuahua, del país y del extranjero; quienes tuvimos la fortuna de ser acariciados con la vida de Enrique Alberto Servín Herrera.”
Se trató de una noticia que tuvo eco más allá de nuestras fronteras. Y es que Enrique Servín fue un personaje central para la cultura chihuahuense y una figura de alcance internacional, poeta, promotor de las artes y la literatura, políglota que dominaba una veintena de idiomas, así como un férreo defensor de los idiomas y los pueblos indígenas.
Cuatro años sin justicia
A pesar de la atención que atrajo el caso, el homicidio de Enrique Servín permanece sin resolverse, sumándose a los 2 mil 935 homicidios que se cometieron durante el 2019, año en que el Estado de Chihuahua ocupó el tercer lugar nacional en estas lamentables estadísticas.
En palabras de Gabriela Servín: “El primer año, 2020, decidimos los amigos más cercanos, Pilar mi hermana y yo, juntarnos afuera del Jonuco a manera de reclamo porque no se había resuelto el caso por parte de la Fiscalía General del Estado; sólo, respuestas vagas”.
Desde entonces, cada 9 de octubre se realizan diferentes actos para mantener viva la memoria, así como exigir justicia ante el doloroso asesinato. Pero también para promover a Enrique Servín como uno de los pilares de nuestra cultura. Tal y como lo expresa el poeta Hugo Servando Sánchez:
"En el cuarto año de su aniversario luctuoso, es importante recordar que Enrique Servín Herrera es un escritor aún no descubierto por los chihuahuenses. La mayoría de sus libros son inéditos por lo que poner en valor su obra y darla a conocer es un reto vigente para familiares y amigos, así como para las autoridades culturales de nuestro estado. Para un escritor póstumo, el tiempo no existe, la obra habrá de recorrer las generaciones necesarias para darse a conocer. No obstante, será una pérdida para la ciudadanía actual el no tener acceso a uno de los autores más dotados de Chihuahua.
Además de su trabajo como poeta, Enrique Servín fue un activista social, en diferentes áreas como la defensa del medio ambiente, de los derechos de los pueblos indígenas y los derechos civiles, siendo un pionero en la lucha por el derecho al matrimonio entre parejas del mismo sexo. Por ello, se considera que su homicidio pudo estar relacionado con esas facetas en la vida del escritor y tratarse de un crimen de odio, como lo señala Hugo Servando Sánchez: “Por otra parte, el asesinato, aún sin castigo, es un recordatorio de la impunidad que impera y de la falta de leyes que reconozcan los crímenes de odio, para que se implemente un protocolo especial en su investigación”.
La vitalidad de su legado
Se puede decir que Enrique Servín sigue vivo en las personas que han continuado su labor a favor de la cultura y los Derechos Humanos. Tal es el caso del poeta y músico rarámuri, Martín Makawi, quien recuerda al escritor como un maestro y un ejemplo en la promoción y defensa de las culturas indígenas.
Según cuenta Makawi, conoció a Servín en 1998 cuando trabajaba en proyectos literarios con la poeta rarámuri Dolores Batista. A partir de entonces, Makawi se interesó por escribir poesía en su lengua materna, convirtiéndose, con el paso de los años, en uno de los escritores más importantes de Chihuahua.
Así mismo, fue gracias a “la palabra” de Enrique Servín que Makawi incursionó en la labor de revalorización de la cultura y la lengua rarámuri. De manera que en la actualidad, con la colaboración de su hija Irma Chávez, promueve la educación en rarámuri en distintas escuelas tanto de comunidades serranas como de los asentamientos indígenas de la ciudad de Chihuahua.
A grandes rasgos, se puede decir que Enrique Servín jugó un importante papel en el desarrollo de varias instituciones chihuahuenses como la misma Secretaría de Cultura, dentro de la cual fundó el Programa Institucional de Atención a las Lenguas y las Literaturas Indígenas (Pialli), así como participó activamente en la creación del Festival Internacional Chihuahua y el Omáwari, Encuentro de Naciones Hermanas.
Escribió libros y artículos, sobre sus áreas principales de interés, que eran la literatura y las lenguas indígenas. Por lo que fue invitado a participar en eventos culturales en todo México, en Estados Unidos y Canadá, así como Suecia, Noruega, Grecia, China y la India. Un alcance internacional que pocos creadores e intelectuales mexicanos han alcanzado.
Entre otros reconocimientos recibió el Premio “L. Gaboriau” otorgado por el Banff International Translation Centre de Canadá (2014) el Premio Internacional de Mito, Cuento y Leyenda “Andrés Henestrosa” (2015).
Es difícil sintetizar y dimensionar la importancia que Enrique Servín tuvo y tiene en los diversos ámbitos en los que incursionó a lo largo de su vida. Pero si se puede decir, que tuvo un enorme impacto positivo en nuestra sociedad. Por lo que su fallecimiento es un daño irreparable para Chihuahua y para México, así como una deuda pendiente de la justicia.