La muerte es universal, sin embargo, los significados y creencias sobre ella varían en cada cultura del mundo. No es lo mismo la muerte para los rarámuri (pueblo originario del estado de chihuahua conocido por su capacidad para correr largas distancias y su original cultura) que para los mexicanos mestizos o chabochi (palabra que usan los rarámuri para llamar a los no-indígenas). Y los significados que los rarámuri le dan a este proceso se manifiestan en forma de costumbres y rituales funerarios diferentes.
¿Por qué se muere?
Según una investigación, publicada en 2014, en el libro Chihuahua Hoy, la causa que los rarámuri le atribuyen a la muerte es la voluntad de Dios, a quien llaman Onorúame. Citando al famoso explorador Carl Lumholtz: “la muerte se relaciona con una voluntad, más o menos expresa, del Onorúame, concebida como castigo o sólo como llamada”.
Esta llamada o castigo suele ocurrir cuando las almas o fuerzas (arewá) de una persona se encuentran debilitadas, alteradas o se han perdido. Y como las almas ayudarán a los muertos a llegar a su destino en el más allá, los rarámuri consideran importantes los rituales y cuidados que siguen al fallecimiento.
¿No se llora?
De acuerdo a los investigadores Salvador Sánchez y Efraín Rangel, aunque se acepta que es una ocasión dolorosa y de pena. Durante el entierro rarámuri no se realizan grandes muestras de dolor. “No se llora”, aunque esto sólo es el ideal, ya que en la práctica sí ocurre que alguien pierda la compostura y se suelte llorando por sus deudos.
La razón por la que se evita el llanto y otras muestras intensas de duelo es que no se quiere perturbar al difunto ni interrumpir su camino, para permitirle marcharse y que no se quede en este mundo, ya que se considera que los muertos que no se van causan desgracias y enfermedades.
Así que el llanto y las demostraciones de tristeza se guardan para fiestas posteriores.
El viaje hacia lo alto
Cuando un rarámuri muere se considera que ha de emprender un viaje. Para tal ocasión, en su sepulcro se colocan sus sandalias, ropa, tesgüino y pinole para el camino, además de todas sus posesiones personales posibles.
Especialmente, la comida, bebida y las sandalias le servirán para su viaje. Además de esto, su cuerpo se orienta para que no pierda el camino, su cabeza es dirigida hacia el este; sus pies, al oeste, donde se mete el sol. Así el difunto puede iniciar su camino en la dirección correcta, el camino del sol, a quien se identifica como Onorúame.
Para garantizar que el difunto se marchara, antiguamente, era común destruir todas las pertenencias que lo podían atar a este mundo, incluyendo su casa. O bien, si no se destruía su casa, se le podía cambiar la entrada de lugar para que el fallecido no encontrara la manera de entrar.
Por su parte, las tumbas, por lo general, son sencillos cúmulos de piedras, sobre los que se coloca una cruz. Y en tiempos antiguos el entierro se realizaba en las cuevas.
Después del entierro, se realiza una ceremonia de purificación en la que todas las cosas y herramientas que se usaron son pasadas por el humo de táscate. También se considera que el difunto asciende al cielo a través del humo.
Como se considera que las mujeres tienen cuatro almas, tras su fallecimiento se les realizan cuatro fiestas. Mientras que para los hombres se realizan tres, porque sólo tienen tres almas. En estas fiestas se realizan ofrendas de comida y tesgüino y se comparten con los asistentes.
De acuerdo al artículo de Salvador Sánchez y Efraín Rangel, durante estas ceremonias se dirigen palabras para el difundo. El especialista en el ritual denominado owirúame, le canta al muerto y le pide que no moleste a sus familiares y lo exhorta a marcharse en paz.. Mientras, los familiares pueden decir palabras sentidas y llorar con mayor libertad, diciendo expresiones como: “aquí estamos todavía nosotros, aquí están tus hijos, aquí está tu esposo”, “estamos muy tranquilos. Ten fuerza, a ti ya te necesitaron [en el más allá], vete para arriba”.
Por su parte, otras fuentes sostienen que las carreras rarámuri también tienen la función de encaminar a los muertos hacia el cielo. Por lo que también se realizan durante estas fiestas de despedida, en las que los más ancianos de la comunidad, realizan un baile "tutuburi"