/ miércoles 21 de junio de 2023

A un año del asesinato de los sacerdotes jesuitas en Cerocahui, así los recuerdan

En honor al aniversario luctuoso de las víctimas se realizaron rituales indígenas, se oficiaron misas y las campanas de las iglesias repicaron con solemnidad

URIQUE.- En un emotivo acto que involucró rituales indígenas, misas y el repique de campanas en iglesias y templos católicos en diferentes partes del estado, se conmemoró el primer aniversario luctuoso de los sacerdotes jesuitas Joaquín Mora Salazar y Javier Campos Morales, así como de todas las víctimas de la violencia en México.

El ritual de purificación en las tumbas, realizado en el atrio del Templo de San Francisco Javier en Cerocahui, marcó el inicio de la conmemoración. Las campanas de la iglesia resonaron en un llamado a la reflexión y a la paz, este gesto fue seguido por el repique de campanas en capillas y parroquias en todo el estado, abarcando localidades como Cuauhtémoc, Juárez, Chihuahua, Parral y Delicias, creando un ambiente de solidaridad en memoria de los sacerdotes fallecidos en Urique.

También te puede interesar: "Hasta restablecer la Paz": Lluvia bendice cruz en honor a víctimas en Cerocahui

Las campanas resonaron en un llamado a la reflexión y a la paz en diferentes iglesias del estado / Foto: Manolo Aguirre | El Heraldo de Chihuahua

Desde Cerocahui, el obispo de la Tarahumara, Juan Manuel González Sandoval, presidió la eucaristía junto con monseñor Jesús Omar Alemán Chávez, obispo de la Diócesis Cuauhtémoc-Madera. Numerosos sacerdotes de municipios de la zona occidental del estado, así como cientos de fieles y representantes de organizaciones no gubernamentales nacionales e internacionales se unieron a la conmemoración.

Durante su sermón, el obispo de la Tarahumara destacó los sentimientos encontrados que surgieron tras la muerte de los sacerdotes. Se enfatizó la humanidad y el cariño que los caracterizaba, así como el dolor ante su trágica partida. El obispo de la Diócesis Cuauhtémoc-Madera instó a la unidad de los pueblos para evitar más daños a comunidades vulnerables y reconstruir el tejido social, enfatizando que no debe haber más víctimas de la inseguridad.

Desde Cerocahui, el obispo de la Tarahumara, Juan Manuel González Sandoval, presidió la eucaristía / Foto: Manolo Aguirre | El Heraldo de Chihuahua

El socio provincial de México de la Compañía de Jesús, José Francisco Méndez, dirigió un mensaje transmitido a nivel nacional a través de una transmisión especial. En su intervención, resaltó la necesidad de construir puentes de diálogo para recuperar la paz que el país tanto necesita.

“Para el pueblo de México ha sido un momento de esperanza porque dicen, la sangre de estos hermanos nuestros, Joaquín y Javier no ha sido en vano, ha abierto las puertas de esperanza que tanto necesita nuestro país, pero vivimos en una época de mucha polarización y eso no ayuda para construir paz, para construir justicia, necesitamos abrirnos al diálogo”, señaló Méndez.

En Chihuahua, en punto de las 15:00 horas empezaron a sonar las campanas de templos en la ciudad: Catedral, Sagrado Corazón de Jesús y San Francisco en el primer cuadro de la ciudad, así como en Santa Teresita, de la colonia Dale. El acto se replicó en Ciudad Juárez, Delicias, Parral y Cuauhtémoc.

Las campanas repicaron a la vez que los ciudadanos se unieron en oración para que la paz se instaure en las personas, que el sentido de la unión se haga presente y que las familias de las víctimas de la violencia encuentren consuelo.

Danzan 12 horas por Gallo y Morita

Como parte de los rituales que el pueblo Ralámuli realiza para conmemorar el primer aniversario luctuoso de los sacerdotes Jesuitas, Joaquín Mora y Javier Campos, durante la velación en el Templo de San Francisco Javier, decenas de personas de pueblos originarios de diversas comunidades serranas ofrecieron el ritual de su cultura conocido como Nutema, ceremonia-ofrenda que tiene el propósito que las almas no queden sueltas y sin la atención que merecen.

Para ello, durante más de 12 horas, hombres y mujeres de diferentes edades danzaron en varios puntos del templo, comenzando en el interior tras la conclusión del rosario, destacando que para el pueblo rarámuri, este tipo de rituales se desarrollan con prácticas de alegría como la danza y la música.

Decenas de personas de pueblos originarios de diversas comunidades serranas ofrecieron el ritual de su cultura conocido como “Nutema” / Foto: Manolo Aguirre | El Heraldo de Chihuahua

En la cultura Tarahumara, el Nutema refiere que en la existencia de cada ser hay ciclos que deben ser cumplidos, como la vida y la muerte, por ello cuando una persona se adelante en su camino es el inicio para que quienes permanecen con vida las acompañen para terminar el ciclo.

En la explicación que dan los participantes del Nutema en la comunidad de Cerocahui, señalan que, en su tradición, las mujeres cuentan con cuatro almas, mientras que los hombres tienen tres, por lo que al adelantarse en el camino sus familiares deben apoyarla para subir sus almas, con cuatro eventos que son una ceremonia-ofrenda llamados Nutema.

En esta ocasión se contó con la participación de cientos de habitantes de comunidades del municipio de Urique, quienes se turnaron para realizar los rituales de manera periódica en distintos puntos del Templo, iniciando poco después de las 8 de la noche del lunes 19 y concluyeron antes de la misa programada el martes 20 a las 3 de la tarde. Cada una de las comunidades representadas en el Nutema, efectuaron tres eventos que constan de ofrenda, danza, canto y la presencia de familiares y gente cercana, quienes acompañan cada una de las almas de difuntos y las ayudan a subir. El primer Nutema se da al momento del deceso y las otras cada año.

Los rituales realizados contaron con la participación de cientos de habitantes de comunidades del municipio de Urique / Foto: Manolo Aguirre | El Heraldo de Chihuahua

Gallo y su amor por la Sierra

Al estar presente en los eventos para conmemorar el primer año luctuoso de los sacerdotes Jesuitas asesinados el 20 de junio del año 2020 en la comunidad de Cerocahui, Municipio de Urique, familiares y personas allegadas a los religiosos compartieron parte de la biografía de tan queridos personajes de la Sierra chihuahuense, coincidiendo en los relatos el amor que ambos tuvieron por la gente de la Sierra en donde pasaron gran parte de su vida.

Entre las aportaciones destaca el testimonio de Doña Guadalupe Campos Morales, hermana del párroco Javier Campos Morales, quien compartió parte de la historia del querido padre Gallo como le decían sus feligreses ante la imitación que hacía del ave de granja.

Doña Guadalupe Campos Morales, hermana del párroco Javier Campos Morales / Foto: Manolo Aguirre | El Heraldo de Chihuahua

Doña Lupita como le dicen de cariño, habla de cómo a corta edad, Javier Campos mostró un gran amor al prójimo, lo que lo llevó a ingresar a la Compañía de Jesús en donde permaneció más de 10 años hasta ordenarse sacerdote.

Dio a conocer que Javier Campos fue el sexto de ocho hijos, de los cuales uno de ellos murió desde muy pequeño, lo que con el tiempo sucedió con cinco más, incluido el padre Gallo quedando solamente dos miembros de la familia Campos Morales.

El sacerdote Jesuita nació en la ciudad de México el 13 de febrero de 1943, sin embargo, pasó su infancia en la ciudad de Monterrey, en el estado de Nuevo León, en donde mostró una actitud de amor a sus semejantes que lo impulsaron a integrarse a la vida religiosa.

Tras 13 años de ingresar a la Compañía de Jesús, Javier Campos, se ordenó sacerdote en el estado de Jalisco, dando sus primeros servicios en la ciudad de Guadalajara.

Al año de terminar el primer proceso como cura, se mudó a la Sierra Tarahumara, recorriendo la mayoría de los municipios de la zona occidente y sur del estado de Chihuahua, en donde permaneció por 50 años, de los cuales los últimos se desempeñó como párroco en Guachochi, Chinatú y Cerocahui, donde fungió como superior de la Misión Jesuita, Vicario de Pastoral Indígena de la Diócesis de Tarahumara y Asesor Regional de Comunidades Eclesiales de Base (CEB).

Al compartir parte de la biografía de su hermano, Doña Lupita enfatizó que el padre Gallo se enamoró de la cultura rarámuri a grado tal de desarrollar a la perfección el dialecto de pueblos originarios, lo que le permitió adentrarse a las necesidades de lo que consideró una cultura rica en todos sus aspectos.

En lo que respecta a al sacerdote Jesuita, Joaquín César Mora Salazar El Morita, quienes lo conocieron señalaron que llevaba menos tiempo en la localidad que su compañero Javier Campos, de quien era mayor un año seis meses, y un año en lo referente a la integración a la Compañía de Jesús.

A diferencia del padre Gallo, Joaquín Mora si nació en la ciudad de Monterrey, Nuevo León, el 28 de agosto de 1941, ingresó a la Compañía de Jesús el 30 de julio de 1958, un año antes que El Gallo, y fue ordenado sacerdote el 1 de mayo de 1971 en su ciudad natal.

Desde 2007 se desempeñó como Vicario Cooperador en Cerocahui, sin embargo, previamente llevó a cabo su Tercera Probación también en la Sierra y fungió como Vicario Parroquial en Chínipas, destacando que dio 23 años de su vida sacerdotal a los pobladores de la Sierra Tarahumara.

Caravana por la paz en honor a las víctimas que perdieron la vida en los hechos ocurridos en Cerocahui / Foto: Manolo Aguirre | El Heraldo de Chihuahua


Procesión en silencio

“Pedro, Javier, Joaquín, junto con miles de violentados a través del país han vivido pruebas de sufrimiento, pero no han sido en vano han producido tesoros de generosidad”, aseguró el sacerdote jesuita, José Luis Serra, párroco del Sagrado Corazón de Jesús, durante la homilía en la celebración eucarística en memoria de los mártires de Cerocahui.

Al cumplir 365 días del derramamiento de sangre de los sacerdotes jesuitas Javier Campos Morales y Joaquín Mora Salazar, ahora nombrados los mártires de Cerocahui, la comunidad honró su memoria, así como la de Pedro Palma y Paúl Berrelleza quienes también fallecieron a manos del Chueco.

El templo del Sagrado Corazón de Jesús reunió a familiares, amigos y conocidos de las víctimas / Foto: Alberto Hierro | El Heraldo de Chihuahua

El templo del Sagrado Corazón de Jesús reunió a familiares, amigos y conocidos de las víctimas, que un 20 de junio vieron su vida segada por la ira del líder criminal. En el altar se colocaron las fotografías de los sacerdotes junto con la leyenda “amar y servir”, dos acciones que realizaron a lo largo de su caminar al lado de los indígenas en la Sierra Tarahumara y hasta su muerte. Al frente la foto de Pedro y varias ofrendas indígenas, rematado con veladoras.

En la misa celebrada y presidida por Javier Ávila Aguirre recordó que hace un año en el mismo templo se reunieron para honrar la vida y hoy dan gracias por la vida de Javier, Joaquín, Pedro y Paúl. “Por la vida seguimos manteniéndonos firmes”.

El padre Pato Ávila agradeció el acompañamiento que le han brindado a los jesuitas, no solo en Chihuahua, sino en todo el país.

En el evangelio se reflexionó sobre amar a los enemigos, hacer el bien a los que los odian y rogar por los que les persiguen y calumnian.

El padre José Luis Serra resaltó que Javier y Joaquín amaron siempre, por lo que su muerte ha dado frutos.

Entre los frutos de este crimen están los Conversatorios por la paz y los foros de justicia y seguridad que tienen como objetivo avanzar en espacios que hagan posible la paz y la justicia en el país.

“La sangre de ellos y de miles de víctimas da fruto, está en nosotros recogerla y estar conscientes de lo que sucede en el país”.

Lamentó que a un año de estos homicidios muchas cosas no cambian, sino que se han agravado, como es la violencia y el control de los territorios por parte del crimen organizado. Además de que no existe la coordinación entre las fuerzas de seguridad. “Muchos grupos seguimos insistiendo en que dejen de lado las ideologías y trabajen para una vida mejor para todos”.

A su vez señaló que la muerte de José Noriel Portillo no es un logro, sino que propicia que se baje la guardia y se deje al desvalido, al grado que han aumentado las comunidades desplazadas por la violencia y que ahora son avasallados por una cultura ajena a ellos.

Cruz frente a Palacio

Tras la misa, la comunidad chihuahuense realizó una procesión silenciosa en memoria de las víctimas de la violencia y colocaron una cruz frente a Palacio de Gobierno como símbolo de la barbarie que se vive en cada rincón de la Sierra Tarahumara.

A pesar del olvido, amenazas, muertes y desprecio nos fortalecemos cada día más, no podemos permitir que la verdad se oculte y la memoria se distorsione. Ante la incapacidad y complicidad de algunas autoridades seguiremos exigiendo que la justicia camine al lado de las víctimas”, señaló Javier Ávila.

"Seguiremos exigiendo que la justicia camine al lado de las víctimas”, señaló el padre Javier Ávila / Foto: Alberto Hierro | El Heraldo de Chihuahua

Advirtió que no se rendirán en la exigencia de justicia, porque la inseguridad sigue muy viva y la muerte muy presente, dejando huecos en familias y corazones.

Señaló que ayer fue Cerocahui, Guachochi, Guadalupe y Calvo y Baborigame, pero en cualquier rincón del estado, el dolor y la muerte se siguen paseando por la sierra. “Necesitamos ampliar los reflectores y no dejarlo solo en Cerocahui, porque muchas muertes nos siguen gritando. La impunidad es un animal que se traga todo y sabemos quienes son los domadores de ese animal”, aseveró.

Lamentó que se multipliquen los diálogos con las autoridades, porque son como la oración, ayudan pero no bastan, como no bastan los abrazos, las buenas disposiciones y las múltiples ofertas.

SSPE y Jesuitas

El secretario de Seguridad Pública estatal, Gilberto Loya Chávez, sostuvo una reunión con sacerdotes jesuitas en Cerocahui, municipio de Urique. Durante el encuentro, Loya destacó que la comunidad ha mostrado una percepción positiva hacia la evolución y los cambios generados por la presencia policial en la región.

Loya afirmó: "Más allá de los números que pudiéramos mencionar, como la reducción de incidentes delictivos, detenciones, incautación de armas y vehículos robados, así como la desarticulación de la organización del Chueco, considero que el indicador más importante de la recuperación de la seguridad en la zona es ver a la gente en las calles en todo momento".

El secretario de Seguridad Pública Estatal, Gilberto Loya Chávez, sostuvo una reunión con sacerdotes jesuitas en Cerocahui / Foto: Cortesía SSPE

Estas declaraciones se dieron en el marco del aniversario de la muerte de los sacerdotes jesuitas Javier Campos y Joaquín Mora, en un trágico hecho violento.

En la reunión estuvieron presentes los ministros Javier "Pato" Ávila Aguirre, Jorge Atilano González y Enrique Mireles, con quienes la Secretaría de Seguridad Pública del Estado ha mantenido una cercanía periódica cada uno o dos meses para abordar temas de seguridad y, sobre todo, prevención del delito.

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"Existe una recomendación por parte de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en la que se establecen medidas cautelares, pero más allá de eso, que no es directamente mi competencia aunque hemos contribuido, he comenzado a trabajar en un plan que restablezca las condiciones de seguridad en la sierra desde una perspectiva de prevención".

"No todo se reduce a un tema de policías y delincuentes, creo que debemos trabajar con la comunidad, construir comunidad, recuperar espacios públicos, brindar opciones y oportunidades para los jóvenes en la zona, y lo más importante, gradualmente recobrar la tranquilidad en los pueblos", agregó.

Con información de: Venessa Rivas y Ricardo Holguín

URIQUE.- En un emotivo acto que involucró rituales indígenas, misas y el repique de campanas en iglesias y templos católicos en diferentes partes del estado, se conmemoró el primer aniversario luctuoso de los sacerdotes jesuitas Joaquín Mora Salazar y Javier Campos Morales, así como de todas las víctimas de la violencia en México.

El ritual de purificación en las tumbas, realizado en el atrio del Templo de San Francisco Javier en Cerocahui, marcó el inicio de la conmemoración. Las campanas de la iglesia resonaron en un llamado a la reflexión y a la paz, este gesto fue seguido por el repique de campanas en capillas y parroquias en todo el estado, abarcando localidades como Cuauhtémoc, Juárez, Chihuahua, Parral y Delicias, creando un ambiente de solidaridad en memoria de los sacerdotes fallecidos en Urique.

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Las campanas resonaron en un llamado a la reflexión y a la paz en diferentes iglesias del estado / Foto: Manolo Aguirre | El Heraldo de Chihuahua

Desde Cerocahui, el obispo de la Tarahumara, Juan Manuel González Sandoval, presidió la eucaristía junto con monseñor Jesús Omar Alemán Chávez, obispo de la Diócesis Cuauhtémoc-Madera. Numerosos sacerdotes de municipios de la zona occidental del estado, así como cientos de fieles y representantes de organizaciones no gubernamentales nacionales e internacionales se unieron a la conmemoración.

Durante su sermón, el obispo de la Tarahumara destacó los sentimientos encontrados que surgieron tras la muerte de los sacerdotes. Se enfatizó la humanidad y el cariño que los caracterizaba, así como el dolor ante su trágica partida. El obispo de la Diócesis Cuauhtémoc-Madera instó a la unidad de los pueblos para evitar más daños a comunidades vulnerables y reconstruir el tejido social, enfatizando que no debe haber más víctimas de la inseguridad.

Desde Cerocahui, el obispo de la Tarahumara, Juan Manuel González Sandoval, presidió la eucaristía / Foto: Manolo Aguirre | El Heraldo de Chihuahua

El socio provincial de México de la Compañía de Jesús, José Francisco Méndez, dirigió un mensaje transmitido a nivel nacional a través de una transmisión especial. En su intervención, resaltó la necesidad de construir puentes de diálogo para recuperar la paz que el país tanto necesita.

“Para el pueblo de México ha sido un momento de esperanza porque dicen, la sangre de estos hermanos nuestros, Joaquín y Javier no ha sido en vano, ha abierto las puertas de esperanza que tanto necesita nuestro país, pero vivimos en una época de mucha polarización y eso no ayuda para construir paz, para construir justicia, necesitamos abrirnos al diálogo”, señaló Méndez.

En Chihuahua, en punto de las 15:00 horas empezaron a sonar las campanas de templos en la ciudad: Catedral, Sagrado Corazón de Jesús y San Francisco en el primer cuadro de la ciudad, así como en Santa Teresita, de la colonia Dale. El acto se replicó en Ciudad Juárez, Delicias, Parral y Cuauhtémoc.

Las campanas repicaron a la vez que los ciudadanos se unieron en oración para que la paz se instaure en las personas, que el sentido de la unión se haga presente y que las familias de las víctimas de la violencia encuentren consuelo.

Danzan 12 horas por Gallo y Morita

Como parte de los rituales que el pueblo Ralámuli realiza para conmemorar el primer aniversario luctuoso de los sacerdotes Jesuitas, Joaquín Mora y Javier Campos, durante la velación en el Templo de San Francisco Javier, decenas de personas de pueblos originarios de diversas comunidades serranas ofrecieron el ritual de su cultura conocido como Nutema, ceremonia-ofrenda que tiene el propósito que las almas no queden sueltas y sin la atención que merecen.

Para ello, durante más de 12 horas, hombres y mujeres de diferentes edades danzaron en varios puntos del templo, comenzando en el interior tras la conclusión del rosario, destacando que para el pueblo rarámuri, este tipo de rituales se desarrollan con prácticas de alegría como la danza y la música.

Decenas de personas de pueblos originarios de diversas comunidades serranas ofrecieron el ritual de su cultura conocido como “Nutema” / Foto: Manolo Aguirre | El Heraldo de Chihuahua

En la cultura Tarahumara, el Nutema refiere que en la existencia de cada ser hay ciclos que deben ser cumplidos, como la vida y la muerte, por ello cuando una persona se adelante en su camino es el inicio para que quienes permanecen con vida las acompañen para terminar el ciclo.

En la explicación que dan los participantes del Nutema en la comunidad de Cerocahui, señalan que, en su tradición, las mujeres cuentan con cuatro almas, mientras que los hombres tienen tres, por lo que al adelantarse en el camino sus familiares deben apoyarla para subir sus almas, con cuatro eventos que son una ceremonia-ofrenda llamados Nutema.

En esta ocasión se contó con la participación de cientos de habitantes de comunidades del municipio de Urique, quienes se turnaron para realizar los rituales de manera periódica en distintos puntos del Templo, iniciando poco después de las 8 de la noche del lunes 19 y concluyeron antes de la misa programada el martes 20 a las 3 de la tarde. Cada una de las comunidades representadas en el Nutema, efectuaron tres eventos que constan de ofrenda, danza, canto y la presencia de familiares y gente cercana, quienes acompañan cada una de las almas de difuntos y las ayudan a subir. El primer Nutema se da al momento del deceso y las otras cada año.

Los rituales realizados contaron con la participación de cientos de habitantes de comunidades del municipio de Urique / Foto: Manolo Aguirre | El Heraldo de Chihuahua

Gallo y su amor por la Sierra

Al estar presente en los eventos para conmemorar el primer año luctuoso de los sacerdotes Jesuitas asesinados el 20 de junio del año 2020 en la comunidad de Cerocahui, Municipio de Urique, familiares y personas allegadas a los religiosos compartieron parte de la biografía de tan queridos personajes de la Sierra chihuahuense, coincidiendo en los relatos el amor que ambos tuvieron por la gente de la Sierra en donde pasaron gran parte de su vida.

Entre las aportaciones destaca el testimonio de Doña Guadalupe Campos Morales, hermana del párroco Javier Campos Morales, quien compartió parte de la historia del querido padre Gallo como le decían sus feligreses ante la imitación que hacía del ave de granja.

Doña Guadalupe Campos Morales, hermana del párroco Javier Campos Morales / Foto: Manolo Aguirre | El Heraldo de Chihuahua

Doña Lupita como le dicen de cariño, habla de cómo a corta edad, Javier Campos mostró un gran amor al prójimo, lo que lo llevó a ingresar a la Compañía de Jesús en donde permaneció más de 10 años hasta ordenarse sacerdote.

Dio a conocer que Javier Campos fue el sexto de ocho hijos, de los cuales uno de ellos murió desde muy pequeño, lo que con el tiempo sucedió con cinco más, incluido el padre Gallo quedando solamente dos miembros de la familia Campos Morales.

El sacerdote Jesuita nació en la ciudad de México el 13 de febrero de 1943, sin embargo, pasó su infancia en la ciudad de Monterrey, en el estado de Nuevo León, en donde mostró una actitud de amor a sus semejantes que lo impulsaron a integrarse a la vida religiosa.

Tras 13 años de ingresar a la Compañía de Jesús, Javier Campos, se ordenó sacerdote en el estado de Jalisco, dando sus primeros servicios en la ciudad de Guadalajara.

Al año de terminar el primer proceso como cura, se mudó a la Sierra Tarahumara, recorriendo la mayoría de los municipios de la zona occidente y sur del estado de Chihuahua, en donde permaneció por 50 años, de los cuales los últimos se desempeñó como párroco en Guachochi, Chinatú y Cerocahui, donde fungió como superior de la Misión Jesuita, Vicario de Pastoral Indígena de la Diócesis de Tarahumara y Asesor Regional de Comunidades Eclesiales de Base (CEB).

Al compartir parte de la biografía de su hermano, Doña Lupita enfatizó que el padre Gallo se enamoró de la cultura rarámuri a grado tal de desarrollar a la perfección el dialecto de pueblos originarios, lo que le permitió adentrarse a las necesidades de lo que consideró una cultura rica en todos sus aspectos.

En lo que respecta a al sacerdote Jesuita, Joaquín César Mora Salazar El Morita, quienes lo conocieron señalaron que llevaba menos tiempo en la localidad que su compañero Javier Campos, de quien era mayor un año seis meses, y un año en lo referente a la integración a la Compañía de Jesús.

A diferencia del padre Gallo, Joaquín Mora si nació en la ciudad de Monterrey, Nuevo León, el 28 de agosto de 1941, ingresó a la Compañía de Jesús el 30 de julio de 1958, un año antes que El Gallo, y fue ordenado sacerdote el 1 de mayo de 1971 en su ciudad natal.

Desde 2007 se desempeñó como Vicario Cooperador en Cerocahui, sin embargo, previamente llevó a cabo su Tercera Probación también en la Sierra y fungió como Vicario Parroquial en Chínipas, destacando que dio 23 años de su vida sacerdotal a los pobladores de la Sierra Tarahumara.

Caravana por la paz en honor a las víctimas que perdieron la vida en los hechos ocurridos en Cerocahui / Foto: Manolo Aguirre | El Heraldo de Chihuahua


Procesión en silencio

“Pedro, Javier, Joaquín, junto con miles de violentados a través del país han vivido pruebas de sufrimiento, pero no han sido en vano han producido tesoros de generosidad”, aseguró el sacerdote jesuita, José Luis Serra, párroco del Sagrado Corazón de Jesús, durante la homilía en la celebración eucarística en memoria de los mártires de Cerocahui.

Al cumplir 365 días del derramamiento de sangre de los sacerdotes jesuitas Javier Campos Morales y Joaquín Mora Salazar, ahora nombrados los mártires de Cerocahui, la comunidad honró su memoria, así como la de Pedro Palma y Paúl Berrelleza quienes también fallecieron a manos del Chueco.

El templo del Sagrado Corazón de Jesús reunió a familiares, amigos y conocidos de las víctimas / Foto: Alberto Hierro | El Heraldo de Chihuahua

El templo del Sagrado Corazón de Jesús reunió a familiares, amigos y conocidos de las víctimas, que un 20 de junio vieron su vida segada por la ira del líder criminal. En el altar se colocaron las fotografías de los sacerdotes junto con la leyenda “amar y servir”, dos acciones que realizaron a lo largo de su caminar al lado de los indígenas en la Sierra Tarahumara y hasta su muerte. Al frente la foto de Pedro y varias ofrendas indígenas, rematado con veladoras.

En la misa celebrada y presidida por Javier Ávila Aguirre recordó que hace un año en el mismo templo se reunieron para honrar la vida y hoy dan gracias por la vida de Javier, Joaquín, Pedro y Paúl. “Por la vida seguimos manteniéndonos firmes”.

El padre Pato Ávila agradeció el acompañamiento que le han brindado a los jesuitas, no solo en Chihuahua, sino en todo el país.

En el evangelio se reflexionó sobre amar a los enemigos, hacer el bien a los que los odian y rogar por los que les persiguen y calumnian.

El padre José Luis Serra resaltó que Javier y Joaquín amaron siempre, por lo que su muerte ha dado frutos.

Entre los frutos de este crimen están los Conversatorios por la paz y los foros de justicia y seguridad que tienen como objetivo avanzar en espacios que hagan posible la paz y la justicia en el país.

“La sangre de ellos y de miles de víctimas da fruto, está en nosotros recogerla y estar conscientes de lo que sucede en el país”.

Lamentó que a un año de estos homicidios muchas cosas no cambian, sino que se han agravado, como es la violencia y el control de los territorios por parte del crimen organizado. Además de que no existe la coordinación entre las fuerzas de seguridad. “Muchos grupos seguimos insistiendo en que dejen de lado las ideologías y trabajen para una vida mejor para todos”.

A su vez señaló que la muerte de José Noriel Portillo no es un logro, sino que propicia que se baje la guardia y se deje al desvalido, al grado que han aumentado las comunidades desplazadas por la violencia y que ahora son avasallados por una cultura ajena a ellos.

Cruz frente a Palacio

Tras la misa, la comunidad chihuahuense realizó una procesión silenciosa en memoria de las víctimas de la violencia y colocaron una cruz frente a Palacio de Gobierno como símbolo de la barbarie que se vive en cada rincón de la Sierra Tarahumara.

A pesar del olvido, amenazas, muertes y desprecio nos fortalecemos cada día más, no podemos permitir que la verdad se oculte y la memoria se distorsione. Ante la incapacidad y complicidad de algunas autoridades seguiremos exigiendo que la justicia camine al lado de las víctimas”, señaló Javier Ávila.

"Seguiremos exigiendo que la justicia camine al lado de las víctimas”, señaló el padre Javier Ávila / Foto: Alberto Hierro | El Heraldo de Chihuahua

Advirtió que no se rendirán en la exigencia de justicia, porque la inseguridad sigue muy viva y la muerte muy presente, dejando huecos en familias y corazones.

Señaló que ayer fue Cerocahui, Guachochi, Guadalupe y Calvo y Baborigame, pero en cualquier rincón del estado, el dolor y la muerte se siguen paseando por la sierra. “Necesitamos ampliar los reflectores y no dejarlo solo en Cerocahui, porque muchas muertes nos siguen gritando. La impunidad es un animal que se traga todo y sabemos quienes son los domadores de ese animal”, aseveró.

Lamentó que se multipliquen los diálogos con las autoridades, porque son como la oración, ayudan pero no bastan, como no bastan los abrazos, las buenas disposiciones y las múltiples ofertas.

SSPE y Jesuitas

El secretario de Seguridad Pública estatal, Gilberto Loya Chávez, sostuvo una reunión con sacerdotes jesuitas en Cerocahui, municipio de Urique. Durante el encuentro, Loya destacó que la comunidad ha mostrado una percepción positiva hacia la evolución y los cambios generados por la presencia policial en la región.

Loya afirmó: "Más allá de los números que pudiéramos mencionar, como la reducción de incidentes delictivos, detenciones, incautación de armas y vehículos robados, así como la desarticulación de la organización del Chueco, considero que el indicador más importante de la recuperación de la seguridad en la zona es ver a la gente en las calles en todo momento".

El secretario de Seguridad Pública Estatal, Gilberto Loya Chávez, sostuvo una reunión con sacerdotes jesuitas en Cerocahui / Foto: Cortesía SSPE

Estas declaraciones se dieron en el marco del aniversario de la muerte de los sacerdotes jesuitas Javier Campos y Joaquín Mora, en un trágico hecho violento.

En la reunión estuvieron presentes los ministros Javier "Pato" Ávila Aguirre, Jorge Atilano González y Enrique Mireles, con quienes la Secretaría de Seguridad Pública del Estado ha mantenido una cercanía periódica cada uno o dos meses para abordar temas de seguridad y, sobre todo, prevención del delito.

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"Existe una recomendación por parte de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en la que se establecen medidas cautelares, pero más allá de eso, que no es directamente mi competencia aunque hemos contribuido, he comenzado a trabajar en un plan que restablezca las condiciones de seguridad en la sierra desde una perspectiva de prevención".

"No todo se reduce a un tema de policías y delincuentes, creo que debemos trabajar con la comunidad, construir comunidad, recuperar espacios públicos, brindar opciones y oportunidades para los jóvenes en la zona, y lo más importante, gradualmente recobrar la tranquilidad en los pueblos", agregó.

Con información de: Venessa Rivas y Ricardo Holguín

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