Comunidad chihuahuense realizó una procesión silenciosa en memoria de las víctimas de la violencia, en el marco del primer aniversario luctuoso del asesinato de los sacerdotes jesuitas Javier Campos Morales y Joaquín Mora Salazar y color una cruz como símbolo de la barbarie que se vive en cada rincón de la Sierra Tarahumara.
“A pesar del olvido, amenazas, muertes y desprecio nos fortalecemos cada día más, no podemos permitir que la verdad se oculte y la memoria se distorsione. Ante la incapacidad y complicidad de algunas autoridades seguiremos exigiendo que la justicia camine al lado de las víctimas” afirmó el padre Javier Pato Ávila, en la Plaza Hidalgo.
Advirtió que no se rendirán en la exigencia de justicia, porque la inseguridad sigue muy viva y la muerte muy presente, dejando huecos en familias y corazones.
Señaló que ayer fue Cerocahui, Guachochi, Guadalupe y Calvo y Baborigame, pero en cualquier rincón del Estado, el dolor y la muerte se siguen paseando por la sierra. “Necesitamos ampliar los reflectores y no dejarlo solo en Cerocahui, porque muchas muertes nos siguen gritando. La impunidad es un animal que se traga todo y sabemos quienes son los domadores de ese animal”
Lamentó que se multipliquen los diálogos con las autoridades, porque son como la oración, ayudan pero no bastan, como no bastan los abrazos, las buenas disposiciones y las múltiples ofertas.
Enfatizó que aunque siga molestando la petición de revisión de las estrategias de seguridad lo seguirán gritando porque las bocas de las armas siguen gritando muerte.
Ni la pertinaz lluvia que se registró en la zona centro de la ciudad impidió la marcha. Los participantes tuvieron que esperar hasta que la lluvia menguó a fin de que las velas y veladoras permanecieran encendidas, tal y cómo está la esperanza de recuperar la paz en Chihuahua y en México.
Los caminantes, empuñando una bandera de México, partieron del atrio del Templo del Sagrado Corazón de Jesús, avanzaron por la avenida 20 de Noviembre, luego por la calle 12 hasta llegar al Paseo Bolívar, avanzaron a paso firme hasta la Vicente Guerrero para llegar a la Plaza Hidalgo.
La caravana arribó minutos antes de las 21:00 horas, entre el activista Gabino Gómez, el padre Javier Ávila y familiares de las víctimas bajaron la cruz con la exigencia de ¡Justicia para la Sierra! Así como para los más de 100 mil desaparecidos.
El padre Pato agradeció el acompañamiento al recordar la fe en el Dios de la vida y el perdón.
Resaltó que este espacio se ha convertido en un lugar emblemático, primero la Cruz de Clavos en memoria de las mujeres asesinadas; luego la cruz en memoria de las víctimas de la masacre en Creel el 16 de agosto de 2008, poco a poco fueron cayendo las cruces.
"Los sistemas le apuestan al olvido, pero la comunidad a la memoria".