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El conflicto que de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha cobrado la vida de más de 13 mil civiles en la Franja de Gaza y que convulsiona desde el pasado 7 de octubre a varios países de Medio Oriente, se pudo haber evitado si Israel no hubiera impuesto desde su creación condiciones de desigualdad tan duras contra el pueblo palestino, coincidieron en señalar en entrevista un grupo de mexicanos con raíces libanesas.
Kamel Athié Flores, Hanane Moisés Yapon, Juan José Abdo Fierro y Benjamín Caraveo Yunes —todos radicados en Chihuahua y con una activa participación en organizaciones de la comunidad libanesa en México— no son ajenos al actual escenario de guerra que se vive en aquella región, ya que en 2006 el pueblo de Líbano experimentó en carne propia un ofensiva militar en extremo parecida a la que padecen actualmente los palestinos.
La llamada Guerra de Julio fue una incursión y bloqueo militar emprendido por Israel en territorio libanés hace 17 años, como respuesta al lanzamiento de cohetes desde Líbano por parte de la milicia chií de Hezbolá. Las fuerzas armadas israelíes asesinaron en 33 días con ataques aéreos indiscriminados a cerca de 900 civiles, según denunció en un informe posterior la organización Human Rights Watch.
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Esos fantasmas del pasado reviven producto de la ubicación geográfica de este país, que en el actual conflicto ya se convirtió en un blanco más del ejército israelí. Tan sólo a inicios de esta semana dos periodistas murieron en un ataque atribuido a Israel en la frontera sur de Líbano.
Ayer se estableció una tregua que trae una tensa calma a un conflicto que ya se extiende por seis semanas.
No obstante este contexto, Líbano ha sido desde el siglo pasado un país marcado por la violencia, lo que ha provocado la movilidad de sus habitantes a países como México, y específicamente a Chihuahua.
Kamel Athié Flores, presidente de la Unión Cultural Libanesa Mundial en Chihuahua y miembro del Centro Libanes en CDMX, cuenta que su padre salió de su tierra natal en los años 20 precisamente por la invasión otomana en Líbano y Siria; arribó por Veracruz, después llegó a Torreón y finalmente a la ciudad de Cuauhtémoc.
Al adentrarse al tema del conflicto, Athié consideró que ante el apoyo que tiene Israel de potencias como Estados Unidos, los israelitas debieron buscar una sana convivencia con los palestinos, esto es, apostar por la equidad y compartir el territorio de una manera pacífica, con justicia social y económica, pero no fue así.
“Mi padre siempre nos dijo: ustedes primero son mexicanos y luego son de origen libanés; su primera patria es México, y es a quien hay que defender. Los mexicano-libaneses, incluyendo a la comunidad del Centro Libanes en la CDMX de la cual formo parte, nos preocupa realmente el que los ancestros de Líbano sufran más invasiones de las que ya se han tenido, porque esa es la causa principal de migración; al ser un país chico que tiene esquina con tres continentes, muy frecuentemente es producto de invasiones”, apuntó.
Además –dijo-, el problema actual se explica efectivamente por razones de fanatismo de grupos minoritarios-bélicos que no toman en cuenta los costos que ocasionan sus embestidas. Y, que, también es un problema de geopolítica, esto es, de expansión y de provocación.
Quien ha ocupado varios cargos públicos, aseguró que los mexicanos de origen libanés realmente conviven con la comunidad judía: el centro libanés y el centro israelita, en México, tienen inclusive un convenio de participación y de intercambio cultural y deportivo de manera frecuente.
“Primero están los problemas de nuestro país, nosotros estamos muy preocupados por lo que le pasa a México y luchamos día con día para resolver los problemas locales y participar en nuestro país, al cual amamos y queremos como primera patria. Nos duele lo que le pasa a nuestros ancestros y sentimos que la historia pudo ser diferente si no hubieran existido las condiciones de desigualdad que impusieron los israelitas sobre el pueblo palestino; pudieron haberle brindado mejores condiciones de vida, posibilidades de asociarse en muchos proyectos y no lo hicieron, lo que fue aprovechado por esos grupos fanáticos provocados por Irán, sin ninguna duda”, abundó.
Asimismo, fue claro al señalar que no tienen ni los elementos, ni las circunstancias para poder intervenir en mayor medida; no obstante, han enviado ayuda a través de las organizaciones del Centro Libanés, que siempre brinda apoyo humanitario y de recurso.
Por su parte, Hanane Moisés Yapon, secretaría de la Unión Cultural Libanesa Mundial, a nivel estatal, mencionó que, desde su perspectiva, el fondo de la situación es religioso y político. Religioso en cuanto a que Palestina existió 9 mil años antes de Cristo, y quienes no tenían país ni tierra eran los israelitas, por ello el problema actual.
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“Con el problema de la guerra de Siria, hay cuatro millones de sirios en Líbano y la migración en Líbano ha sido a casi el 90%, porque las personas buscan nuevas fuentes de trabajo, ya que se trata de gente trabajadora, gente emprendedora; por eso se dice que nosotros a cualquier país que lleguemos salimos adelante, porque nuestra meta es otra; así llegaron nuestros padres, y así hemos estado todos. No queremos guerra, pero parece que ni los fundamentalistas, ni tampoco Israel lo entienden”, declaró.
La entrevistada lamentó que en vez de dialogar para llegar a un acuerdo, lo único que se está provocando es destrucción.
“La ONU debe tomar un papel muy importante en ese problema, fungiendo como un conciliador. Yo pienso que no es la agresión, ni la guerra, sino que se sienten a dialogar para vivir en paz, porque desde que existió Palestina había judíos y no había ese problema hasta que entró Israel, entonces sí se puede hacer mucho”, expresó.
Hanane emigró en 1970 a la República Mexicana, junto con su madre y hermanos mayores, siguiendo a su padre que fue el primero en llegar a Chihuahua.
Un testimonio que se suma a los anteriores es el de Juan José Abdo Fierro, actual presidente de la Comunidad México-Libanesa en Chihuahua. La historia de su familia antecede a su bisabuelo y abuelos paternos: José Abdo y Carmen Roana que llegaron a tierras mexicanas cuando eran muy jóvenes, ahuyentados por los conflictos armados.
A Juan José ya le toca nacer en nuestro país, pero no olvida sus raíces libanesas. “Mi bisabuelo, mi abuelo, mi papá nos platicaban todas las causas de la migración, y la verdad es que son historias muy fuertes; nosotros aunque padecemos temas de violencia, de narcotráfico, etcétera (en México), pero un conflicto armado como tal nunca lo hemos vivido y no sabemos lo que es; y cuando platican sus historias a veces tan complejas, y el hecho de tomar decisiones como dividir la familia en dos: la que se queda y la que tiene que emigrar, es fuerte, porque en muchos casos nunca se volvieron a ver y siempre se queda esa sensación de haber querido regresar a ver a los suyos”, manifestó.
Su padre tuvo la oportunidad de reencontrarse con sus familiares en Líbano, y pareciera como si el tiempo nunca hubiera pasado, momentos y sensaciones que quedaron captadas en videos que luego compartió con sus descendientes que viven en México.
“Ellos (parientes en Libia) saben de nosotros, saben cómo se desarrolló la familia y nosotros muchas veces ya no sabemos de ellos, y es por eso que buscamos este acercamiento con la comunidad para tener esas experiencias de vida y seguir fortaleciendo nuestras raíces”, comentó.
Su madre es de nacionalidad mexicana y su padre es de Líbano, por lo que Juan José creció en esa dualidad de culturas, pero indicó que ha sido muy fácil porque son similares: son gente de paz, de trabajo, de amistad, de unión familiar.
“Es como se empieza a hacer esta gran comunidad entre México y Líbano, y nosotros estamos tratando de darle seguimiento a lo que han construido nuestros antepasados en México; y estamos en eso: en la construcción de una comunidad México-libanesa en Chihuahua, que ha existido desde hace muchísimos años; en ciertas épocas más formal que otras”, detalló.
Benjamín Caraveo Yunes, quien representa al Colegio de Abogados México-Libanés en Chihuahua, es otro mexicano con sangre libanesa, cuyo abuelo Salvador Yunes migrara de Líbano a Francia en 1910 y posteriormente se traslada a México, entrando por el Puerto de Veracruz, y luego se establecería en Chihuahua para trabajar en lo que actualmente es la Mina de Dolores.
Explicó que el conflicto que vive Libia se resume a un tema político/religioso; al tiempo que afirmó que los libaneses no se asumen como pueblo árabe porque son descendientes de un pueblo de los fenicios; entonces todavía existe esta barrera o choque cultural en donde por una parte se vive dentro de la zona de países árabes, pero se dice que son los hombres del mediterráneo.
“A lo largo de la historia hemos visto que las políticas nacionalistas le hacen mucho daño a la sociedad. La política que ha implementado Israel desde su creación ha sido muy dura. Sí es eminentemente un tema religioso, que ha evolucionado a un tema meramente político”, apuntó.
Como México-libaneses les parece muy triste la situación que permanece vigente, porque además de las cuestiones de pobreza, todavía es devastado a través de ataques. A pesar de que sus familias llevan mucho tiempo en México, entienden el fenómeno de la migración, y todos estos conflictos les duelen, aunque son respetuosos en el tema de no tomar partido. “Líbano se ha caracterizado como México de ser un país pacifista”, pero no son ajenos al dolor y sobre todo ahorita que el presidente de Israel ha lanzado amenazas muy severas en contra de las tres ciudades principales de Líbano, motivo por el cual se han unido a los llamados de paz y diálogo.
Desde el 2017, Benjamín representa al citado Colegio de Abogados, una asociación nacional, derivada y apoyada por el Centro Libanes en CDMX. Este organismo tiene tres funciones: dirigir a todos los profesionistas del derecho que comparten la descendencia libanesa y seguir haciendo comunidad; mantener una preparación continua, y generar una aportación social desde sus trincheras. A la fecha, en el estado de Chihuahua son alrededor de 35 a 40 personas las que integran dicho colegio, desde estudiantes de derecho hasta reconocidos jueces.
Proyectan construcción del Centro Libanés en Chihuahua
El presidente de la Comunidad México-Libanesa a nivel estatal, Juan José Abdo, anunció que aspiran a tener un Centro Libanés en Chihuahua, pues aunque las familias libanesas han venido conviviendo desde hace mucho tiempo, creen importante contar con un punto de reunión fijo.
Evidenció que los últimos años han visto el gran trabajo que ha hecho el padre Alberto Meouchi con el templo de San Chárbel, que si bien ha funcionado como un punto de reunión, pero al final de cuenta no todo es religioso, sino que hay otras actividades deportivas, sociales, culturales que desean desarrollar.
El Centro Libanés con sede en la Ciudad de México se conformó hace 60 años, contando con dos grandes instalaciones que generan una comunidad muy fuerte, infraestructura que se intenta replicar en Chihuahua, donde ya se aglutinan algunas cámaras de abogados, médicos, empresarios, entre otros profesionistas con sangre libanesa.
Se espera que en poco tiempo puedan materializar este proyecto que iría creciendo con los años, pues la intención es avanzar paulatinamente pero a paso firme para “rescatar” a los que vienen detrás, porque quieren seguir acercando la cultura a las nuevas generaciones.
“Hay descendientes de libaneses muy jóvenes a los que sí les causa interés y curiosidad sus raíces, pero en realidad nos hemos ido diluyendo un poco, por ello queremos hacer un Centro Libanés donde nos podamos reunir constantemente, donde podamos escuchar historias de vida”, añadió.
La comunidad libanesa comenzó a reunirse de manera institucional en Chihuahua desde 1995, cuando el consejo directivo del Centro Libanés dirigido por Kamel Athiel acudió por primera vez a nuestro estado.
De momento se reúnen en diversos lugares, incluidos cafés, restaurantes, en casas, lo importante es estar juntos y compartir momentos; y el templo de San Chárbel por supuesto que es un punto de encuentro, pero tiene su dinámica propia.
Otra de las acciones a concretarse, a decir de Abdo, es levantar un padrón, pero se estima que el estado grande concentra a más de 500 familias con ascendencia libanesa.
