El homicidio de los sacerdotes jesuitas y de la doctora Massiel Mexía son signos de una descomposición y enfermedad social que debe de atenderse, no hubo móviles para estos crímenes, sólo dejan claro la situación de vulnerabilidad que sufrimos los ciudadanos, entre la disputa del territorio que hacen los distintos grupos criminales y el delirio de violencia que dejan volcar sobre la sociedad civil, señaló el presbítero Héctor Martínez Espinosa, vicario de la Diócesis de la Tarahumara, quien agregó que la intención es que la Tarahumara sea atendida en su integralidad.
Ello tras la reunión de Diálogo Social que sostuvieron representantes del clero, comunidades indígenas y organizaciones de la sociedad civil con las autoridades estatales, donde la Coepi no atendió el llamado, tal y como no lo ha hecho desde hace un año.
Los lamentables acontecimientos abrieron el diálogo con el gobierno estatal encabezado por María Eugenia Campos Galván; tras más de un año de estar buscando entablar comunicación y entrevista con ella, los sucesos violentos dejaron en claro que las propuestas que hacía la Iglesia para la atención de diversas problemáticas es urgente.
Tomar en cuenta a las comunidades desde su voz
“Estamos contentos de que el gobierno del estado haya mostrado disposición para escucharnos”, señaló el vicario, quien acotó que el gobierno debe tomar en cuenta a las comunidades desde su voz, por lo que la participación de Guillermo Palma, Marcelina Bustillos y Teresa Villalobos fue esencial.
Teresa es la encargada del refugio para mujeres indígenas víctimas de violencia; Guillermo Palma es de la asociación Construcción de Mundos Alternativos Ronco Robles (Comunarr) y Marcelina es la encargada del internado en Norogachi, ellos son considerados interlocutores en las comunidades, algunos con la esperanza de que las cosas cambien y de verdad sean atendidos los problemas.
El padre Martínez Espinosa participó en la mesa de diálogo que se realizó en 2016, cuando sucedió la masacre de Creel, lo que dejó esa experiencia fue la manera de implementar mesas de trabajo para que en realidad rinda fruto. A pesar de que en la reunión con la gobernadora no se concretó alguna, se abrió la posibilidad de atender los distintos rubros de la Sierra Tarahumara, con base en un estudio realizado por los religiosos a través de los años.
Reiteró que es necesario el diálogo intercultural para la implementación de proyectos, porque de no hacerlo no servirá de nada y sólo será una reunión más.
Respaldan Plan de Desarrollo "Nátiga Busuré"
En ese contexto, la Diócesis de la Tarahumara respaldó el trabajo de Consultoría Técnica Comunitaria (Contec), que en coordinación con 11 comunidades desarrollaron el plan de desarrollo Nátiga Busuré, mismo que pidieron que se extienda a las demás comunidades, de lo contrario otro plan diseñado desde gobierno no dará resultados.
“La Diócesis de la Tarahumara asume lo que ellos plantearon como el camino más viable para ser implementado en las 11 comunidades a las que está dirigido el Fideicomiso Barrancas del Cobre, pero que se extienda a otras comunidades contextualizando sus realidades”.
Recordó que este plan surge porque el gobierno del estado, emplazado desde 1996 por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, pidió que se estableciera un plan de desarrollo para las comunidades, es decir, 25 años después ningún gobierno se tomó en serio la sentencia.
Destacó que incluso hay comunidades que siguen sufriendo situaciones aún más dolorosas que en la zona de las Barrancas del Cobre, como es Baborigame y Chinatú, en Guadalupe y Calvo, incluso Sisoguichi que se encuentra a poca distancia de las Barrancas.
El plan presentado por Contec es producto de muchos años de trabajo en las comunidades, de escucharlos, de recoger experiencias positivas y ver la pertinencia cultural para que se implemente con éxito.
“No quisimos hacer algo distinto a la experiencia que ellos ya tienen en planeación y ejecución, lo curioso es que este plan debió presentarlo el gobierno del estado desde hace mucho tiempo, pero prefirieron mantener los intereses de los particulares en torno al fideicomiso que el interés de las comunidades”.
El padre Martínez tiene confianza en que la gobernadora pueda tomarlo en serio, “manifestó la intención de conocerlo y escucharlos”.
El vicario reconoció que la implementación deberá ser de manera paulatina, pero dijo: “No hay otro camino que ese plan de desarrollo hecho por las comunidades, es la única posibilidad de que sea realmente exitoso”.
El plan incluye cuestiones de seguridad, salud, educación, medio ambiente, economía, turismo y artesanías.
Falta solidaridad para la Tarahumara
“Estamos a tres horas de camino, pero a años luz de auténtica voluntad para la Tarahumara”
Lamentablemente tuvieron que perder la vida dos sacerdotes jesuitas para que los ojos del país se centraran en la Tarahumara, por lo que entre el clero existe la esperanza de que en un trabajo coordinado se atienda la problemática de la zona y sus habitantes.
“Hoy nos ven con más respeto porque entienden que nosotros tenemos el poder moral de hacer planteamientos concretos que nacen de una amplia escucha a las comunidades. Todos salimos contentos, por primera vez vi a muchos padres salir sonriendo con esperanza, a pesar de la situación por la que hemos atravesado”.
Denunció que hay organizaciones como la Fundación del Empresariado Chihuahuense que no mueve ni un dedo para atender a la Sierra Tarahumara, cuando uno de sus objetivos al constituirse fue la ejecución de obras de servicio social en la Sierra. Ahora sus procesos han impedido que la gente pida la subsidiaridad porque todo está diseñado para las zonas urbanas, como es la presentación de facturas, rendición de informes a través de internet y cosas por el estilo, que ocasionan un divorcio entre instituciones con vocación de ayuda y la sociedad en general.
Dijo que hay ciudades más cercanas a la gente de la Tarahumara como son Monterrey, San Luis Potosí, y Guadalajara donde hay mucha gente que vuelca su ayuda permanente, mientras los grandes ausentes son la sociedad local, Fechac, gobierno y las universidades.
“Hace falta mucha solidaridad de la gente local hacia la Tarahumara, si la medimos de manera cuantitativa hay un déficit enorme”.
Finalmente dijo que lo que se pide es que se restablezca el Estado de derecho, sin que haya necesidad de que la gente o la Iglesia lo exija.