/ sábado 25 de enero de 2020

Torturado y golpeado sujeto que falleció

Vecino señala que llevó una vida difícil debido al alcoholismo que padecía

Delicias.- “Nino platicaba que lo golpeaban, lo torturaban, que lo traían vendiendo productos de limpieza y que tenía que cubrir cierta cantidad”, relató a este medio el señor Alejandro Rodríguez, vecino de José Bernardino Velasco Barraza, quien perdió la vida la noche del miércoles cuando se hallaba internado en el centro de rehabilitación Mi Casa es tu Refugio, donde al parecer fue sometido a una golpiza por parte de dos internos.

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“Nino”, como era conocido por sus amigos y conocidos, había sido internado antes en el centro de rehabilitación, en el cual permaneció dos años antes de reingresar hace tres días. Saldría del lugar envuelto en sábanas blancas tras fallecer a causa –denuncian- de los golpes que le dieron como “bienvenida”.

Alejandro Rodríguez, quien atiende un pequeño comercio de abarrotes en la calle 4ª Poniente, barrio del que era originario el ahora occiso, refiere que “Nino” sufría la enfermedad del alcoholismo y que el día de su muerte los policías lo encontraron ebrio en la vía pública, de donde lo trasladaron a la comandancia. Momentos después, una de sus hermanas lo internó en el centro Mi Casa es tu Refugio.

El comerciante, que ocasionalmente regalaba a “Nino” un refresco y un pan cuando éste lo visitaba en su negocio, afirma que los encargados del centro de rehabilitación intentaron hacer pasar la muerte de su vecino como un ataque epiléptico de “provocación etílica”. Sin embargo, un tío del finado se percató que el cuerpo presentaba golpes y denunció el hecho.

“Aquí venía, (le daba) su sodita, su pan… desde tiempo atrás juntaba botes de aluminio para sobrevivir”, comenta el tendero.

No era la primera vez que “Nino” sufría de maltrato físico, pues él mismo platicó a sus conocidos del barrio que en los dos años previos que estuvo como interno fue blanco de golpizas, torturas y que era obligado a vender productos de limpieza elaborados en el centro de rehabilitación, según narra a este reportero el señor Rodríguez.

“La impotencia que se siente al ver la injusticia, lo inhumano, lo incapaces que son esas personas al dirigir un centro que se supone es de vida… la rabia al pensar que siguen funcionando a pesar de los desmanes”, expresa el abarrotero.

El entrevistado recuerda que “Nino” provenía de una familia disfuncional donde sufrió de maltrato constante, lo que –consideró- fue detonante de su adicción a las bebidas alcohólicas, que a su vez lo llevaría por una espiral descendente hasta llegar a estar preso en el antiguo Cereso de Delicias, pues hubo veces en que delinquió.

Las adversidades continuaron y, lejos de rehabilitarse, “Nino” se convirtió en un indigente que en sus últimos días de vida recogía botes de aluminio para subsistir y se quedaba a dormir en tapias o “donde lo alcanzara la noche”, antes de que la muerte llegara violenta por él.

“La vida siempre fue difícil para él... la vida no fue un lecho de rosas para él”, concluye don Alejandro.

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Delicias.- “Nino platicaba que lo golpeaban, lo torturaban, que lo traían vendiendo productos de limpieza y que tenía que cubrir cierta cantidad”, relató a este medio el señor Alejandro Rodríguez, vecino de José Bernardino Velasco Barraza, quien perdió la vida la noche del miércoles cuando se hallaba internado en el centro de rehabilitación Mi Casa es tu Refugio, donde al parecer fue sometido a una golpiza por parte de dos internos.

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“Nino”, como era conocido por sus amigos y conocidos, había sido internado antes en el centro de rehabilitación, en el cual permaneció dos años antes de reingresar hace tres días. Saldría del lugar envuelto en sábanas blancas tras fallecer a causa –denuncian- de los golpes que le dieron como “bienvenida”.

Alejandro Rodríguez, quien atiende un pequeño comercio de abarrotes en la calle 4ª Poniente, barrio del que era originario el ahora occiso, refiere que “Nino” sufría la enfermedad del alcoholismo y que el día de su muerte los policías lo encontraron ebrio en la vía pública, de donde lo trasladaron a la comandancia. Momentos después, una de sus hermanas lo internó en el centro Mi Casa es tu Refugio.

El comerciante, que ocasionalmente regalaba a “Nino” un refresco y un pan cuando éste lo visitaba en su negocio, afirma que los encargados del centro de rehabilitación intentaron hacer pasar la muerte de su vecino como un ataque epiléptico de “provocación etílica”. Sin embargo, un tío del finado se percató que el cuerpo presentaba golpes y denunció el hecho.

“Aquí venía, (le daba) su sodita, su pan… desde tiempo atrás juntaba botes de aluminio para sobrevivir”, comenta el tendero.

No era la primera vez que “Nino” sufría de maltrato físico, pues él mismo platicó a sus conocidos del barrio que en los dos años previos que estuvo como interno fue blanco de golpizas, torturas y que era obligado a vender productos de limpieza elaborados en el centro de rehabilitación, según narra a este reportero el señor Rodríguez.

“La impotencia que se siente al ver la injusticia, lo inhumano, lo incapaces que son esas personas al dirigir un centro que se supone es de vida… la rabia al pensar que siguen funcionando a pesar de los desmanes”, expresa el abarrotero.

El entrevistado recuerda que “Nino” provenía de una familia disfuncional donde sufrió de maltrato constante, lo que –consideró- fue detonante de su adicción a las bebidas alcohólicas, que a su vez lo llevaría por una espiral descendente hasta llegar a estar preso en el antiguo Cereso de Delicias, pues hubo veces en que delinquió.

Las adversidades continuaron y, lejos de rehabilitarse, “Nino” se convirtió en un indigente que en sus últimos días de vida recogía botes de aluminio para subsistir y se quedaba a dormir en tapias o “donde lo alcanzara la noche”, antes de que la muerte llegara violenta por él.

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