Desde sus 21 años de edad, Guadalupe Ortiz Rivas ingresó al servicio del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), donde por espacio de 23 años se ha dedicado a servir a los más necesitados, contribuyendo así al mejoramiento de la salud y las condiciones de vida de su comunidad rarámuri en Ocoviachi, municipio de Maguarichi.
Por más de dos décadas, “Lupita” como le dicen de cariño sus compañeros, ha estado al servicio de la salud al interior del IMSS, con una historia que comienza en 1995, año en que le fue ofrecida la oportunidad de capacitarse como asistente rural de salud en la clínica localizada en su comunidad de origen y perteneciente al régimen “IMSS Bienestar”, la cual posibilita el brindar atención a la población de más de cuatro comunidades asentadas en la Sierra Tarahumara.
Tras formarse como asistente, Guadalupe Ortiz decidió continuar con su formación académica durante los cinco años siguientes, concluyendo en el año 2000 la secundaria y posteriormente el bachillerato en la comunidad de San Rafael, municipio de Urique.
Pese a que desde muy pequeña tuvo la necesidad de salir fuera de su comunidad para trabajar en apoyo de la economía familiar, aquejada por escasos recursos y un elevado número de hijos, “Lupita” concluyó en 2010 su carrera como enfermera general, gracias a un convenio de colaboración impulsado por la Escuela Nacional de Enfermería y Obstetricia de la Universidad Autónoma de México, con una formación que tuvo lugar en el poblado de San Juanito.
Ahora, con 44 años de edad, un título universitario y las mismas ganas de siempre de contribuir a la conservación y mejoramiento de la salud, Guadalupe Ortiz Rivas se ha convertido en la primera enfermera rarámuri que trabaja en su comunidad de origen, sentando un ejemplo patente de las metas que sus congéneres pueden alcanzar al proponérselo.
Por lo anterior, y con motivo del recién celebrado Día de la Enfermera, Lupita recibió de manos del delegado del IMSS en la entidad, Cristián Rodallegas Hinojosa y demás autoridades locales del instituto, un reconocimiento especial a su trayectoria, dedicación y esfuerzo.
Al respecto, la enfermera señaló “la comunidad en donde yo vivo es indígena; la mayoría de la gente es cien por ciento rarámuri. El hecho de ser enfermera, fue por la necesidad que tiene la gente de comunicarse con los médicos o los médicos con los pacientes. Me gusta mucho mi labor porque puedo traducir al médico con sus pacientes y también paciente con el médico”, y enfatizó en que su mayor satisfacción “es ayudar a la gente en la atención de salud, y de salir adelante como indígena”.
“Yo soy orgullosamente cien por ciento rarámuri”, concluyó.
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