/ lunes 8 de abril de 2024

Pueblos indígenas presos de programas sociales: activista Rosalba Loya

Según la activista indígena, el apoyo mensual de más de 6 mil pesos no me permite que 20 mil personas sean autosuficientes, pues se han vuelto dependientes y le dan mal uso

El programa Sembrando Vida, impulsado por el Gobierno Federal, impide que más de 20 mil personas beneficiarias de los pueblos rarámuri y tepehuan en la Sierra Tarahumara sean autosuficientes e incluso puedan emprender negocios, ya que la entrega de este recurso mensual de 6 mil 250 pesos no es aprovechada y se le está dando mala utilidad, según expresó la activista indígena Rosalba Loya, quien el año pasado lo renombró como “Sembrando Caguamas” ante el Congreso de la Unión. Dijo que esta situación volvió dependiente a la población, por lo que pidió que se reajusten los lineamientos del programa para que contemplen partidas alimenticias y de emprendimiento.

Uno de los ejes de desarrollo social que propuso el Gobierno Federal al inicio de la Administración del presidente Andrés Manuel López Obrador fue el del apoyo al campo, en el que se proponía que los agricultores y productores locales pudieran emprender nuevas formas de vida, caracterizándose por la mejoría en la economía de cada uno.

En este sentido, el Gobierno impulsó el programa “Sembrando Vida”, mismo que de inicio comenzó con un apoyo mensual de 5 mil pesos desde el 2018, y durante cinco años consecutivos aumentó hasta llegar a los 6 mil 250 pesos al mes, brindando así una alternativa para del desarrollo de los productores locales.

Es de recordar que, al formar parte del programa, las personas beneficiarias tuvieron que integrarse a una Comunidad de Aprendizaje Campesino (CAC), donde desarrollan los sistemas agroforestales que les permiten mejorar sus ingresos y contribuir a la restauración del medio ambiente. Y de acuerdo a la página oficial de Sembrando Vida, a la fecha se han establecido 18 mil 500 de estos espacios en toda la República Mexicana.

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Distribuidos más de 120 millones de pesos al mes en Chihuahua

De acuerdo a los datos, en Chihuahua se han sumado más de 20 mil personas que se encuentran en la lista de beneficiarios del programa en mención, en donde se les entrega de manera mensual la cantidad de 6 mil 250 pesos, lo que conlleva a que el Gobierno Federal invierta alrededor de 125 millones de pesos al mes.

Dicha cantidad se distribuye hacia los propietarios de los campos de cultivo de todo el estado grande, y que mediante el Banco del Bienestar logran retirar el recurso para utilizarlo en bienes para mejorar y aumentar la productividad de cada espacio de cultivo.

Se destacó que, además del apoyo al sector rural, el programa de Sembrando Vida se encarga de fortalecer la forestación y fomentar la conservación ambiental del estado, ya que los productores deben de promover la ecología entre los campos agrícolas de Chihuahua.

Para la región sur del estado, Guadalupe y Calvo es el municipio que ocupa uno de los primeros lugares con mayor cantidad de habitantes inscritos en el programa, recibiendo hasta más 24 millones de pesos al mes al tener más de 3 mil beneficiarios.

Foto: Isaac Molina / El Sol de Parral

El 60 por ciento de los beneficiarios son hombres

De acuerdo a la delegación estatal de Bienestar de Chihuahua, durante el último trimestre del 2023 el 60 por ciento de las personas beneficiarias del programa Sembrando Vida son del sexo masculino, y son quienes reciben el apoyo directo a la tarjeta de débito que les fue entregada por el Banco del Bienestar.

En este sentido, se destacó que el 40 por ciento de las personas que están inscritas en este programa son mujeres, quienes se identificaron como propietarias de algún espacio de producción agrícola o producción de cultivos en los campos de Chihuahua.

Es de destacar que en el periodo mencionado se destinaban más 43 millones de pesos solo para mujeres productoras, entre ellas, indígenas de la Sierra Tarahumara, sumando un total de 7 mil mujeres en todo el estado quienes se encuentran recibiendo la cantidad de 6 mil 250 pesos al mes como impulso al campo.

No hay crecimiento en la sierra, el recurso es usado para consumir alcohol: activista Rosalba Loya

La activista rarámuri originaria de Norogachi, Rosalba Loya, dio a conocer su descontento con el programa federal ya que denunció que estos apoyos se convirtieron en un programa que hace depender a las personas del gobierno, ya que el recurso que se les brinda lo utilizan para fines distintos a los establecidos en el programa.

Sembrando Vida debería llamarse Sembrando Caguamas”, indicó la entrevistada, quien explicó que conoce casos en donde los beneficiados de este programa utilizan los miles de pesos mensuales para la adquisición de bebidas embriagantes, principalmente los varones, quienes determinó que optan por comprar estos productos en vez de alimentos o productos para el campo.

Explicó además que como activista pro-campo ha ayudado a muchas personas, comúnmente mujeres, quienes se acercan a ella pidiéndole ayuda para comer, ya que los rarámuris no cuentan con un peso para los alimentos, dado que señaló, el padre de familia que recibió el apoyo federal prefirió embriagarse.

Rosalba Loya expuso que esta situación se normaliza en su pueblo de origen, Norogachi, en donde los hombres prefieren comprar bebidas con alcohol antes que comprar alimentos, mejorar su vivienda o emprender algún negocio, por lo que rechazó que el programa esté teniendo éxito.

Añadió que su argumento es que no hay crecimiento en la Sierra Tarahumara, recalcando que los pobres siguen pobres ya que no hicieron negocios ni emprendimiento con el dinero que mensualmente reciben del Gobierno Federal.

Rosalba Loya, quien ha estado incluso en el Congreso de la Unión en la Ciudad de México defendiendo a los pueblos originarios de Chihuahua, manifestó su descontento con las medidas que tiene la delegación del Bienestar en la entidad, pues declaró que el objetivo es correcto pero no las formas, ya que los resultados no son nada positivos.

No trabajan y no emprenden, solo reciben dinero en la Sierra Tarahumara

La activista social consideró que se trata de un fallo del Gobierno Federal, pues destacó que el programa Sembrando Vida convierte a los beneficiarios en personas dependientes del Estado Mexicano, sin impulsarlos a ser dueños de las tierras, a trabajarlas y a convertirse en productores locales, y ahora viven como antes pero recibiendo dinero mensualmente.

Así pues, explicó que este problema social se ha marcado en la Sierra Madre Occidental de Chihuahua, pues refirió que, al tener dinero, los rarámuri optan por adquirir bebidas con alcohol que mejorar su estabilidad económica y su forma de vivir.

La entrevistada expuso que ese dinero es ideal para que los productores de la Sierra logren emprender un negocio para ser autosustentables y hacerse de un emprendimiento que les permita que el recurso económico sea circular, no obstante, declaró que el pensamiento que han adoptado es el ser dependientes.

Al recibir 6 mil 250 pesos mensuales durante todo el año las personas de pueblos originarios en Chihuahua dejaron de tener pensamientos de visión al futuro, y esto debido a que los rarámuri viven al “al día”, es decir, hoy vivo, hoy como y hoy disfruto, por lo que gastan el dinero sin temor al futuro, explicó Rosalba Loya.

Ante ello, declaró que los indígenas se encuentran en un proceso de dependencia económica para con el Gobierno Federal encabezado por Andrés Manuel López Obrador, ya que mes con mes tienen seguro el dinero en su tarjeta.

Foto: Isaac Molina / El Sol de Parral

Objeto positivo, estrategia fallida; propone Rosalba que haya partidas obligatorias

Por lo anterior, la entrevistada dijo que, en primera instancia, el programa de apoyo al campo tiene muy buen objetivo, ya que los productores rurales habían sido olvidados durante décadas por los gobiernos, y en este sexenio fueron tomados en cuenta, sin embargo, señaló que las estrategias implementadas no son las correctas.

Expuso que las autoridades federales no supervisan el destino de los 6 mil 250 pesos que les entregan a cada productor, ya que no les exigen facturas, tickets, ni comprobantes de que el recurso se utilizó de manera adecuada, destacando así que no hay supervisores en la Sierra Tarahumara, permitiendo que los beneficiarios lo utilicen en lo que deseen.

En este sentido, propuso que el Gobierno Federal debe de modificar las reglas de operación del programa Sembrando Vida, definiendo que uno de los requisitos debe de ser el demostrar en qué se utilizó el dinero y que, en caso de no ser aprovechado conforme a lo estipulado, se retire el apoyo al productor.

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Añadió que otro de los requisitos debería ser que se destinen partidas obligatorias en que deban de usarlo y fomentar así un buen desempeño de los beneficiarios, pues definió que pueden establecerse partidas para alimentación, vivienda, emprendimiento y desarrollo al campo.

Rosalba Loya hizo alusión a que si el Gobierno de México obligara a los inscritos al programa a destinar cierto porcentaje del apoyo a partidas como las anteriores, las personas se verían obligadas a buscar su propio bienestar y no depender del Gobierno, como lo hacen a la fecha.

Santa Anita: localidad dependiente al 100 por ciento

Localizada en la Sierra Tarahumara, en Guachochi, Santa Anita es una localidad que se ha visto amenazada por el crimen organizado, y a su vez, azotada directamente por la sequía que mantiene sin cultivos a esta parte de la entidad.

Dicha localidad es un ejemplo de lo que se refiere la activista Rosalba Loya, en razón de ser dependientes del programa Sembrando Vida, dado que los habitantes de esta comunidad no tienen más ingresos que los 6 mil 250 pesos que reciben de manera mensual dadas las condiciones sociales y naturales en las que se encuentran sumergidos.

Santa Anita es una comunidad a 50 kilómetros de la cabecera municipal y que para llegar hasta este punto hay que atravesar caminos muy escabrosos lo que hace que el viaje se prolongue por casi una hora con 30 minutos partiendo de Guachochi, municipio recién nombrado “Pueblo Mágico”.

Las condiciones de seguridad que brindan las diferentes corporaciones ha sido nula, ya que el 2022 y 2023 fueron punto de alerta por enfrentamientos entre personas armadas, quienes incluso, rafaguearon un templo católico.

Así también, las condiciones climáticas han imposibilitado que haya cosechas dado que el cultivo no se fortalece debido a que no hay lluvias, afectando severamente a quienes tienen como única actividad la siembra y la cosecha.

Ante estos dos factores externos, los pobladores de Santa Anita se han visto limitados para el desarrollo de sus actividades comerciales, y al ser nulas estas, se han vuelto dependientes al cien por ciento del Gobierno de México a través del programa Sembrando Vida.

Foto: Isaac Molina / El Sol de Parral

Urge que haya atención específica para el pueblo sin hacerlos dependientes: activista

Por todo lo anterior, la activista Rosalba Loya solicitó mediante este medio al Gobierno de México que actualice las reglas de operación para que los habitantes de la Sierra Tarahumara puedan tener un crecimiento sustancial y no caer en el conformismo, pues señaló que esto provoca que las personas no busquen alternativas para satisfacer sus necesidades básicas.

Explicó entonces que es necesario y urgente que la Secretaría del Bienestar coordine de manera certera los destinos finales del programa Sembrando Vida, pues relató que el objetivo central es el adecuado, pero no los medios ni las estrategias, por lo que instó al presidente Andrés Manuel López Obrador para que conozca de primera mano los resultados del programa.

Argumentó además que es por eso que renombró al programa como “Sembrando Caguamas” o “Comprando Consciencias”, ya que los rarámuri y tarahumaras no buscan un futuro sustentable, un futuro en donde ellos sean los ejidatarios y no uno donde sigan trabajando para alguien más.

Precisó que las personas de pueblos originarios son talentosas, que poseen dones para crear, construir, para sembrar y hasta incluso para correr, sin embargo, dijo que el programa solo ayuda para no buscar un empleo ni una fuente de ingresos personal, sino solo para adquirir y consumir bebidas embriagantes.

Nota: El Sol de Parral

El programa Sembrando Vida, impulsado por el Gobierno Federal, impide que más de 20 mil personas beneficiarias de los pueblos rarámuri y tepehuan en la Sierra Tarahumara sean autosuficientes e incluso puedan emprender negocios, ya que la entrega de este recurso mensual de 6 mil 250 pesos no es aprovechada y se le está dando mala utilidad, según expresó la activista indígena Rosalba Loya, quien el año pasado lo renombró como “Sembrando Caguamas” ante el Congreso de la Unión. Dijo que esta situación volvió dependiente a la población, por lo que pidió que se reajusten los lineamientos del programa para que contemplen partidas alimenticias y de emprendimiento.

Uno de los ejes de desarrollo social que propuso el Gobierno Federal al inicio de la Administración del presidente Andrés Manuel López Obrador fue el del apoyo al campo, en el que se proponía que los agricultores y productores locales pudieran emprender nuevas formas de vida, caracterizándose por la mejoría en la economía de cada uno.

En este sentido, el Gobierno impulsó el programa “Sembrando Vida”, mismo que de inicio comenzó con un apoyo mensual de 5 mil pesos desde el 2018, y durante cinco años consecutivos aumentó hasta llegar a los 6 mil 250 pesos al mes, brindando así una alternativa para del desarrollo de los productores locales.

Es de recordar que, al formar parte del programa, las personas beneficiarias tuvieron que integrarse a una Comunidad de Aprendizaje Campesino (CAC), donde desarrollan los sistemas agroforestales que les permiten mejorar sus ingresos y contribuir a la restauración del medio ambiente. Y de acuerdo a la página oficial de Sembrando Vida, a la fecha se han establecido 18 mil 500 de estos espacios en toda la República Mexicana.

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Distribuidos más de 120 millones de pesos al mes en Chihuahua

De acuerdo a los datos, en Chihuahua se han sumado más de 20 mil personas que se encuentran en la lista de beneficiarios del programa en mención, en donde se les entrega de manera mensual la cantidad de 6 mil 250 pesos, lo que conlleva a que el Gobierno Federal invierta alrededor de 125 millones de pesos al mes.

Dicha cantidad se distribuye hacia los propietarios de los campos de cultivo de todo el estado grande, y que mediante el Banco del Bienestar logran retirar el recurso para utilizarlo en bienes para mejorar y aumentar la productividad de cada espacio de cultivo.

Se destacó que, además del apoyo al sector rural, el programa de Sembrando Vida se encarga de fortalecer la forestación y fomentar la conservación ambiental del estado, ya que los productores deben de promover la ecología entre los campos agrícolas de Chihuahua.

Para la región sur del estado, Guadalupe y Calvo es el municipio que ocupa uno de los primeros lugares con mayor cantidad de habitantes inscritos en el programa, recibiendo hasta más 24 millones de pesos al mes al tener más de 3 mil beneficiarios.

Foto: Isaac Molina / El Sol de Parral

El 60 por ciento de los beneficiarios son hombres

De acuerdo a la delegación estatal de Bienestar de Chihuahua, durante el último trimestre del 2023 el 60 por ciento de las personas beneficiarias del programa Sembrando Vida son del sexo masculino, y son quienes reciben el apoyo directo a la tarjeta de débito que les fue entregada por el Banco del Bienestar.

En este sentido, se destacó que el 40 por ciento de las personas que están inscritas en este programa son mujeres, quienes se identificaron como propietarias de algún espacio de producción agrícola o producción de cultivos en los campos de Chihuahua.

Es de destacar que en el periodo mencionado se destinaban más 43 millones de pesos solo para mujeres productoras, entre ellas, indígenas de la Sierra Tarahumara, sumando un total de 7 mil mujeres en todo el estado quienes se encuentran recibiendo la cantidad de 6 mil 250 pesos al mes como impulso al campo.

No hay crecimiento en la sierra, el recurso es usado para consumir alcohol: activista Rosalba Loya

La activista rarámuri originaria de Norogachi, Rosalba Loya, dio a conocer su descontento con el programa federal ya que denunció que estos apoyos se convirtieron en un programa que hace depender a las personas del gobierno, ya que el recurso que se les brinda lo utilizan para fines distintos a los establecidos en el programa.

Sembrando Vida debería llamarse Sembrando Caguamas”, indicó la entrevistada, quien explicó que conoce casos en donde los beneficiados de este programa utilizan los miles de pesos mensuales para la adquisición de bebidas embriagantes, principalmente los varones, quienes determinó que optan por comprar estos productos en vez de alimentos o productos para el campo.

Explicó además que como activista pro-campo ha ayudado a muchas personas, comúnmente mujeres, quienes se acercan a ella pidiéndole ayuda para comer, ya que los rarámuris no cuentan con un peso para los alimentos, dado que señaló, el padre de familia que recibió el apoyo federal prefirió embriagarse.

Rosalba Loya expuso que esta situación se normaliza en su pueblo de origen, Norogachi, en donde los hombres prefieren comprar bebidas con alcohol antes que comprar alimentos, mejorar su vivienda o emprender algún negocio, por lo que rechazó que el programa esté teniendo éxito.

Añadió que su argumento es que no hay crecimiento en la Sierra Tarahumara, recalcando que los pobres siguen pobres ya que no hicieron negocios ni emprendimiento con el dinero que mensualmente reciben del Gobierno Federal.

Rosalba Loya, quien ha estado incluso en el Congreso de la Unión en la Ciudad de México defendiendo a los pueblos originarios de Chihuahua, manifestó su descontento con las medidas que tiene la delegación del Bienestar en la entidad, pues declaró que el objetivo es correcto pero no las formas, ya que los resultados no son nada positivos.

No trabajan y no emprenden, solo reciben dinero en la Sierra Tarahumara

La activista social consideró que se trata de un fallo del Gobierno Federal, pues destacó que el programa Sembrando Vida convierte a los beneficiarios en personas dependientes del Estado Mexicano, sin impulsarlos a ser dueños de las tierras, a trabajarlas y a convertirse en productores locales, y ahora viven como antes pero recibiendo dinero mensualmente.

Así pues, explicó que este problema social se ha marcado en la Sierra Madre Occidental de Chihuahua, pues refirió que, al tener dinero, los rarámuri optan por adquirir bebidas con alcohol que mejorar su estabilidad económica y su forma de vivir.

La entrevistada expuso que ese dinero es ideal para que los productores de la Sierra logren emprender un negocio para ser autosustentables y hacerse de un emprendimiento que les permita que el recurso económico sea circular, no obstante, declaró que el pensamiento que han adoptado es el ser dependientes.

Al recibir 6 mil 250 pesos mensuales durante todo el año las personas de pueblos originarios en Chihuahua dejaron de tener pensamientos de visión al futuro, y esto debido a que los rarámuri viven al “al día”, es decir, hoy vivo, hoy como y hoy disfruto, por lo que gastan el dinero sin temor al futuro, explicó Rosalba Loya.

Ante ello, declaró que los indígenas se encuentran en un proceso de dependencia económica para con el Gobierno Federal encabezado por Andrés Manuel López Obrador, ya que mes con mes tienen seguro el dinero en su tarjeta.

Foto: Isaac Molina / El Sol de Parral

Objeto positivo, estrategia fallida; propone Rosalba que haya partidas obligatorias

Por lo anterior, la entrevistada dijo que, en primera instancia, el programa de apoyo al campo tiene muy buen objetivo, ya que los productores rurales habían sido olvidados durante décadas por los gobiernos, y en este sexenio fueron tomados en cuenta, sin embargo, señaló que las estrategias implementadas no son las correctas.

Expuso que las autoridades federales no supervisan el destino de los 6 mil 250 pesos que les entregan a cada productor, ya que no les exigen facturas, tickets, ni comprobantes de que el recurso se utilizó de manera adecuada, destacando así que no hay supervisores en la Sierra Tarahumara, permitiendo que los beneficiarios lo utilicen en lo que deseen.

En este sentido, propuso que el Gobierno Federal debe de modificar las reglas de operación del programa Sembrando Vida, definiendo que uno de los requisitos debe de ser el demostrar en qué se utilizó el dinero y que, en caso de no ser aprovechado conforme a lo estipulado, se retire el apoyo al productor.

➡️ Recibe las noticias más relevantes de Chihuahua, Juárez y Parral directo a tu correo electrónico. ¡Suscríbete a nuestro Newsletter!

Añadió que otro de los requisitos debería ser que se destinen partidas obligatorias en que deban de usarlo y fomentar así un buen desempeño de los beneficiarios, pues definió que pueden establecerse partidas para alimentación, vivienda, emprendimiento y desarrollo al campo.

Rosalba Loya hizo alusión a que si el Gobierno de México obligara a los inscritos al programa a destinar cierto porcentaje del apoyo a partidas como las anteriores, las personas se verían obligadas a buscar su propio bienestar y no depender del Gobierno, como lo hacen a la fecha.

Santa Anita: localidad dependiente al 100 por ciento

Localizada en la Sierra Tarahumara, en Guachochi, Santa Anita es una localidad que se ha visto amenazada por el crimen organizado, y a su vez, azotada directamente por la sequía que mantiene sin cultivos a esta parte de la entidad.

Dicha localidad es un ejemplo de lo que se refiere la activista Rosalba Loya, en razón de ser dependientes del programa Sembrando Vida, dado que los habitantes de esta comunidad no tienen más ingresos que los 6 mil 250 pesos que reciben de manera mensual dadas las condiciones sociales y naturales en las que se encuentran sumergidos.

Santa Anita es una comunidad a 50 kilómetros de la cabecera municipal y que para llegar hasta este punto hay que atravesar caminos muy escabrosos lo que hace que el viaje se prolongue por casi una hora con 30 minutos partiendo de Guachochi, municipio recién nombrado “Pueblo Mágico”.

Las condiciones de seguridad que brindan las diferentes corporaciones ha sido nula, ya que el 2022 y 2023 fueron punto de alerta por enfrentamientos entre personas armadas, quienes incluso, rafaguearon un templo católico.

Así también, las condiciones climáticas han imposibilitado que haya cosechas dado que el cultivo no se fortalece debido a que no hay lluvias, afectando severamente a quienes tienen como única actividad la siembra y la cosecha.

Ante estos dos factores externos, los pobladores de Santa Anita se han visto limitados para el desarrollo de sus actividades comerciales, y al ser nulas estas, se han vuelto dependientes al cien por ciento del Gobierno de México a través del programa Sembrando Vida.

Foto: Isaac Molina / El Sol de Parral

Urge que haya atención específica para el pueblo sin hacerlos dependientes: activista

Por todo lo anterior, la activista Rosalba Loya solicitó mediante este medio al Gobierno de México que actualice las reglas de operación para que los habitantes de la Sierra Tarahumara puedan tener un crecimiento sustancial y no caer en el conformismo, pues señaló que esto provoca que las personas no busquen alternativas para satisfacer sus necesidades básicas.

Explicó entonces que es necesario y urgente que la Secretaría del Bienestar coordine de manera certera los destinos finales del programa Sembrando Vida, pues relató que el objetivo central es el adecuado, pero no los medios ni las estrategias, por lo que instó al presidente Andrés Manuel López Obrador para que conozca de primera mano los resultados del programa.

Argumentó además que es por eso que renombró al programa como “Sembrando Caguamas” o “Comprando Consciencias”, ya que los rarámuri y tarahumaras no buscan un futuro sustentable, un futuro en donde ellos sean los ejidatarios y no uno donde sigan trabajando para alguien más.

Precisó que las personas de pueblos originarios son talentosas, que poseen dones para crear, construir, para sembrar y hasta incluso para correr, sin embargo, dijo que el programa solo ayuda para no buscar un empleo ni una fuente de ingresos personal, sino solo para adquirir y consumir bebidas embriagantes.

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