“Pidámosle al Señor que todo siga mejor, y que aparezca el deseado semáforo amarillo. Si la próxima semana sí está en amarillo, (la misa) ya sería en la Catedral a las 9:00; pero pidámosle al Señor, porque esto es desesperante, agobiante. El Señor nos conceda bajar la contaminación de este virus, para que podamos vivir en una manera más libre, amándolo y bendiciéndolo”, expresó el arzobispo Constancio Miranda Weckmann, al término de la transmisión de la misa dominical.
Como desde el inicio de la contingencia, Monseñor Mirada presidió la sagrada eucaristía de forma privada, que fue transmitida por Notidiócesis a través de la red social Facebook, con medidas de seguridad como la sana distancia, el uso de gel antibacterial, un aforo mínimo y solo el indispensable, y el saludo de la paz evitando el contacto físico solo con una reverencia, desde la capilla de Nuestra Señora de Fátima.
“Feliz semana, y con el favor de Dios que podamos vernos de manera presencial, estemos atentos al comportamiento del semáforo” dijo, haciendo referencia a que solo después de que la autoridad sanitaria estatal autorice el color amarillo en el semáforo epidemiológico, cuando se permitirán las misas públicas con un aforo del 50% de la capacidad de los templos y parroquias.
De acuerdo a información que dio el gobernador Javier Corral Jurado, hace unos días, se esperaba que mañana 6 de julio, podría bajar el semáforo de naranja a amarillo, lo que permitiría ir de poco a poco incorporándose a la nueva normalidad a la ciudadanía, siempre cuando el comportamiento del Covid-19, lo permitiera.
En la homilía, el arzobispo de Chihuahua disertó sobre el pasaje de Jesús, cuando invita a los cansados y afligidos a seguirle, y Él los alivara.
“Estas palabras del Señor deben alentarnos, inyectar en nosotros la confianza cada vez que la aflicción y el dolor nos toca a la puerta, Jesús nos llama y nos invita ir hacia Él. A quienes se encuentran oprimidos por algún pesar, a los que sufren dolor o miseria, a los agobiados por alguna pena, a todos nos promete consuelo, alivio, nos libera de todos los pesos que nos agobian. Jesús nos libera de nuestras cargas y nos invita a compartir su yugo, y dice, “carguen mi yugo y sus almas encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga es ligera”, dijo.
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