/ viernes 25 de enero de 2019

Testimonio de una victima del violador serial

"Me robó sólo trescientos pesos y mi celular, pero no mi dignidad, no voy a permitir que me robe la paz y las ganas de seguir adelante"

“Valió la pena denunciarlo y pasar por todo ese proceso que implican los estudios médicos, las entrevistas y el contar la historia una y otra vez a tan sólo pocos minutos de haber sido violentada, valió la pena porque gracias a ello lo encerraron y ya no podrá hacer más daño; ahora pido justicia para mí, para mi hija y para todas aquellas mujeres a las que personas como él han lastimado”.

Palabras de una víctima de la delincuencia que se vive en Chihuahua, para quien su vida cambió en cuestión de minutos, su tranquilidad y su rutina diaria no son ni volverán a ser los mismos, el pánico se apodera a cada instante de sus pensamientos y es “imposible”, olvidar cada movimiento de quien primero la asaltara amenazando a lo que más ama, su hija, y colocándola con esto en posición de vulnerabilidad al decirle: “Si no haces lo que te digo, le hago daño a ella”.

Era un día como cualquier otro, un inicio de semana en que como siempre había muchas cosas por hacer, las jornadas empiezan temprano y terminan tarde, por ello poco antes de ir a casa a las nueve de la noche fue al cajero automático, ambas se bajaron y al regresar al automóvil, un sujeto las abordó con cuchillo en mano amenazando con lastimarlas si no hacen lo que él pide.

La pesadilla empezó, la obligan a conducir con su hija al lado mientras él se coloca en el asiento trasero amenazando en todo momento a la menor, a quien colocó un cuchillo largo en el cuello ¿Qué pasa por la cabeza de la madre en ese momento? “Ahora nos tocó a nosotras como les ha tocado a muchas, cuando lo vi atrás, no dije: ¿Por qué a mí?, dije: No cabe duda de que todos somos vulnerables, nadie estamos exentos y ahora estoy aquí, Dios ayúdanos a salir de esto con bien, eso fue lo primero que pensé, yo creí que quería el carro, pero no era así, y entonces me empezó a dar más miedo y más aún cuando me dijo que si no quería que le hiciera daño a mi hija hiciera lo que él me decía, eso fue lo que hice”.

El miedo aumentaba cada segundo en ambas, quienes temblaban sin control, pero dice la madre: “Dios me dio la fortaleza de mantenerme en calma, no grité y no lloré y no porque no quisiera, sino para darle fuerza a mi hija, no quería que me viera asustada y sintiera más miedo aún”.

Ella siguió conduciendo hasta donde él indicó, a unas cuantas cuadras del banco donde fue abordada estacionó su vehículo por órdenes del delincuente, quien primero le pidió los celulares, dinero y joyas, ella entregó sólo lo que traía, que eran $300.00 en la cartera, su celular, y no poseía ninguna joya, entonces él se enoja porque quería más efectivo y le dice a la madre al oído y en voz baja: “¿Lo que voy a hacer, te lo hago a ti o se lo hago a tu hija?”, sin siquiera pensarlo un segundo y como cualquier madre que ama a sus hijos lo hubiera hecho, respondió: “Todo a mí, a ella no la toques”.

Dándoles órdenes precisas de que no hablaran, amenazándolas con el cuchillo y hablando con voz fuerte y en tono alto y con la bajeza que caracteriza a personas que no tienen respeto por la vida, por la mujer y por la dignidad del ser humano, comete el acto más violento que puede vivir una mujer: la violación.

Lo que viene después no es menos difícil, el agresor se va y a ella la invaden el coraje, la impotencia y una enorme preocupación por sus hijos, lo primero que pasa por su cabeza es buscar una patrulla, auxilio y un lugar seguro.

Irónicamente no se encontraba a las orillas de la ciudad, como cualquiera puede pensar, que los asaltos, las violaciones o las agresiones sólo ocurren a ciertas personas, estaba en calles céntricas, en un fraccionamiento reconocido y en un horario aún considerado seguro para andar en la calle.

Todo esto sucedió en menos de una hora, el asalto, la privación de la libertad, agresión sexual y amenazas, ya que cínicamente el delincuente antes de bajarse del vehículo la amenazó con volver a hacerle daño si lo denunciaba, y podía hacerlo pues durante la agresión le pidió sus credenciales, a las cuales tomó fotografías para saber cuál era su domicilio particular.

La desesperación y el miedo no impidieron que viera las cosas con claridad e hicieron lo correcto, aún temblando, escuchando el llanto de su hija, casi sin poder hablar y con el nudo en la garganta, sin siquiera poder llorar, la víctima llegó a un lugar seguro donde también llegó la ayuda.

El proceso siguiente es desgastante, hay que denunciar, pasar por lo difícil que es revivir cada momento, someterse a exámenes médicos, contar la versión a diferentes autoridades y pasar horas de inmensa angustia esperando resultados.

Gracias a la ayuda de las autoridades y a la buena voluntad de personas cercanas –dice-, se realizó una intensa búsqueda del agresor que dio como resultado su aprehensión; los sentimientos son encontrados, una tranquilidad inmensa de que esté preso, pero también el enorme temor de que lo dejen salir, por ello agrega la importancia de denunciar si alguien fue víctima de este mismo sujeto, ya que entre más denuncias resulten, mayor es el castigo.

No dejemos que anden en la calle, aun con lo difícil que es, tengamos el valor de denunciar, de pasar por todos esos procesos que sí son tardados, pesados, desgastantes, pero son necesarios y tenemos que confiar en las autoridades, no queramos que hagan su trabajo si nosotros que somos las víctimas no nos acercamos

“Hoy me tocó a mí ver su interés por resolver este tipo de casos, trabajando horas extra ya que muchas personas tuvieron que estar hasta la madrugada para logar su captura, las autoridades tienen la disponibilidad y quieren hacer su trabajo, ayudémoslos con nuestras denuncias y declaraciones, ya que los únicos beneficiados vamos a ser nosotros, nuestros hijos y la sociedad que busca el bien común”.

Los días siguen, la peor pesadilla pasó, pero las secuelas quedan, las heridas tardarán tiempo en cicatrizar pero –dice- “para eso está Dios, a quien en ningún momento pregunté: ¿Por qué a mí?, al contrario, le agradecí el habernos cuidado, el no abandonarnos en los momentos más difíciles, el haber cuidado a mi niña y el habernos permitido salir con vida”.

“El agresor me robó sólo trescientos pesos y mi celular, no me quitó mi valor como mujer ni mi dignidad y no voy a permitir que nos robe la paz y la ilusión de seguir adelante al lado de mis hijos y mi familia”.

La recuperación será lenta, lo sabe, el temor está ahí pero su forma de ver la vida ha cambiado, dice con gran seguridad que las autoridades sí hacen su trabajo si denuncias, que Dios siempre está presente en los momentos más difíciles de la vida y que el apoyo de la familia y los amigos es lo que saca adelante.

Mucha gente mala sigue en las calles –afirma-, hoy se capturó a uno, pero ese uno es mucho porque ya no podrá hacer más daño, hay que mantenerse alertas, son tiempos difíciles donde la violencia se está apoderando de todos sin importar clases sociales, edades o sexo, ayudémonos unos a otros, -subraya-, observemos a los demás, acudamos a los lugares donde existen cámaras -ya que esto fue un factor fundamental para su captura-, cuidemos a nuestros hijos, manejemos con los seguros puestos y sobre todo seamos conscientes de que si pasa, no estamos ajenos a este tipo de violencia, en cualquier momento, a cualquier hora y en cualquier lugar, los delincuentes están al acecho, cuidémonos.

La vida sigue, las autoridades están haciendo su trabajo, el mal está ahí, pero Dios también, hoy me pasó a mí y si de algo sirve compartir mi experiencia se las dejo para que estén alerta, orando unidos por tener un Chihuahua seguro, donde nuestros hijos y nosotros mismos podamos vivir tranquilos

SONDEO

¿Qué pena deben recibir los violadores y abusadores sexuales?

  • Castración química 6%

     
  • Cadena perpetua 38%

     
  • Castración 56%

     

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“Valió la pena denunciarlo y pasar por todo ese proceso que implican los estudios médicos, las entrevistas y el contar la historia una y otra vez a tan sólo pocos minutos de haber sido violentada, valió la pena porque gracias a ello lo encerraron y ya no podrá hacer más daño; ahora pido justicia para mí, para mi hija y para todas aquellas mujeres a las que personas como él han lastimado”.

Palabras de una víctima de la delincuencia que se vive en Chihuahua, para quien su vida cambió en cuestión de minutos, su tranquilidad y su rutina diaria no son ni volverán a ser los mismos, el pánico se apodera a cada instante de sus pensamientos y es “imposible”, olvidar cada movimiento de quien primero la asaltara amenazando a lo que más ama, su hija, y colocándola con esto en posición de vulnerabilidad al decirle: “Si no haces lo que te digo, le hago daño a ella”.

Era un día como cualquier otro, un inicio de semana en que como siempre había muchas cosas por hacer, las jornadas empiezan temprano y terminan tarde, por ello poco antes de ir a casa a las nueve de la noche fue al cajero automático, ambas se bajaron y al regresar al automóvil, un sujeto las abordó con cuchillo en mano amenazando con lastimarlas si no hacen lo que él pide.

La pesadilla empezó, la obligan a conducir con su hija al lado mientras él se coloca en el asiento trasero amenazando en todo momento a la menor, a quien colocó un cuchillo largo en el cuello ¿Qué pasa por la cabeza de la madre en ese momento? “Ahora nos tocó a nosotras como les ha tocado a muchas, cuando lo vi atrás, no dije: ¿Por qué a mí?, dije: No cabe duda de que todos somos vulnerables, nadie estamos exentos y ahora estoy aquí, Dios ayúdanos a salir de esto con bien, eso fue lo primero que pensé, yo creí que quería el carro, pero no era así, y entonces me empezó a dar más miedo y más aún cuando me dijo que si no quería que le hiciera daño a mi hija hiciera lo que él me decía, eso fue lo que hice”.

El miedo aumentaba cada segundo en ambas, quienes temblaban sin control, pero dice la madre: “Dios me dio la fortaleza de mantenerme en calma, no grité y no lloré y no porque no quisiera, sino para darle fuerza a mi hija, no quería que me viera asustada y sintiera más miedo aún”.

Ella siguió conduciendo hasta donde él indicó, a unas cuantas cuadras del banco donde fue abordada estacionó su vehículo por órdenes del delincuente, quien primero le pidió los celulares, dinero y joyas, ella entregó sólo lo que traía, que eran $300.00 en la cartera, su celular, y no poseía ninguna joya, entonces él se enoja porque quería más efectivo y le dice a la madre al oído y en voz baja: “¿Lo que voy a hacer, te lo hago a ti o se lo hago a tu hija?”, sin siquiera pensarlo un segundo y como cualquier madre que ama a sus hijos lo hubiera hecho, respondió: “Todo a mí, a ella no la toques”.

Dándoles órdenes precisas de que no hablaran, amenazándolas con el cuchillo y hablando con voz fuerte y en tono alto y con la bajeza que caracteriza a personas que no tienen respeto por la vida, por la mujer y por la dignidad del ser humano, comete el acto más violento que puede vivir una mujer: la violación.

Lo que viene después no es menos difícil, el agresor se va y a ella la invaden el coraje, la impotencia y una enorme preocupación por sus hijos, lo primero que pasa por su cabeza es buscar una patrulla, auxilio y un lugar seguro.

Irónicamente no se encontraba a las orillas de la ciudad, como cualquiera puede pensar, que los asaltos, las violaciones o las agresiones sólo ocurren a ciertas personas, estaba en calles céntricas, en un fraccionamiento reconocido y en un horario aún considerado seguro para andar en la calle.

Todo esto sucedió en menos de una hora, el asalto, la privación de la libertad, agresión sexual y amenazas, ya que cínicamente el delincuente antes de bajarse del vehículo la amenazó con volver a hacerle daño si lo denunciaba, y podía hacerlo pues durante la agresión le pidió sus credenciales, a las cuales tomó fotografías para saber cuál era su domicilio particular.

La desesperación y el miedo no impidieron que viera las cosas con claridad e hicieron lo correcto, aún temblando, escuchando el llanto de su hija, casi sin poder hablar y con el nudo en la garganta, sin siquiera poder llorar, la víctima llegó a un lugar seguro donde también llegó la ayuda.

El proceso siguiente es desgastante, hay que denunciar, pasar por lo difícil que es revivir cada momento, someterse a exámenes médicos, contar la versión a diferentes autoridades y pasar horas de inmensa angustia esperando resultados.

Gracias a la ayuda de las autoridades y a la buena voluntad de personas cercanas –dice-, se realizó una intensa búsqueda del agresor que dio como resultado su aprehensión; los sentimientos son encontrados, una tranquilidad inmensa de que esté preso, pero también el enorme temor de que lo dejen salir, por ello agrega la importancia de denunciar si alguien fue víctima de este mismo sujeto, ya que entre más denuncias resulten, mayor es el castigo.

No dejemos que anden en la calle, aun con lo difícil que es, tengamos el valor de denunciar, de pasar por todos esos procesos que sí son tardados, pesados, desgastantes, pero son necesarios y tenemos que confiar en las autoridades, no queramos que hagan su trabajo si nosotros que somos las víctimas no nos acercamos

“Hoy me tocó a mí ver su interés por resolver este tipo de casos, trabajando horas extra ya que muchas personas tuvieron que estar hasta la madrugada para logar su captura, las autoridades tienen la disponibilidad y quieren hacer su trabajo, ayudémoslos con nuestras denuncias y declaraciones, ya que los únicos beneficiados vamos a ser nosotros, nuestros hijos y la sociedad que busca el bien común”.

Los días siguen, la peor pesadilla pasó, pero las secuelas quedan, las heridas tardarán tiempo en cicatrizar pero –dice- “para eso está Dios, a quien en ningún momento pregunté: ¿Por qué a mí?, al contrario, le agradecí el habernos cuidado, el no abandonarnos en los momentos más difíciles, el haber cuidado a mi niña y el habernos permitido salir con vida”.

“El agresor me robó sólo trescientos pesos y mi celular, no me quitó mi valor como mujer ni mi dignidad y no voy a permitir que nos robe la paz y la ilusión de seguir adelante al lado de mis hijos y mi familia”.

La recuperación será lenta, lo sabe, el temor está ahí pero su forma de ver la vida ha cambiado, dice con gran seguridad que las autoridades sí hacen su trabajo si denuncias, que Dios siempre está presente en los momentos más difíciles de la vida y que el apoyo de la familia y los amigos es lo que saca adelante.

Mucha gente mala sigue en las calles –afirma-, hoy se capturó a uno, pero ese uno es mucho porque ya no podrá hacer más daño, hay que mantenerse alertas, son tiempos difíciles donde la violencia se está apoderando de todos sin importar clases sociales, edades o sexo, ayudémonos unos a otros, -subraya-, observemos a los demás, acudamos a los lugares donde existen cámaras -ya que esto fue un factor fundamental para su captura-, cuidemos a nuestros hijos, manejemos con los seguros puestos y sobre todo seamos conscientes de que si pasa, no estamos ajenos a este tipo de violencia, en cualquier momento, a cualquier hora y en cualquier lugar, los delincuentes están al acecho, cuidémonos.

La vida sigue, las autoridades están haciendo su trabajo, el mal está ahí, pero Dios también, hoy me pasó a mí y si de algo sirve compartir mi experiencia se las dejo para que estén alerta, orando unidos por tener un Chihuahua seguro, donde nuestros hijos y nosotros mismos podamos vivir tranquilos

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